Esta semana tengo tres grandes
propuestas de las que hablar. Un estreno en salas, un estreno on line y una
serie. Las tres son, desde mi punto de vista, imprescindibles.
(seguro que Fern disfrutaba en
medio de este paisaje con árbol)
Nomadland, de
Chloe Zhao
El nombre de Chloe Zhao me
llamó la atención cuando descubrí The
Rider, una película sobre rodeos y cowboys contada por una mujer china
educada en Inglaterra. Era preciosa, uno de los mejores films del año 2018. Por
eso, cuando vi que Nomadland estaba
dirigida por ella supe antes de verla que me iba a gustar. Y me ha gustado,
Mejor dicho, me ha emocionado, y me ha dejado un poso de melancolía y una
sensación de plenitud. Como si yo misma mu hubiera fundido con Fern y me
hubiera ido con ella en esa camioneta donde guarda toda su vida. Fern es
Frances McDormand, quizás la única actriz que puede representar a la vez la
normalidad más absoluta y la emoción más poderosa. Fern es ella y ella está en
pantalla toda la película. Ella y su camioneta y todos esos seres que se cruzan
en su camino de nómada del siglo XXI. Hay algo de Jack Kerouak en Fern, también
de Jack London, pero ni la película ni el personaje son nostálgicos. Fern asume
que su mundo se ha acabado (¿quizás todos debemos empezar a pensar como ella?).
Su marido ha muerto, la empresa donde trabajaba ha cerrado, su pueblo ha
desaparecido, pero a Fern le queda su camioneta, una cajita donde conserva lo
que más quiere y la carretera. Y el cielo, el desierto, la nieve; trabajos
esporádicos y estacionales; amigos que se reencuentran. Una vida libre. Zhao
tiene una manera de contar que bebe en el Malick de Malas tierras o Días del
cielo, pero sin ningún trascendentalismo, aunque sí con una cierta
metafísica: Fern abrazando los árboles es algo mágico. Zhao tiene un estilo
propio que está más cerca de Nicholas Ray que de John Ford, aunque Nomadland es a la América de Trump, pre
pandemia pero post crisis, lo que fue Las
uvas de la ira de John Ford a la Gran Depresión. Con una gran diferencia:
Fern no se enfrenta a una sociedad y un mundo de explotadores con un mensaje de
denuncia y de combate: Fern asume que la libertad se la concede uno mismo
cuando aprende a apreciar que el mundo cabe en una cajita y en una camioneta. Nomadland es una de las mejores, si no
la mejor película del año, al menos hasta ahora. Lo que he sentido al verla es
que hay una salida. Fern la encuentra en la carretera después de perder todo lo
que no es importante: (“No es cierto que no tenga hogar, lo que no tengo es
casa” dice en un momento de la película). Yo quiero creer que también
encontraremos la salida después de la violencia del bicho que nos ha cambiado la
vida. Es posible que no sea en la carretera, dadas las restricciones que nos
imponen, pero si en nuestra mente. La imaginación es una buena carretera para
volverse una nomadland del pensamiento.
(hablé de The Rider en la entrada del 22 de septiembre del 2018)
Collective,
Alexander Nanau HBO
Este documental rumano,
estrenado en HBO, es uno de los más indispensables que he visto en mucho
tiempo. Y de los más pertinentes en estos momentos en que la sanidad está
sometida a una tensión casi insoportable y en la que se demuestra que tener un servicio
asistenciario publico es imprescindible para superar los retos que el bicho nos
plantea. Viendo Collective no he
podido dejar de hacerme una doble reflexión: el horror que debe ser padecer la
pandemia de la COVID 19 en países como Rumania; y la suerte que tenemos de
tener una sanidad que funciona bastante mejor que en otros lugares. A caballo
del thriller político, el cine de periodistas y la denuncia más contundente, Collective se inscribe en lo que podemos
llamar documental observacional. El director Alexander Nanau, que asume también
la fotografía y el montaje, decidió seguir de cerca la investigación que inició
un pequeño diario deportivo de Bucarest a raíz de una tragedia ocurrida el 30
de octubre del 2015. Ese día se produjo un incendio en la discoteca Colectiv de
la ciudad con el resultado de 27 muertos y 180 heridos. Pero lo que llamó la
atención del periodista Catalín Tolontan y su equipo, fue el hecho inexplicable
de las 37 muertes que se produjeron en los cuatro meses posteriores al incendio
entre los heridos tratados en el hospital. Los periodistas empezaron a
investigar y ahí se sumó Nanau filmándolos desde el principio sin saber lo que
iban a descubrir. Y lo que descubrieron fue que las muertes se habían producido
por una infección bacteriana hospitalaria, extendida por culpa de un
desinfectante diluido hasta veinte veces para multiplicar los beneficios
económicos. Pero esto no fue más que el principio de un trabajo de
investigación que los llevó a desenterrar una tremenda trama de corrupción hospitalaria
en la sanidad pública rumana que abarcaba desde los responsables políticos
hasta los últimos sanitarios. En palabras del documental, “un nido de mafiosos
sin escrúpulos”. Nanau tuvo la agilidad de hacer bascular el protagonismo entre
la redacción del periódico y los despachos de un nuevo ministro de Sanidad que,
ingenuamente, cree que en un año antes de las nuevas elecciones, podrá limpiar
toda la podredumbre que se acumula en un país que vive entre la herencia de lo
peor del comunismo y la implantación de lo peor del capitalismo. Entre Tolontan
y el ministro Vlad Voiculescu, Nanau no olvida a las familias de las víctimas
del incendio y la negligencia hospitalaria. Ellos abren y cierran el
documental; ellos ponen cara y emoción a una tragedia; ellos nos devuelven a la
realidad de que la corrupción (en todos sus niveles) tiene consecuencias
humanas irreparables. Espero que ellos hayan aprendido, pero sobre todo, espero
que TODOS hayamos aprendido. Cuidemos nuestra sanidad. Eso si es indispensable.
( la zona de Las Playas, principal escenario de esta nueva entrega de la
serie)
Hierro, de
Jorge Coira, Movistar
La entrada del 27 de julio del
2019, donde hablaba de la primera temporada de Hierro, acababa con estas palabras: “Pocas veces hemos visto una
historia donde los personajes avanzan con una lógica interna que los hace
completamente verosímiles. Todo encaja de una manera natural gracias a una
realización que permite respirar dentro de la atmosfera asfixiante de la isla
donde no hay secretos para nadie. Sin caer nunca en la tarjeta postal,
respetando la singularidad del lugar y sus gentes que se inscriben de forma
natural en la trama, Hierro va desentrañando un crimen y un
misterio en el que no cuenta tanto saber quién es el asesino, sino como ese
asesinato transforma las vidas de los que están involucrados en su
investigación. Hierro es una serie adictiva que no puedes
dejar de mirar, una historia que te engancha con un final redondo que no solo
no decepciona, sino que abre la puerta a que haya una posible continuidad. Una
sorpresa estupenda.” Pues bien, ya tenemos en Movistar la segunda entrega de
las aventuras de la jueza Candela Montes en la isla de Hierro enfrentada a un
nuevo caso, en esta ocasión un duro litigio de custodia de menores, sin por
ello dejar de seguir de cerca la trama mafiosa en la que estaba envuelto Díaz,
el personaje que hace Darío Grandinetti. Hacer una segunda temporada de una serie
de éxito es siempre un riesgo, como lo es hacer una segunda película después de
un éxito con una ópera prima (lo que Godard llamaba “el síndrome de la segunda
película”). Pero los hermanos Coira, Pepe en la creación y guionista y Jorge
como director, han conseguido hacer una segunda parte tan buena como la
primera. Con los mismos personajes, en el mismo lugar, pero con un conflicto muy
distinto. También ellos en realidad son muy diferentes. La jueza esta menos
enfadada y Díaz es más vulnerable. Y su relación crece en una dirección muy
poco habitual. No hay tensión sexual, no llegan a ser amigos, pero hay un hilo
que los une y les hace colaborar. La jueza parece entender mejor ese lugar y
deja el extrañamiento a un personaje recién llegado, el de la Sargento Cruz de
la Guardia Civil. Entre los personajes nuevos de la trama, Gaspar, su mujer y
sus hijas, ocupan un lugar muy destacado en una historia que mezcla un conflicto
familiar con la especulación inmobiliaria y la corrupción. Hierro sigue mostrando las bellezas de la isla en paisajes y
espacios que no aparecían en la primera parte: y sigue dejándonos con ganas de
reencontrarnos con la jueza Candela Montes y el empresario Antonio Díaz,
aunque, de momento no hay nada previsto.
Mientras escribía sobre Hierro no he podido dejar de pensar en
las extrañas conexiones que mi cabeza establece con Nomadland y Collective.
Creo que la jueza Candela Montes, a pesar de toda su aparente rigidez, es en
cierto modo una nómada que no encaja en la sociedad a la que le encantaría ser
la jueza implacable del caso Collective.
Vuelvo al principio. Tres grandes
historias de las que hablar. No se las pierdan.
El regalo de esta semana no es
un cuadro. Es una foto de la Dama de la Encina de Lecina, un árbol que ha sido
reconocido como El Mejor Árbol de Europa 2021. Está en Huesca y lo conocimos
hace muchos años. Ya entonces nos impresionó su grandeza, su magia y su
misterio. La Encina de Lecina es sin duda un árbol indispensable.
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