sábado, 6 de abril de 2019

POLITICA


He dudado mucho en titular esta entrada Política o Ideología. No sé bien de cuál de las dos cosas estoy hablando, o a lo mejor de las dos. En realidad no son lo mismo: la ideología siempre es política, pero ¿la política siempre tiene ideología? Me estoy liando, así que mejor hablo de los dos estrenos que me han provocado esta duda y que cada uno decida.
Se trata de una película alemana, La sombra del pasado, y una película española, 7 razones para huir (de la sociedad). No se parecen en nada, pero las dos permiten hablar de política y de ideología.


(la cúpula nazi visitando la exposición Arte Degenerado, sin ser conscientes que ellos eran los únicos degenerados)

LA SOMBRA DEL PASADO
La sombra del pasado está dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck al que muchos recordarán por el arreglo de cuentas con la Stasi alemana que era La vida de los otros. Tras una década errática, el director vuelve con La sombra del pasado al tema que le interesa: la historia de Alemania y las heridas que ha dejado en la sociedad. El film es un fresco histórico que abarca 30 años cruciales de la vida (y la muerte) en Europa. Su protagonista y guía a través de los distintos infiernos que recorre es un niño que en 1937 tiene siete años, vive en Dresde y quiere ser pintor. Le conocemos de la mano de su joven tía viendo una exposición que fue famosa, Arte degenerado, en la que los nazis mostraban para denigrarlo, el arte que se había realizado entre 1910 y su llegada al poder en 1933. Un periódico de la época explicaba: “los conservadores de todos los museos públicos y privados y los encargados de las colecciones particulares están deshaciéndose de los más espeluznantes frutos de una humanidad degenerada y de una generación patológica de artistas”. Bajo el arte degenerado, los nazis colocaban todos los movimientos de vanguardia de Europa: impresionismo, expresionismo, dadá, surrealismo, nueva objetividad, cubismo o fauvismo. Paul Klee, Kandinski, Otto Dix, George Grosz, Ernst Ludwig Kirchner, Max Ernst, eran algunos de los degenerados que el pequeño Kurt descubre en esa exposición con ojos asombrados. Su formación y su vocación aun tendrá que sufrir otra dura prueba cuando con 27 años y bajo el dominio soviético que controlaba la ciudad de Dresde, se ve obligado a poner su arte al servicio del realismo socialista. Excelente pintor, Kurt se desespera haciendo murales de obreros y campesinos con la hoz y el martillo, mientras se le impide cualquier tipo de manifestación artística o personal. Cansado de ser un artista del régimen, Kurt y su joven novia, deciden escapar a la Alemania Oriental en 1961, poco antes de que se levante el muro de Berlín. Pero la libertad política que encuentran en Berlín y en Dusseldorf no será la libertad creativa que Kurt anhela. Admitido en la famosa Academia donde Joseph Beuys impartía sus clases, Kurt se ve empujado a seguir las nuevas corrientes artísticas que proclaman que la pintura ha muerto y que el arte moderno son las instalaciones y las performances (eso que parece tan moderno tiene ya más de sesenta años de vida). La desesperación y la frustración se apoderan de Kurt que no encuentra su camino en ese laberinto de modernidad impostada. Será el propio Beuys el que le haga recapacitar, quemar todo lo que había hecho y volver a enfrentarse ante la tela en blanco. Y entonces sí, a los 36 años Kurt se convertirá en un artista de verdad. Ligeramente inspirada en la vida del pintor alemán Gerhard Richter, en la película pasan muchas más cosas. Pero a mí solo me interesa destacar esta línea de la historia porque creo que es por ahí donde aparecen las ideologías dominantes, del nazismo, al comunismo y a la modernidad, que se imponen sobre la creación.


7 RAZONES PARA HUIR (DE LA SOCIEDAD)
“Estoy harto de la simetría”, esta frase de El fantasma de la libertad de Luis Buñuel preside los siete relatos salvajes de este film política(mente) incorrecto en el que han intervenido muchas manos. La primera, la de Esteve Soler, autor de las micro piezas teatrales que se representan; en segundo lugar los dos directores que se suman a Soler para realizarlas, Gerard Quinto y David Torras; en tercer lugar los dos productores más inquietos del panorama del cine catalán, Aritz Cirbián y Martin Samper; y en cuarto lugar, el magnífico conjunto de actores que se han prestado a dar vida a estos personajes absurdos y odiosos en un film inclasificable, ¿Es cine político? Pues sí, yo creo que sí. Lo que nos desvelan estas pequeñas e insignificantes historias es un retrato de la sociedad egoísta, insolidaria, indiferente, estúpida, explotadora, aprovechada e hipócrita. Y lo hace con toda la seriedad del mundo en una comedia negra que congela la sonrisa en los labios, como lo hacía el Buñuel de El ángel exterminador, Simón del Desierto, o El discreto encanto de la burguesía. Política, ideología. Las dos cosas se dan la mano en estas siete razones que son un espejo donde nos podemos reconocer. Y avergonzar de paso. Porque bajo su aspecto de teatro del absurdo, hay algunas verdades que escuecen. Aunque nos hagan reír.








1 comentario:

  1. La sombra del pasado tiene muchos temas (amor, nazis, bombas, locura) pero sin duda alguna, la temática del artista que no triunfa hasta ser él mismo es la parte más interesante. O los mil caminos que hay que recorrer hasta encontrar una obra personal. Las críticas han sido malas para esta película, yo creo que se deja ver muy bien como culebrón con clase.

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