Esta semana, tercera del
volcán en erupción, las madres están presentes en dos películas y un libro y
ausentes en un estupendo western urbano.
(El cartel de Madres paralelas trajo mucha polémica. A
mí me parecieron una tontería las protestas, pero la verdad es que era muy feo.
Con permiso de Pedro, para ilustrar este texto me he fabricado mi propio cartel
con un fragmento de un cuadro de Ramon)
Madres paralelas
Estoy tan acostumbrada a
reconocer en el cine de Almodóvar su propia vida que tengo que admitir la
sorpresa agradable que me ha producido Madres
paralelas. Por más que lo intente, no consigo encontrar similitudes entre
el director y sus criaturas, al menos que yo pueda detectar, Si las hay profundas,
es otra cosa. Esa ha sido una de las primeras cosas que han hecho que me interese
su nueva película. La otra tiene que ver
con la estructura del film. En casi todas, por no decir en todas, sus
películas, Almodóvar cuenta una historia central, troncal podríamos decir, y
una o dos o varias historias ramales, que a veces desvirtúan el tema principal, distraen o crean confusión. Pero
siempre están entrelazadas en el guión. Corren juntas, por decirlo de una forma
rápida. En cambio aquí, eso no pasa. La historia troncal, la importante es la de
esas dos madres paralelas, Janis, en su última oportunidad de tener un hijo, Ana,
en una primera vez demasiado prematura. Dos mujeres que unen sus vidas en una
habitación de hospital. Lo que pasa después entre ellas, el destino se encarga
de enredarlo, complicarlo, haciendo que primero se quieran, luego se distancien
y acaben reconciliándose, en un melodrama sobrio y contenido que podría caer
fácilmente en el culebrón. La otra, una sola rama del árbol, es la de las fosas
de la guerra de la tan traída y llevada Memoria Histórica. En lugar de
entrelazarlas a lo largo del guión, Almodóvar opta por utilizar el asunto de
las fosas como macguffin para que Janis/Penélope conozca a Arturo/Israel y se
quede embarazada. Luego se olvida del tema y al final, en un epílogo, lo
recupera aparentemente sin ningún motivo, en un giro de guión inesperado que,
sin embargo, adquiere todo el sentido como metáfora de la mentira y la culpa
que ha tenido que soportar Janis durante buena parte de la película. Antes de
verla tenía muchos recelos con la idea de las fosas comunes y las madres, pero
la verdad es que Almodóvar lo ha utilizado bien. Y tengo que agradecerle que no
se hable de fosas del franquismo, sino fosas de la guerra civil. Las fosas en
las cunetas de los pueblos de España son fosas de la guerra civil, muertos de
uno y otro lado, asesinados muchas veces por venganzas personales, rencores
familiares, odios ancestrales. Que las familias tienen derecho a querer
recuperarlos, seguro. Como Janis.
Distancia de rescate
Es curioso que en la misma semana se estrene otra película protagonizada por otras madres paralelas y con una historia en la que la muerte está presente desde el principio. La distancia de rescate de Claudia Llosa no se parece en nada a las madres de Almodóvar. Es la historia de dos mujeres, Amanda y Carola, dos madres muy distintas, espejo una de la otra en su comportamiento tóxico y posesivo respecto a sus hijos a los que intentan mantener siempre en esa distancia de rescate del título. Claudia construye con estos personajes una película de fantasmas, de miedos, de secretos, en la que la naturaleza salvaje es peligrosa, pero la naturaleza domesticada lo es aún más. La voz en of de Amanda nos conduce como en un sueño adentrándonos en ese paisaje donde Carola representa lo oculto y misterioso y Amanda asume el rol de la civilización que no logra entenderlo. Distancia de rescate es un film hermoso, que va de la luz a la oscuridad, de lo fantástico a lo cotidiano, de la vida a la muerte. Distancia de rescate se podrá ver en Netflix a partir del día 15, pero si la pueden ver en cines, disfrutarán más de esos espacios silenciosos y de esos rostros luminosos
Nota: También se estrena esta
semana Titane, la Palma de Oro de
Julia Ducournau. A mí no me gusta, como no me gustaba Annette de Leos Carax. Lo que no quiere
decir que no sea una película importante. Si la cito aquí es porque también
trata de una madre, una mujer embarazada y un hijo nacido de un amor extraño y
(a)normal. Me asusta un poco que este año haya dos películas muy premiadas y
aclamadas como ésta y la de Carax que tratan de maternidades (a)normales. En
una nace una hija de madera; en la otra un hijo de metal. No me gusta nada este
futuro que anuncian Titane y Annette, donde la humanidad está
despareciendo.
Las leyes de la frontera
Esta película no tiene nada
que ver con las madres, pero no quería dejar de hablar de ella. Las leyes de la frontera es la sexta película
de Daniel Monzón, un director que en su corta filmografía ha demostrado ser el
mejor ejemplo en España de lo que eran los directores de estudio en la Edad de
Oro del Cine de Hollywood. Daniel es capaz de acercarse a cualquier género y
dejar su huella en un estilo
reconocible, pero sin necesidad de demostrar nada, un artesano más que un
autor, o un autor capaz de adaptarse a cualquier historia. Daniel fue antes crítico
que director, Daniel ha visto mucho cine, y lo ha visto bien. Por eso sus
películas son siempre reformulaciones de los géneros clásicos: de la ciencia
ficción a la comedia, del thriller carcelario al cine de acción, del género del
suspense a ese western urbano que fue el cine quinqui representado en estas Leyes de la frontera, claro homenaje a Navajeros, Deprisa, deprisa, el Torete, el Vaquilla o el Pirri. Las leyes de la frontera es un western
urbano en la Gerona de los años setenta con una potente historia de amor y
amistad triangular entre Gafitas, alter ego del autor del libro Javier Cercas, con
dos seres marginales, la fascinante Tere y el atractivo y duro Zarco. Los tres
juegan a ladrones de bancos en un verano caluroso en el que Gafitas descubrirá
el amor, el peligro, la amistad y se dará cuenta que hacerse mayor es perder la
libertad de ser lo que quieras ser, para ser lo que debes ser. Monzón se acerca
a este mundo quinqui de ambientes desaparecidos con la mirada de ahora mismo.
Por eso usa un formato scope, por eso juega a ser y no ser un film de los
setenta. Las leyes de la frontera es
una película de rebeldes con causa en un entorno gris y mediocre donde ellos
ponen los colores y la vida.
EL RINCÓN DE LOS LIBROS
Ya que estoy con madres y con
quinquis, es un buen momento para hablar de una novela que tiene a una madre
como protagonista en el contexto de la Barcelona de ahora mismo, donde los
quinquis han desaparecido sustituidos por las mafias latinas de la droga y los narcopisos
del Raval. La novela se titula No me
busques, se ha publicado en catalán y castellano a la vez. La firma Sara
Medina, nombre que esconde los de Carmen Fernández y David Cirici que han
escrito la novela a cuatro manos. La madre de la historia es Silvia, una mujer
que ha tenido a su hijo sola, sin padre, como Janis y Ana. Martí es ahora un
adolescente conflictivo con problemas con la marihuana al que su madre acompaña
a terapia para desintoxicarse. El día que empieza la historia, Martí no aparece
por ningún sitio. Y Silvia empieza a buscarlo a pesar de recibir en su móvil un
mensaje muy claro: no me busques. Pero Silvia es mucha madre y no parará hasta
dar con él, aunque eso la lleve a sumergirse en un submundo barcelonés del que
no tenía ni idea, de la mano de Moni, una camello de poca monta que sueña con
irse a una isla perdida. Lo más interesante de la novela es su visualización, no solo por pasar en
lugares y espacios muy familiares para cualquiera que viva en Barcelona, sobre
todo porque se nota que Carmen es guionista de series de televisión y sabe como
componer un relato que acabe un capitulo en una imagen que despierta las ganas
de leer el siguiente. La mano de Cirici la detecto menos, pero seguramente está
presente, quizás convirtiendo lo que podía ser un guión en una novela, al fin y
al cabo son lenguajes distintos. El final de la historia deja abierto el camino
para que Silvia se embarque en otras aventuras, con Moni a lo mejor, quien sabe
si con Martí. No me busques es una
novela sin pretensiones, que no necesita demostrar nada. Es una novela
entretenida con una trama de buenos y algún malo en un ambiente muy cercano,
que se puede ver ya como el futuro guión de una película.
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