Negro
En
este caso el negro y blanco no significan lo que normalmente se cree.
El negro es luminoso, brillante, alegre,
es un negro criminal y librero, es un negro de tinta negra y de pensamientos
nada negros. El negro de Paco Camarasa, el criminal de Negra y Criminal, el
compañero de Montse Clavé. Paco era una institución, siempre riendo detrás de sus ojitos
semicerrados, siempre dispuesto a recomendarte una novela (negra of course), a
compartir un vino y unos mejillones, a jugar a las películas (negras, desde
luego). Y siempre al lado de Montse. Si Montse es una presencia en mi vida
desde los doce años, Paco lo ha sido desde los 30. Le veía poco, por eso aun
puedo imaginármelo detrás de su mesa llena de libros. Hay algo que siento que
he perdido con una muerte tan negra e innecesaria: una referencia. Alguien que
formaba parte de mi paisaje mental y sentimental. El día que se celebró su
entierro yo estaba en Madrid. No sé si a Paco le gustaban los tulipanes, pero
si sé que esa tarde, en el Jardín Botánico, ante tanta belleza, pensé en él y
le dediqué un recuerdo teñido de colores.
Blanco
El
blanco, en cambio, es sucio, feo, borroso, oportunista. Es un blanco que quiere
parecer bueno, pero no es más que una operación ególatra a costa del
sufrimiento de los demás. Es el blanco del chino Ai Weiwei, uno de esos
artistas que se aprovechan del dolor de los demás para forrarse y seguir
engañando. Hay muchos artistas así, se autodenominan políticos, pero lo único
que son es unos interesados. Wewei ha pertrechado un documental del que no
quería ni hablar, pero me ha salido del alma hacerlo como contrapunto al negro
de Paco. El documental se llama Marea
humana y se supone que habla del grave problema de los refugiados que
pululan como almas en pena por el mundo desde hace años. Pero en ningún momento
se pregunta por qué hay refugiados, qué sucede en sus países, por qué se van. O
por qué inundaron las carreteras y fronteras europeas en los meses previos al
Brexit, las elecciones francesas, alemanas, holandesas, austriacas, auspiciando
el miedo al otro, al que viene de fuera a robarnos. Tampoco se pregunta porque,
curiosamente, una vez pasadas las elecciones sin llegar a conseguir los objetivos
de hacer ganar a la ultraderecha mas xenófoba, antieuropea y racista, los medios
de comunicación los han olvidado por completo. ¿Dónde están los hombres y
mujeres perdidos que caminaban en la nieve y se refugiaban en campamentos donde
solo la buena fe de algunas personas les ayudaba a sobrevivir? Supongo que ahí
siguen, pero ya no son útiles, no sirven a nadie, más que a Weiwei que los ha
convertido en carne de egotrip social.
Lo siento, pero detesto este tipo de operaciones.
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