sábado, 14 de diciembre de 2019

SEPARACIONES



Las dos películas y la serie de esta semana tienen en común que hablan de separaciones. Pero son tres tipos de separaciones muy diferentes.



Primera separación. Proxima
Esta es una separación doble. La de una madre de su hija pequeña; la de una astronauta de la tierra. Proxima es una película inesperada, insólita incluso. En primer lugar por su protagonista. Sarah, una astronauta francesa que se prepara en un duro entrenamiento en la Agencia Espacial Europea para una misión en el espacio que durará un año, es un personaje muy alejado de los habituales astronautas (hombres y mujeres) norteamericanos. En eso se nota que Proxima es una película europea, y además dirigida por una mujer, la francesa Alice Winecour. En segundo lugar por lo que cuenta, la separación traumática entre Sarah y su hija Stella de siete años, una durísima ruptura sentimental que madre e hija tendrán que aprender a gestionar al mismo tiempo que Sarah se entrena no solo físicamente, sobre todo emocionalmente, para abandonar la seguridad de la Tierra. Pero aun hay otro ingrediente que hace de Proxima una película casi indispensable; esta historia, estructurada siguiendo las etapas de separación de secciones de un cohete en su lanzamiento al espacio, nos descubre una realidad muy desconocida, la de las muchas, porque son muchas, mujeres astronautas que han contribuido en los últimos treinta años al desarrollo de la carrera espacial. Mujeres que, sin dejar de ser madres, se entregaron a la conquista del espacio para cumplir sus sueños y construir un mundo mejor. Los títulos de crédito del final las recuerdan a todas con fotos donde las vemos con sus hijos. Porque, y esa es la gran lección de este film sobre el espacio profundamente terrenal, es que no hay que renunciar a tus sueños de ir al espacio (o lo que sea) y tener hijos. Hay que aprender a hacerlo y contar, como en el caso de Sarah, con hombres que entienden este conflicto y la ayudan a resolverlo. Cuando llega el momento final del despegue de la nave espacial, conocido en el mundo de la astronáutica como la separación umbilical, Sarah y Stella habrán alcanzado un equilibrio para seguir adelante. Lo que pase después, no es tema de esta película que tan solo tiene un momento hacia el final donde corre peligro de descarrilar. Pero Winecour lo soslaya con gran inteligencia.


Segunda separación: Historia de un matrimonio
Esta es una separación más tradicional: la de una pareja que se divorcia después de años de convivencia. El tema lo hemos visto mil veces en el cine Pero la película de Noah Baumbach es todo menos tradicional o convencional o previsible. Baumbach forma con Wes Anderson, Spike Jonze y Alexander Payne, el póquer de nuevos directores de un Hollywood que siempre sabe renovarse y mirar al futuro. Comedia y drama se entremezclan en su cine de una manera natural. Quizás sea Baumbach el menos conocido de los cuatro. Pero esta película que es Bergman sin serlo, que es Allen sin serlo, que es Baumbach en estado puro, puede colocarlo por fin en el lugar que se merece. El film se estrenó en salas hace un par de semanas, pero desde hace unos días se puede ver en Netflix. Está protagonizado por Adam Driver y Scarlett Johansson que encarnan a Charlie y Nicole. Él, director de teatro neoyorquino, es un intelectual, exquisito y muy culto. Ella, actriz en su teatro pero nacida en Los Ángeles, es espontanea y quiere ser libre para hacer otras cosas. Tienen un hijo pequeño, Henry, que es lo que mas les preocupa a los dos. En realidad Charlie y Nicole se quieren mucho, pero son incompatibles. Y sus diferencias acaban pesando más que su cariño. Porque lo que les separa es mucho más que una infidelidad o un desacuerdo; lo que les separa es una forma de entender el mundo, el arte, la creación. Es algo mucho más profundo y mucho más serio. Historia de un matrimonio es un ejemplo del divorcio que existe en Estados Unidos entre la Costa Este y la Costa Oeste. Por mucho que ellos se quieran, es imposible que puedan vivir juntos. En ese sentido el film de Baumbach es de una tristeza infinita, pero no de un desaliento infinito. El humor, la inteligencia, incluso los estereotipados abogados que interpretan Laura Dern y Ray Liotta, contribuyen a que este melodrama sea de una desarmante sinceridad.

EL RINCÓN DE LAS SERIES

Tercera separación: Eta, el final del silencio
La separación aquí es la de un país de otro país. Una independencia nunca alcanzada en nombre de la cual se permitían todo. Hasta el asesinato, mejor dicho, 826 asesinatos que ETA llevo a cabo en los cincuenta años de vida de la banda terrorista. La serie está dirigida por Jon Sistiaga y se puede ver en Movistar. Sin seguir un estricto orden cronológico, la serie de siete capítulos recorre la historia de ETA desde que el 7 de junio de 1968, cometió su primer asesinato matando al Guardia Civil José Pardines, hasta el 3 de mayo de 2018, cuando un comunicado de la banda anunciaba la disolución de sus estructuras. Entre esas dos fechas, se extienden 50 años de terror, miedo, dolor, treguas, indiferencia, desprecio, negación y vacío. Patria de Fernando Aramburu ya puso el dedo en el gran agujero negro de la sociedad en Euskadi. Pero la serie de Sistiaga va mas allá al dar voz y rostro a las víctimas (de todo tipo) que trajo consigo esta violenta y terrible idea.
El primer capítulo es un poco mas largo, se titula Zubiak es decir Puentes, y es eso lo que intenta trazar entre la mujer de un asesinado y uno de sus asesinos, condenado a 47 años de cárcel. El encuentro entre estas dos personas ocupa casi el tercio al final del capítulo y es absolutamente emocionante en su cotidianidad y sinceridad. El segundo capítulo se adentra en los extorsionados económicamente por la banda a lo largo de los años. El tercero es, para mí, el mas estremecedor. No solo porque está centrado en el asesinato de Miguel Ángel Blanco, uno de los más crueles, innecesarios y absurdos de la historia de ETA, que marcó un antes y un después en la respuesta de la sociedad a sus crímenes. Me ha impresionado porque comienza en una clase en la Facultad de Derecho de Vitoria, con alumnos de 21 años, nacidos el año que mataron a Miguel Ángel Blanco, que no saben quién era, nunca han oído hablar de él y apenas tienen una vaga idea de lo que era ETA. Esto tiene una doble lectura. La positiva: ésta generación mira al futuro y no carga con el peso de una historia reciente negra y muy traumática. Pero también tiene una negativa: ésta generación está construyendo ese futuro sobre el olvido de lo que sucedió y en la ignorancia de lo que llevó a cometer terribles barbaridades. Yo creo que no hay que vivir en el pasado (toda la historia con Franco me horroriza, no ha servido mas que para resucitarlo) pero también creo que hay que conocer el pasado precisamente para evitar caer en los mismos errores. La historia está ahí para conocerla, estudiarla, asumirla y sacar lecciones. No para olvidarla o ignorarla.
El resto de los capítulos son igualmente interesantes. El que se ocupa de reconstruir los orígenes y las traiciones internas de la organización. El que recorre los Años de Plomo, los ochenta y noventa, cuando ETA mataba a 100 personas al año, políticos, policías, guardias civiles, gente de la calle, son los años del atentado de Hipercor en Barcelona, de la muerte de Gregorio Ordóñez, de Ernest Lluch. En el Epílogo, se  intenta entender dónde estamos ahora mismo y un último capítulo, Las terceras generaciones, da voz a los hijos de las victimas de uno y otro lado, niños y adolescentes cuando sus padres murieron. Esta conversación a cuatro es un rayo de esperanza, una forma de trazar los puentes de los que se hablaba en el primer capítulo de la serie. Un no olvidamos, pero seguimos adelante.
Impresionante lección de historia moderna, filmada en libertad, rompiendo el silencio y dando voz a los que durante años no tuvieron voz en Euskadi, ETA el final del silencio es una serie que tendrían que enseñar en los colegios de toda España.









2 comentarios:

  1. Querida Nuria,
    Me ha impresionado una serie tan necesaria y valiente, que empecé a ver con cierto recelo después del primer capitulo, pero ha ido creciendo en los demás, sin artificios y permitiéndonos escuchar, por primera vez y si se quiere algo edulcorada, la voz del "otro lado". Por ponerle algunos pero: todavía me resulta algo chocante que un asesino se siente con la esposa de su asesinado a charla sobre cómo lo mató entre lechugas y un buen vino. Por supuesto, que cada uno gestiona su dolor como quiere, pero a mi me siguen activando ciertos niveles de resistencia emocional y ética determinados espectáculos televisivos. Otra lastre, ciertamente menor, me parece la forma de hacer alguna preguntas de Sistiaga, demasiado afectada, que lastran conversaciones apasionantes y, por último, el sentar en una mesa al mismo nivel de víctima al hijo de un asesino con otros tres, lo que el hijo de Eslepe delimita de forma tan certera, elegante y educada en un momento memorable de la conversación del último capítulo.
    Todo un acierto la serie porque mucha gente debe ser que si España no cedió a cuarenta años de chantaje brutal con un grado de barbarie tan despiadada, no lo va a hacer ante experimentos precocinados en Harvard y en la Sexta News (incluido nuestro Roger Ailes particular -colosal La voz más alta-), por muy excéntricos y tremendistas que sean.
    Un abrazo.

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    1. Completamente de acuerdo en lo que dices. Sistiaga es a veces demasiado protagonista y cuesta creer algunas situaciones. Pero es impresionante lo que cuenta y lo que no cuenta. Ojala hubiera mas trabajos así.

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