(un cuadro de Ramon para evocar el paisaje)
Me cuesta un poco ponerme a
escribir esta entrada. Pero hay algunas cosas que tengo claras antes de hacerlo:
-No quiero hablar de libros,
series, o películas sobre epidemias, contagios, distopías que estamos viviendo
en directo, ya hay muchas recomendaciones en todas partes de este tipo de
historias que yo, personalmente, no quiero consumir ahora mismo.
-No quiero contribuir a la
depresión y la tristeza generalizada que se va extendiendo como una mancha de
aceite.
-No quiero agobiarme por no
poder consumir toda la oferta on line que se ha puesto a mi alcance. Ahora más
que nunca, quiero aprender a ser selectiva. Si algo nos puede enseñar este
bicho es a vivir de otra manera y mal lo haremos si trasladamos el consumo
compulsivo de lo que sea a las redes y el ordenador.
-No quiero perder el contacto
con la gente aunque sea distancia. Así que cada día, mando wasaps o mails a
distintas personas, no siempre a las mismas, no hay que agobiar, pero sí a unos
u a otros. Recordar que estamos aquí, aunque sea cada uno en su cubil.
Escribir este blog también es
una manera de estar en contacto con la gente, pero eso no me impide preguntarme
¿De qué voy a hablar esta semana?
Aún no lo sé, por eso intento
buscar como encarar esta entrada que escribo el viernes 20, día 5 de
confinamiento. Y lo hago con algunas recomendaciones que me hago a mi misma
cada mañana.
-No veré más que un Telediario
al día. Dejo que cada uno decida con que se quiere des-informar. Pero de verdad
que es bueno para la salud. Uno solo, al mediodía o por la noche.
-Leeré los periódicos on line
en diagonal. Es decir de forma selectiva, escogiendo muy bien los periodistas
de los que me fio, no leyendo el periódico de arriba abajo. Y en ese sentido una
recomendación. Ver las viñetas de El Roto y de Peridis en El País, es una buena
manera de empezar el día.
-Intentaré trabajar en la
medida de lo posible. Yo estoy acostumbrada a trabajar en casa, para mí, es lo
normal. Pero estos días me encuentro con una enorme dificultad para hacerlo. No
me puedo concentrar, no tengo la capacidad de abstracción necesaria para
escribir, para pensar. Es algo insólito y con lo que no contaba. Pensaba que durante
este aislamiento, tendría todo el tiempo del mundo para hacer lo que tengo que
hacer e incluso para hacer lo que me apeteciera hacer. Cada mañana, como he
hecho siempre, escribo en un papel las tareas que tengo para ese día (mi vida
laboral es tan dispersa, que si no me organizo así es difícil cumplirla). Pero
cada noche me doy cuenta de que prácticamente no he hecho nada de todo lo que
me había propuesto. Y no he salido de casa más que a comprar al super tres
cosas que me faltaban. ¿En qué se me ha ido el tiempo? Esa es otra consecuencia
indirecta que seguro me (nos) pasará factura en algún momento: el tiempo
perdido, que no es lo mismo que el tiempo dedicado a no hacer nada. No hacer nada porque quieres, es bueno, pero no hacer nada porque no puedes, genera frustración.
-No quiero colgarme de las
plataformas. Me he impuesto un régimen de series. Solo dos o máximos tres
capítulos al día. No más, (reconozco que no siempre lo cumplo, pero eso no
quita para que me lo proponga). Este es el momento de descubrir series nuevas
escondidas en las profundidades de las plataformas o de rescatar series míticas
y volver a verlas. Pero no con glotonería. Apreciando cada capítulo como
apreciamos la comida cuando comemos por placer y no solo para alimentarnos.
-Ver películas. Una al día, no
más. Y lo digo yo que en ni vida cotidiana, la de antes, podía ver hasta cuatro
películas al día. Pero ahora no. Ahora, como mucho una. Y si es posible un
clásico, entendiendo por clásicos desde los del Hollywood dorado, (Ford,
Hitchcock, Hawks, Wilder...) a los europeos (Truffaut, Tarkovski, si se está de
humor, Visconti, ...) o los españoles (buen momento para recuperar a Berlanga o a
Fernán Gómez). Pero también los clásicos más contemporáneos: Spielberg, Coppola,
Scorsese, o el cine más cercano que ayuda a vivir, pienso en Wes Anderson, por
ejemplo. O lo que cada uno quiera y necesite: un día una comedia, otro día una película
de guerra…
-Leer libros, artículos o
textos relacionados con mi trabajo para no perder el ritmo profesional. Pero
también leer o releer novelas de las que ayudan a vivir. Hay muchas, aunque
para eso, como para todo lo demás, hay que tener la cabeza tranquila y, de
momento, es lo que me cuesta más. Es algo nuevo que tengo que aprender. Aprender
a dejar de lado el “tengo que…”, e intentar centrarme en el “quiero”.
No “tengo que…” hacer nada de
todo esto, pero “quiero” hacer cada día algo de todo esto para conservar el
equilibrio.
Veo que al final me ha salido
una entrada para este primer domingo de primavera.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
Ahora, más que nunca, esta
sección del blog se convierte en necesaria. Ahí va mi recomendación de esta
semana.
Un libro y una serie: La verdad sobre el caso de Harry Quebert,
de Joël Dicker. La serie se llama igual y se puede ver en Movistar. El libro es
muy interesante en su construcción y lenguaje. Hay un misterio, el pasado y el
presente se entrelazan. Hay escritores que escriben y escritores que no
escriben. Una casa en la playa, una amistad, un crimen y una crisis. La serie
está dirigida por Jean-Jacques Annaud y sigue bastante fielmente el libro. Los
actores elegidos están bien. Patrick Dempsey asume el rol del personaje principal,
Harry Quebert, en dos edades distintas. Mejor en el pasado que en el presente,
consigue de todos modos hacernos entender las contradicciones de un escritor
que esconde un doble secreto. Ben Scnetzer es el escritor joven envuelto
en el misterio del asesinato que es el centro de la historia. El libro es muy
adictivo (no sé si puede encontrar en Internet) y muy entretenido, algo que se
agradece en estos momentos. La serie, sin ser una obra maestra, es de las que te invitan a seguir
viéndola. Sus diez capítulos son perfectos para la recomendación de dos
diarios. En una semana de confinamiento, la vemos entera.
Y de momento nada más.
Intentemos que de todo esto salga algo bueno.
Muchas gracias Nuria.
ResponderEliminarUna de las cositas buenas de esta primavera "rara" es que no leo tu blog (u otros de mi interés) con "bulla", sino que me detengo en cada palabra y reflexión. Gracias por compartir tus auto-límites, son grandes consejos.
Espero que estéis bien, un abrazo desde Arcos.