El 18 de julio de este año
murió Juan Marsé y los periódicos se llenaron de artículos sobre él y su obra,
unos mejores que otros. Se lo merecía. Fue y será siempre, uno de los mejores
escritores en lengua castellana, seguramente el mejor cronista de la Barcelona
del siglo XX. Sus libros se leerán siempre, como los clásicos. Yo no llegué a
conocerle, pero sus novelas me acompañaron desde los 16 años, a veces me
gustaban mucho, otras me gustaban menos, luego me volvían a gustar. Pero no era
un problema del libro, la que cambiaba era yo y mi percepción del mundo y su
literatura. Vivo en el Guinardó y conozco los paisajes del Pijoaparte de
primera mano. He visto como cambiaba el Carmelo, el Parc dels Tres Turons, el parque del
Guinardó. Su geografía es un poco la mía. La de Gracia no tanto. No he sido
nunca una fan del barrio de la Festa Major. Pero reconozco la Barcelona de
Teresa, la de Montse, la de Rabos de lagartija. Es también mi Barcelona.
Se ha escrito mucho estos días
sobre Juan Marsé. Ha habido de todo, artículos buenos, malos, sinceros,
banales, importantes, envidiosos, dolidos. De todo lo que he leído me quedo con
dos artículos, el de Joan de Sagarra en La
Vanguardia, porque es de una sinceridad emocionante; el de Antonio Muñoz
Molina en Babelia, porque se acerca a
su obra desde la admiración del que sabe lo difícil que es escribir.
Joan de Sagarra. La Vanguardia, 26 de julio del 2020
“Se murió, se nos murió Juan
Marsé, el enorme fabulador, “el último clásico de nuestra novela”, como leíamos
en la portada del ABC, pero, para mí, además del enorme fabulador, del último
clásico, se me ha muerto mi mejor amigo, Joan Marsé i Carbó. ¿Amigo? Marsé lo
veía así: “Lo que sí recuerdo de Joan” (es decir, de mí), escribió hace más de
treinta años, “es su espontánea predisposición a la amistad, o por mejor decir,
a la complicidad. De hecho, durante muchos años, lo que ha marcado nuestra
relación ha sido, en no pocos aspectos, la complicidad. Hemos sido cómplices de
la madrugada y de sus ritos, cómplices en la alegre transgresión social de los
sesenta y setenta (alguna bien sonada, como recordará el propio Joan), en el
copeo y en las discusiones con amigos, y en las filias y en las fobias, yendo
al cine o al teatro, pasándonos libros y discos y alcoholes varios, cómplices
en la adoración a la Piaf y a Chéjov, a Simenon y a Simone Simon, a Pla y a
Camus, a Sinatra y a Gloria Graham, a Arletty y a Pépé Le Moko…”.”
Antonio Muñoz Molina. Babelia, 25 de julio
“El espíritu de la novela es
la mirada ácida y asombrada que Juan Marsé mantuvo siempre: no dejar nunca de
disfrutar de la belleza de las fábulas de la literatura o del cine, y salir
luego a la calle y fijarse en todo lo que pasa para poder contarlo tal como es,
o convertirlo en materia de una novela. No ha habido nadie como él.”
Además de estos artículos he
tenido la suerte de leer una larga entrevista inédita que el periodista y
novelista Quim Aranda le hizo al escritor en el año 2000. Es una lección de
literatura en toda regla. Un diálogo de escritor a escritor que Aranda enmarca
perfectamente cuando dice:
“Ens vam trobar a la seva casa de Calafell el
juny de l'any 2000. L'excusa era la publicació de Rabos de lagartija.
Però en realitat, el que jo volia era robar-li els seus secrets Sobretot, el
secret de la recepta de l'escalivada. No en vaig treure l'entrellat i ara hauré
d'esperar a què s'obri la caixa que va deixar a la Biblioteca Nacional quan va
rebre el Premio Cervantes.”
De la entrevista titulada Al
final, tot va a l’oblit
, Juan Marsé, entrevista inèdita vint anys després, extraigo
dos respuestas muy lúcidas:
“No. No
em desanimo fàcilment. Sóc molt pacient i estic segur i convençut que al final
aconseguiré, més o menys, el que vull. Dic més o menys perquè mai acaba de
ser... Per a mi, tota novel·la implica un fracàs, en el sentit que la idea
inicial que tens acaba convertint-se en una ombra bastant pàl·lida...
Vist objectivament, un pensa:
“Si el llibre no s’aguanta ni deu anys, o cinc anys, malament”. La prova de foc
per a un llibre és el temps. I sí, molts llibres van a parar a l’oblit. Però jo
em referia a què tot ha d’acabar en l’oblit perquè tot acabarà, fatalment, en
l’oblit. Però preservar de l’oblit determinades coses que tenen que veure amb
la vida d’un, amb la vida d’una ciutat, d’una comunitat... Home, hi ha alguna
cosa d’això.”
“En realitat, això toca el fons de la qüestió
el tema de la ficció literària. És poc important que el que hi hagi al fons
d’una novel·la correspongui a un fet real. Poc important. L’important és que
sigui creïble, que sigui veritat quan un ho llegeix. No que hagi passat.”
La
muerte de Marsé me hizo recordar un estupendo documental de Augusto Martínez
Torres del año 2012 que se puede ver en Filmin. Se llama Juan Marsé habla sobre Juan Marsé. Cuando lo vi en los desaparecidos
Cines Méliès de Barcelona, escribí en el blog un texto que recupero ahora:
27 de enero del 2013
Me
encantan las entrevistas. Me gusta muchísimo hacerlas y me gusta muchísimo
escucharlas o verlas. Pero detesto esa moda de hacer entrevistas en televisión
con una cámara enloquecida que no para de moverse, de hacer encuadres
imposibles, de mostrar el cogote del entrevistado. O la manía de ilustrar a
toda costa la entrevista con imágenes que a veces vienen a cuento y otras no.
También me parece horrible el uso que se hace de músicas enlatadas que casi
nunca tienen sentido. Hace un tiempo, propuse a diversas televisiones un
programa de entrevistas a directores de cine en los que no se utilizarían
secuencias de películas. Solo la entrevista, dejarlos hablar, expresarse con el
cuerpo, la mirada, los silencios. No lo aceptaron, naturalmente. Augusto
Martínez Torres ha conseguido hacerlo y lo enseña en cines, no en la tele. Lo
ha hecho con una entrevista a Juan Marsé realizada durante ocho horas
durante dos jornadas. Una entrevista en plano fijo que es puro cine por el
encuadre, el suspense (el tiempo que va marcando el reloj de pulsera del
escritor) y el uso del sonido y los silencios. No voy a hablar aquí de lo que
cuenta Marsé, suficientemente conocido ya. El documental se puede ver en
Barcelona en los cines Méliès y espero que se pueda ver en otras ciudades
dentro de poco. Solo voy a destacar una cosa. Casi al principio de la
entrevista Marsé hace referencia a una película que le gusta mucho, Encadenados
(Notorius) de Alfred Hitchcock. Cita en concreto un diálogo del
principio del film que dice:
I.B. ¿Por qué debería hacerlo?
I.B. ¿Por qué debería hacerlo?
C.G.
Patriotismo
I.B.
Esa palabra me hace daño. No gracias, no me interesa el patriotismo, ni los
patriotas. Llevan la bandera en una mano y te roban con la otra.
No recordaba ese diálogo escrito por Ben Hecht y la verdad es que me impresionó que en una película americana de 1946 se hiciera un diagnóstico tan certero de lo que está pasando ahora mismo a nuestro alrededor. Da igual que las banderas tengan tres o cinco barras, estrellas o águilas, casi todos la enarbolan en una mano y con la otra se llenan los bolsillos.”
No recordaba ese diálogo escrito por Ben Hecht y la verdad es que me impresionó que en una película americana de 1946 se hiciera un diagnóstico tan certero de lo que está pasando ahora mismo a nuestro alrededor. Da igual que las banderas tengan tres o cinco barras, estrellas o águilas, casi todos la enarbolan en una mano y con la otra se llenan los bolsillos.”
El documental de Augusto
adquiere con la muerte del escritor un valor añadido, se convierte en memoria.
Vale la pena verlo y escucharle desgranar su vida y sus libros con una
naturalidad desarmante. Es un placer.
https://www.filmin.es/pelicula/juan-marse-habla-sobre-juan-marse?origin=searcher&origin-type=primary
(el libro de AMT en buena copañía)
Marsé, libros, cine y salas de
cine, todo me ha llevado a recuperar un libro de Augusto Martínez Torres del
que todavía no había hablado en el blog. Es un libro de historia del cine, pero
también de memoria personal y sobre todo es una ficción que se alimenta de la
verdad del autor. Se llama El cine de las
sábanas blancas, publicado el año pasado por Huerga&Fierro editores. El
pequeño resumen de presentación dice: “A lo largo del tiempo y el espacio, en
un deambular por Madrid de un cine a otro, intentando recordar locales de otro
siglo, restos de un pasado desaparecido, el narrador entremezcla historias del
cine, memoria de algunas películas,
anécdotas vividas en ellos, las chicas que lo acompañaron en sus
correrías, antes de llegar al cine de las sábanas blancas, entre verdades, que
parecen mentiras, y mentiras, que intentan parecer verdades.” Hay que reconocer
que llamarse Augusto y tener un hermano que se llama Luis, era toda una
declaración de principios para que los dos niños que crecieron en la España de
los años 40 y 50 que encontraran en los cines de barrio de Madrid un refugio
para soñar y cuando crecieron, en el
caso de Augusto, para convertirse en su profesión como crítico, guionista y
director de cine. Cuando leí el libro le escribí a Augusto un e-mail escrito con
toda la sinceridad del mundo:
“Ayer acabé de leer El cine de las sábanas blancas. Me ha
costado un poco, tengo que reconocerlo. La verdad es que no sé si me gusta o
no. Es un libro desconcertante, esperas encontrar una crónica de los cine de
Madrid, y te tropiezas con una crónica sentimental de tus andanzas eróticas
(reales o inventadas, da lo mismo). Esperas encontrar unas memorias personales
sobre tu relación con las salas de cine y te encuentras con una
minuciosa descripción de los edificios y de su historia. Esperas encontrar una
historia del cine y te salta una especie de mirada transversal a través de las
películas. Las tres líneas narrativas se mezclan sin fronteras entre sí creando
un texto extraño, ambiguo, raro, al que tu peculiar escritura, con
una gramática absolutamente libre de cualquier traba, no se si ayuda
o complementa la rareza. Hay ratos que he disfrutado, otros me he sentido un
poco agredida, la mayor parte del tiempo visualizaba los espacios y los imaginaba. Ha
sido una lectura especial, difícil de definir. Como es difícil
de definir el género del libro al que no dudo en calificar de “augustiano”.
Me asombra que hayas encontrado editor para un texto tan heterodoxo pero me
alegro que existan aún editoriales capaces de arriesgarse con libros como éste que
no se parece a nada.” No sé si Marsé llegó a leer el libro de Augusto, pero
estoy segura que le habría gustado. En el fondo y desde otra manera de
escribir, hablan de lo mismo, la infancia, los cines, el descubrimiento del
mundo, la vida…
ATLÀNTIDA FILM FEST
Seguimos sin estrenos y con
muy pocas salas abiertas (al menos en Barcelona), así que los que buscamos cine
tenemos que refugiarnos en las plataformas donde por suerte si se van estrenando
películas o se programan festivales. Como el que ha comenzado esta semana en
Filmin. Desde el pasado 27 de julio hasta el 27 de agosto, se puede ver en
Filmin toda la programación del Atlàntida Film Fest. Son películas muy nuevas,
de directores la mayoría desconocidos. Es difícil recomendar ninguna en
particular. Vale la pena arriesgarse, dejarse llevar por lo que sugieren los
textos que las apoyan y disfrutar de sorpresas inesperadas que seguro que hay
muchas.
Leer o releer a Marsé,
descubrir pelis en la Atlàntida, pueden ser dos ayudas en este agosto extraño
de mascarillas, calor y desconcierto.
El regalo de esta semana está
dedicado a Juan Marsé. Marsé tenía “un bosque de jilgueros metidos en los oídos”
es decir acúfenos. Para él es esta sugerente oreja de una serie muy desconocida
de dibujos de Ramon.
Genial la referencia a las banderas, todo lo que unen también lo separan. Deberían desaparecer.
ResponderEliminarY los que las enarbolan. Qué fea está la política! Necesita un restyling.
Me gustaría saber tu opinión sobre “el viento se llevó lo que”.
Viva Ramón!!!!