sábado, 22 de agosto de 2020

ROSA(S)

 

Esta semana Iciar Bollain, Alicia Luna y Candela Peña nos invitan a una boda, La boda de Rosa. Yo me he sumado a la alegre y berlanguiana comitiva que acompaña a Rosa a casarse en la playa, vestida de rojo, en una ceremonia de autoafirmación que no todos comprenden, que algunos comparten y otros son incapaces de asumir. Rosa se casa y se compromete a respetarse, a quererse y a no dejarse dominar por los demás, se compromete a luchar por sus deseos y cambiar de vida. Porque Rosa ha apretado el botón nuclear y ha dejado atrás todo lo que la rutina y la cotidianidad había ido acumulando en sus espaldas. Las nuestras, las de ella, las de todos. Y a los 45 años, decide que ya basta, que va a empezar de nuevo. Su padre, su hermano, su hermana y su hija al principio no son capaces de entenderlo, pero poco a poco van dándose cuenta de que ellos mismos tienen que apretar sus propios botones nucleares. Rosa, es decir Candela, es decir Iciar, es decir Alicia, transitan desde la grisura rutinaria y agobiante de la vida en Madrid a la alegría mediterránea y luminosa de un pueblo valenciano. Porque esta boda solo puede ser mediterránea, valenciana y berlanguiana, aunque sus orígenes estén en el lejano Japón donde este tipo de bodas no son nada extraordinario. Viendo la película y pensando en esa boda, me di cuenta de que un año después del rodaje no se habría podido hacer igual. En los tiempos del virus con nombre de mascota, a la boda de Rosa no habría podido asistir todo el pueblo, ni los primos de Pamplona, ni se habrían podido besar y abrazar con la mascarilla puesta. Esta es una mas de las muchas cosas que nos ha robado este virus que nos ha hecho apretar el botón nuclear de nuestras vidas aunque no de forma voluntaria, feliz y constructiva como Rosa, sino forzados por las circunstancias. Esta misma semana de la boda de rojo, dos amigos muy cercanos me han dicho por teléfono “tengo que cambiar mi forma de vida”. Como hace Rosa, pero en su caso porque los dos han visto como la vida que creían segura y asentada, se ha ido de paseo a otro sitio. La de ellos y la de casi todos. Pero volvamos a Rosa y su boda en esta película alegre, positiva, que enfila el futuro con ilusión y sobre todo con respeto por uno mismo.Yo creo que todos deberíamos casarnos como Rosa al menos una vez en la vida. Pero lo mejor de esta comedia agridulce que provoca sonrisas de complicidad, es su extrema sencillez. Si he de hacer una frase diría que en su sencillez está su grandeza. No hay nada impostado, no hay sermones, no hay lecciones. Esta boda playera es una fábula moral (no moralista), poco convencional e inesperada. He oído algunos comentarios un poco escépticos con Rosa, que le falta un poco de tensión,  un punto de intriga. Para mí, en cambio, es eso precisamente lo que más me ha gustado, que todo fluye con naturalidad, que las reacciones de los personajes son las que podríamos tener cualquiera de nosotros enfrentados a una situación tan surreal como la que plantea Rosa. Y en ese fluir se incluye el bilingüismo valenciano/castellano que se utiliza con total naturalidad en la historia de estas flores de este mundo, Rosa, Violeta, la madre muerta que se llamaba Amapola e incluso Lidia, la hija, que es la flor que mas me gusta. Porque Lidia es la que tiene la oportunidad de relanzar su vida mucho antes de perder mas años tontamente. Candela Peña está estupenda con su tierna mala leche, su cansancio, su falta de aire, Nathalie Poza y Sergi López bordan sus papeles de fracasados pero no hundidos y Paula Usero asume el difícil papel de hija de Rosa y madre de unos gemelos tiránicos. Rosa y Lidia transitan de la oscuridad a la luz, como lo hacían en cierto modo Trini y La Niña. Veinticinco años después de su viaje iniciático en Hola ¿estás sola? Trini/Rosa/Candela vuelve a la playa para encontrar de nuevo el camino. Felicidades a todas las Rosas¡¡¡


Las chicas Gilmore

La boda de Rosa me ha hecho recordar una serie de hace veinte años con la que tiene mas de un punto de conexión, aunque suene raro. Se trata de Las chicas Gilmore, una serie que empezó a emitirse en octubre del año 2000 y duró hasta el 2006, con una especie de epílogo de cuatro capítulos en el 2016. Las chicas Gilmore son Lorelai y su hija adolescente Rory. Lorelai tuvo a Rory con 16 años y desde entonces, como Rosa, se comprometió consigo misma a sacarla adelante con su esfuerzo. Cuando las conocemos, Lorelai tiene 32 años y Rory 16 y está apunto de cambiar su vida al empezar a ir a un caro colegio que le pagan sus abuelos con gran disgusto de su madre. Las chicas Gilmore viven en Stars Hollow, un pueblecito de Nueva Inglaterra. Forman parte de una alegre, solidaria y también conflictiva comunidad en la que destaca Luke, el adusto dueño del café mas famoso del pueblo donde, por cierto, no hay wifi. Eterno enamorado de Lorelai, Luke sabe que ella le quiere pero no puede hacer nada ante su firme autocompromiso. Sookie es la mejor amiga de Lorelai, una estupenda y divertida cocinera, Lane, una chica coreana, es la mejor amiga de Rory. Pero todo el pueblo tiene un papel en la vida de las chicas Gilmore que transitan cada temporada a lo largo de un año entero de sus vidas. Es una serie que los mas jóvenes no conocerán y muchos de los mas mayores tampoco. Políticamente incorrecta, estas chicas tenían muchos fans pero también muchos arrugadores de nariz. A mi me encantaba y de vez en cuando vuelvo a ver la primera temporada, la mas fresca de todas. Creo que Rosa y Lorelai harían buenas migas, como creo que Rory y Lidia tendrían mucho de qué hablar. Si quieren olvidarse un rato del bicho de marras, y de su propio botón nuclear, vean la película y disfruten con la serie que se encuentra entera en Netflix.

 

Festival de Málaga

La boda de Rosa ha inaugurado este viernes el Festival de Málaga que tuvo que ser aplazado en marzo por culpa del confinamiento. Veremos a ver como se desarrolla. Es la primera prueba de fuego de los grandes festivales. El BCN Filmfest de Barcelona abrió el camino y se arriesgó a ser presencial. Pero Málaga es un festival mas complejo. Escaparate del cine español, concentra en la ciudad a toda la industria nacional y eso implica mucho movimiento, muchos viajes, mucha gente de Madrid. Además de atraer cada año a mas y mas público. Habrá que ver como organizan los pases, como montan las ruedas de prensa, que sucede con las alfombras rojas (al final las han suprimido del todo). Muchas incógnitas que espero se salden con un gran éxito. Las películas que se verán en Málaga en sus distintas secciones tienen un componente antropológico añadido: son las últimas producciones realizadas “antes del bicho”. Retrato de una España, un mundo en realidad, que ha cambiado completamente en apenas seis meses. Los que puedan disfrútenlas en los cines de Málaga, los demás, crucemos los dedos para que las podamos ver pronto en salas de cine.

 

El regalo de esta semana es una rosa, no podía ser de otra manera, enfrentada a la cuerda de la que se ha liberado.


 

2 comentarios:

  1. Bonita reflexión, van a hacer falta muchas rosas rojas. Muchas cosas van a estar en desuso y serán solo recuerdos. Que miedo da!!

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  2. "La boda de Rosa" me ha gustado mucho, me ha parecido luminosa, tierna, tragicómica... Con sus actores en estado de gracia, de todos ellos me quedo con Nathalie Poza, que es la gran robaescenas de la historia.

    Y también soy muy fan de "Las chicas Gilmore".

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