Christopher Nolan está entre los
directores que más me han interesado en los últimos veinte años. Tres de sus
películas se cuentan entre las que más me gustan del siglo XXI. La fundacional Memento, la compleja Origen y la emocionante Interstellar. Sus tres Batmans superan cualquier concepto del
cine de superhéroes y Dunkerke es un
prodigio del uso del tiempo, dimensión desconocida que le ha obsesionado
siempre. Siento decir que Tenet no
pasará a engrosar esta lista de favoritas. Tenet
lo tiene todo, es espectacular, –la secuencia inicial en la ópera es difícil de
superar–; es adrenalínica como todo buen blockbuster; está espléndidamente
filmada, la banda sonora atronadora y excesiva es la que necesita. Pero…, pero
sin embargo hay algo que falla. Y falla lo más elemental en cualquier película,
desde los Lumière hasta ahora mismo, la historia. Casi al principio de la
película hay una conversación entre una investigadora y El Protagonista sin
nombre. La investigadora le dice al héroe: “No trates de entenderlo, siéntelo”.
Es como si Nolan advirtiera a los espectadores que no intenten entender lo que
pasa, que se dejen llevar por el enorme tren eléctrico con el que se ha puesto
a jugar. El problema para mi es que, lamentablemente, lo entiendo todo mucho
mas rápido de lo que querría y lo siento mucho menos de lo que me gustaría. La
premisa de Nolan, que sigue con el tema del tiempo más presente que nunca, es
super atractiva, estimulante, misteriosa, magnífica: la teoría del tiempo
invertido. La posibilidad de ir del efecto a la causa (Irreversible de Gaspar Noé ya contaba algo así), se entremezcla con
los viajes en el tiempo: al futuro lejano de donde llegan los restos de un
naufragio temporal y al pasado más cercano que todavía es factible de ser
modificado (por ejemplo, piensen si pudiéramos viajar al momento en que un
maldito murciélago con el virus mordió a un maldito pangolin asqueroso que acabó
en un mercado chino y de allí saltó a unos y a otros contaminando al mundo
entero. Si se pudiera volver a ese punto y eliminar todos los murciélagos, a lo
mejor no habría pasado nada, o si, vaya usted a saber). En todo caso, Nolan
plantea esta posibilidad de la inversión temporal, la convivencia en un mismo
plano de dos tiempos distintos, la paradoja de estar en dos sitios a la vez.
Elementos narrativos y científicos que me apasionan y siempre han estado
presentes en mi imaginación y en mis ficciones. ¿Entonces? ¿Por qué no me gusta
Tenet todo lo que debería gustarme?
Creo que porque toda esta estructura teórica está puesta al servicio de una pobre
historia de espionaje. En todas las críticas que he leído se hace referencia a
James Bond y todas tienen razón en eso. El Protagonista es, una especie de James
Bond del siglo XXI con un Dr No actualizado con la parafernalia de un artefacto
carísimo, sin que haya ni una sola de las sutilezas narrativas necesarias para
hacerlo más interesante. Que me haya decepcionado Tenet no significa que no sea un título importante, uno de los más
esperados de este año raro. Y mucho menos significa que no siga confiando en
Nolan como uno de los mejores directores del siglo XXI. Espero con ganas, su
siguiente aventura sea la que sea.
Abou Leila
Mucho menos grandiosa que Tenet, Abou Leila comparte con el film
de Nolan dos cosas: la aventura de dos amigos contra el mundo; la utilización
del tiempo como elemento distorsionador. Más allá de eso, cualquier parecido
entre las dos es: ninguno. Abou Leila
es la primera película del director argelino Amin Sidi-Boumédiêne. Se estrenó
en Cannes del año pasado y desde entonces ha ido cosechando premios y buenas
críticas en todas partes. Hace unos meses se pudo ver en el D’A Film Festival
de Barcelona donde ganó el Premio de la Crítica. La historia pasa en Argelia
1994, pero podía pasar en Marte 2.699. La violencia que desencadena este viaje
alucinante al corazón del desierto, es lo de menos. Lo que hace hipnótica esta
aventura es seguir a S y su amigo Lofti en busca de un perdido Kurtz imaginado
a través del desierto. Se ha hablado de Lynch y de Antonioni. Ahí están los
dos, seguro, pero no es por eso que esta película es fascinante. La
justificación del Premio de la Crítica decía que se le concedía: "por su
capacidad de arriesgarse con unas imágenes que, con la mediación de lo onírico,
transitan entre lo real y lo simbólico cuestionando una forma de masculinidad
ligada al ejercicio de la violencia". Abou Leila, es también eso, pero
insisto es mucho más. Una road movie alucinada en la que se enfrentan dos personajes,
uno que intenta conservar la cordura y otro que se pierde en los laberintos de
la locura. Un film impresionante que merecería no pasar desapercibido.
DEVS
(HBO) y Dark (Netflix)
El estreno de Tenet me da pie a recordar dos series
muy poderosas que se pueden ver en HBO y en Netflix. Dos historias que juegan
con el tiempo, con la posibilidad de ir adelante y atrás, con el misterio de
convertir la realidad en un plano desdoblado. Son muy distintas entre sí, una
es americana y la otra es alemana. Se trata de DEVS y de Dark
DEVS
Un resumen de su historia
diría: Lily es ingeniera informática en Amaya, una empresa
tecnológica de Silicon Valley dirigida por el enigmático Forest. Lily vive con
Sergei, un ingeniero cuántico que también trabaja en Amaya. El día que Sergei
empieza a trabajar DEVS, el centro secreto donde se investiga un misterioso
proyecto, desaparece sin dejar rastro. Lily no se cree que Sergei se haya
suicidado como quieren hacerle pensar. Y sin darse cuenta, se ve envuelta en
una trama donde se combinan las conspiraciones con la inteligencia artificial,
la física cuántica con los viajes en el tiempo. La serie creada por Alex
Garland insiste en los temas que le son más afines: los universos paralelos, la
inteligencia artificial, el poder de los creadores de Silicon Valley, aislados
en sus laboratorios tecnológicos donde llegan a creerse dioses. Es en este
contexto donde se desarrolla un thriller de conspiraciones, cruzado con una
doble historia de amor y la incapacidad de asumir la pérdida de un ser querido.
Todo ello dominado por una poderosa máquina capaz de ver el pasado y de prever
el futuro. La complejidad de la historia que explora las teorías del multiverso
de Hugh Everett, se corresponde con los escenarios escogidos, edificios
futuristas inspirados en el espacio sagrado de la Kaaba en la Meca, con
interiores dorados y laberínticos como los de las pirámides de Egipto, espacios
de una gran belleza a los que se llega después de atravesar un bosque de secuoyas
gigantes rodeadas de halos de luz a los pies de la estatua gigantesca y
amenazadora de una niña con los brazos abiertos. El primer capítulo es muy desconcertante,
no sabemos dónde estamos, el protagonista muere a la mitad y hay varias tramas
que se abren sin que sepamos por dónde irán. No hay que dejarse asustar por
este complejo primer episodio, en cuanto Lily toma las riendas de la historia,
todo se va acomodando en su sitio sin dejar espacio al azar. Vale la pena
seguirla hasta el final. No importa que no se entiendan los conceptos físicos
que maneja, lo que si se entiende es el conflicto ético que plantea. ¿Tenemos
derecho a ver el pasado? Y sobre todo ¿Tenemos derecho a ver el futuro?
Dark
La
serie alemana tiene tres temporadas y 26 episodios que se cierran con un final
conclusivo. Podía alargarse eternamente, pero los creadores optan por acabarla
de una manera coherente. Estamos en Widen, una pequeña ciudad alemana cerca de
una central nuclear, rodeada por un bosque donde hay una cueva. Empieza en
junio del 2019 de una manera brutal: un hombre se suicida y deja una nota enigmática
para su hijo Jonás. A partir de aquí, la historia se retoma meses después con
la desaparición de Mikkel, un niño de once años. Este es el punto de partida de
una aventura que, como un árbol, se ramifica hacia el futuro y se enraíza en el
pasado, enlazando un extraño misterio a lo largo de períodos de 33 años entre 1921, 1953, 1986, 2019 y 2052. Cuatro familias se ven
envueltas en esta paradoja temporal en la que hay dos puertas para viajar en el
tiempo: la cueva que conduce a las distintas épocas y la enigmática caja temporal.
Dark es mucho más sencilla de lo que parece, solo hay que dejarse llevar por la
historia, prestar un poco de atención a los personajes y disfrutar de una trama
que se mueve arriba y abajo. Dark,
como Tenet y DEVS, intenta demostrar que no es bueno asomarse al futuro y que es
peligroso, aunque quizás sea necesario, alterar el pasado.
El
regalo de esta semana es, como no, un cuadro del infinito.
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