sábado, 22 de enero de 2022

FAMILIAS

 

No cabe duda que las familias son una base de la sociedad. Las familias de toda la vida o las que se construyen con amigos. La familia es algo que te condiciona para bien y para mal. Esta semana se han estrenado dos películas on line que hablan de familias. Una buena y una mala, familias, se entiende, las películas a mí me gustan las dos por distintas razones.

 


(la Lizzie verdadera)

La familia mala: Lizzie de Craig William Macneill. Filmin

Del encuentro entre Ruth Rendell y Claude Chabrol, nació La ceremonia; del encuentro entre el pintor danés Vilhelm Hammershøi y Carl Th. Dreyer surgió la iconografía dreyerana. Del cruce entre Chabrol y Hammershøi nace esta Lizzie siniestra, terrible, hermosa y deslumbrante en su melancolía. Lizzie es Lizzie Borden, la conocida como “la asesina del hacha”, una mujer acusada del asesinato de su padre y su madrasta, absuelta por la justicia pero condenada por la sociedad que la convirtió en un icono del folklore norteamericano. Hay canciones sobre ella, hay cuentos, libros, alguna película y muchas leyendas. Volver a Lizzie era algo cantado. Pero los tiempos cambian y si en el imaginario colectivo esta mujer de 32 años mató a su padre por un problema mental y un desequilibrio, ahora el director, Craig William Macneill con la ayuda y colaboración imprescindible de Chloë Sevigny y Kristen Stewart, plantea un nuevo enfoque. La nueva Lizzie es una mujer atrapada por las convenciones victorianas en una pequeña ciudad, con un padre autoritario y una madrastra malvada. Lizzie en el rostro y sobre todo el cuerpo de Chloë Sevigny, se convierte en una víctima con derecho a venganza. La fuerza para ejecutar esa venganza la obtiene Lizzie de la joven criada irlandesa que llega a trabajar a la casa a principios del año 1892, interpretada como un pajarito herido por Kristen Stewart. Entre la hija acorralada y la criada Bridget o Maggie como decide llamarla la madrastra para igualarla con el resto de criadas que han pasado por la casa en un intento de invisibilizarla, se establece primero una corriente de simpatía, luego una amistad y finalmente una relación lésbica que ninguna de ellas acaban de entender. Las dos, pero no juntas, planean los asesinatos. Y así llegamos al 4 de agosto de 1892 momento en que Lizzie da la voz de alarma: han matado a su padre y a su madrastra. Ahí empieza la película. Chabrol flota en el ambiente casi como un fantasma protector y Hammershøi brilla en la fotografía de momentos sublimes en un film que no es en absoluto complaciente.

 


(The Dickens, el tender bar)

La buena. The Tender Bar, El bar de las grandes esperanzas. Amazon

Esta familia que George Clooney pone en imágenes, es buena sin duda, o al menos parte de ella. George Clooney en su faceta de director ha demostrado ser un digno heredero de la corriente más humanista del cine americano. Salvando distancias y sin pensar en los argumentos, su cine está en la estela de Frank Capra o de John Ford. En este tierno bar, Clooney adapta el libro de memorias de J.R. Moehringer en el que el escritor recuerda su vida en casa de su abuelo, su intensa e imprescindible amistad con su tío Charlie, su conflictiva relación con un padre ausente y con una madre a la que siempre intenta comprender y ayudar. Tender Bar no es una gran película, quizás no es  la mejor de Clooney como director, pero tiene algo especial que la hace particularmente agradable y casi necesaria de ver en estos tiempos de desencuentros, aislamientos, miedos e incertidumbres. Es un canto a algo sólido a lo que el protagonista se puede agarrar como ancla para construir su vida. La historia se divide en dos pates muy claras, la de J.R. niño y la de J.R. joven estudiante y promesa de escritor. Las dos son suaves relatos sin estridencias, sin violencia, sin dramas. La vida no está hecha de dramas, está hecha de momentos felices, momentos menos felices y momentos tristes. Pero eso es la vida y Clooney, con un ritmo tranquilo, la deja discurrir y nos invita a compartirla con él y con J.R. La historia está ambientada en los años setenta y ochenta en Manhasset, una pequeña localidad de la costa de Long Island, con centro vital en el Bar Dickens donde reina el tío Charlie y los clientes habituales son el modelo que encuentra J.R. en su vocación de escritor, El título castellano, El bar de las grandes esperanzas, es un juego de palabras dickensiano que funciona muy bien. Pero si este bar es lo que es en la vida de J.R. es gracias a su tío y su tío es como es gracias a un Ben Affleck espléndido que llena de humanidad y humor al personaje. Su actuación ha sido reconocida por todos los críticos americanos como una de las mejores de su carrera. Yo me sumo a esa valoración y aprovecho para reivindicar a Ben Affleck como actor y director con una trayectoria impecable desde que se dio a conocer como guionista en El indomable Will Hunting de Gus Van Sant en 1997. Ty Sheridan actor de moda después de su aparición en El contador de cartas, encarna a J.R. adolescente y adulto, pero queda relativamente apagado por el descubrimiento de Daniel Ranieri. Viendo a Daniel en el film me volví a preguntar cómo consiguen los americanos (y los ingleses) que los niños que salen en las películas sean tan buenos. En el cine español esa es una asignatura pendiente que algún agente o coach de actores debería plantearse afrontar para conseguir niños creíbles. Ranieri lo es.

 

EL RINCÓN DEL LIBRO



Infierno, Purgatorio Paraíso, Jordi Ibáñez Fanés

Esta semana he terminado uno de los mejores libros que he leído en mucho tiempo. Se llama Infierno, Purgatorio, Paraíso y su autor es Jordi Ibáñez Fanés. Por un momento he pensado que no ligaba hablar de este libro en una entrada de familias, pero luego he pensado que sí, que liga. Por un lado porque Jordi Ibáñez forma parte de nuestra familia, no la natural, la otra, la que se construye con los amigos. Pero, además, el libro habla de una extraña familia, aunque en realidad, esta novela inclasificable es una historia de amor bajo la apariencia de ser un libro político. Una definición rápida y reduccionista de la novela seria decir que es La Novela Del Procés (el catalán se entiende), con figuras fundamentales y reconocibles como Capgràs, alter ego nada disimulado del viejo Pujol, auténtico demiurgo de la bajada a los infiernos que ha llevado a Catalunya a la  práctica desaparición. Pero si solo fuera esto, quizás no estaría hablando de la novela. En realidad su vertiente política es lo que menos me interesa, no solo porque estoy cansada y harta de esta realidad mediocre que nos rodea, sobre todo porque creo que si solo fuera eso, el libro tendría una duración muy corta. Y estoy convencida que esta novela quedará como una de las mejores que se han publicado en castellano y en catalán (las dos versiones escritas por Jordi) al margen de que el contexto y los personajes pasen al basurero de la historia sin dejar huella. El libro se divide en tres partes. La primera, El Infierno que tiene como título El futuro anterior, es un viaje de pesadilla entre Murakami y Kafka a un país del futuro que ha caído en la inoperancia y la indigencia moral y económica. Con cambios de narrador, con roturas de ritmo, con alucinaciones y ensueños, nos sumergimos en esta Catatonia de la mano de Jordi, el conductor (y solo a veces el narrador) en su vuelta a Bellesguard, el refugio perdido, su particular Camelot. La segunda parte, El Purgatorio, se llama Un cuento navideño y está contada de forma muy distinta. Aquí lo que domina es la novela negra con un subinspector de policía que investiga el suicidio del periodista Alfons Quintà en diciembre del 2016 después de asesinar a su mujer. Estamos en una Barcelona reconocible y oscura, sumergida ya en la turbulencia que la llevaría a los desmanes del 2017 con todas sus consecuencias. La riqueza literaria del primer tramo, en este se transforma en un lenguaje más cotidiano, hasta que se produce uno de los momentos claves de la historia: el encuentro entre el policía y el propio Capgràs, encuentro que constituye el centro vital de la novela, su corazón por así decirlo. La tercera parte El Paraíso, es decir Viaje a Citera, sucede toda en un solo día, el 25 de julio del 2014 cuando Jordi Pujol publicó su famosa carta de confesión donde reconocía haber defraudado a Hacienda y hablaba sobre el dinero que tenía en Andorra. Ese día, todos los personajes viven una experiencia nueva que los transforma en paralelo a la confesión de Capgràs que transformó el país. Aquí los narradores cambian de persona sin previo aviso, pero eso no significa que se pierda el hilo, al contrario. También cambia el tono y los elementos narrativos enriqueciendo una prosa que ya era apasionante antes de llegar a esta tercera parte. Todo aquí es fluido, discurre con armonía. Pero para mí lo más importante es que en este tercer capítulo donde nos damos cuenta de que  la novela nos está contando una historia de amor. 

Han salido pocas críticas del libro. Lo entiendo. Es un libro, un “artefacto literario” lo definía una de las pocas que se han publicado, muy complejo, incluso incómodo. Pero esa es la prueba de su enorme capacidad de provocación en los dos niveles, el de la política y el del lenguaje. A mí me enganchó desde la primera página y ya no pude parar. Hay que dejarse arrastrar en la corriente de la narración, aceptar las no convenciones narrativas, dejar de lado cualquier apriorismo (tanto literario como político). Hay que disfrutarlo porque, además, esta es una historia con mucho humor. Un humor extraño sí, pero humor. Pocas veces se tiene la sensación de estar leyendo un libro “que quedará”. Y esto me lleva a tres conclusiones:

Infierno, Purgatorio Paraíso se puede leer y disfrutar sin saber nada del contexto histórico.

Infierno, Purgatorio Paraíso se puede leer hoy pero se podrá seguir leyendo dentro de diez años, treinta años….

Infierno, Purgatorio Paraíso puede interesar, gustar o entusiasmar o puede no interesar, no gustar o no entusiasmar, pero sin duda no se olvidará. 

 (Infierno, Purgatorio, Paraíso  está publicado por Tusquets y se puede leer en castellano y en catalán, las dos versiones son originales, escritas ambas por el propio Jordi con todo lo que eso implica de riqueza de lenguaje).


(Jordi Ibáñez entre dos cuadros de Ramon)

 El regalo de esta semana es uno de esos dos cuadros



 

 

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