Un
clásico: Macbeth de Joel Coen
Semana un poco tonta de
estrenos. En realidad, lo más importante es el Macbeth de Joel Coen que se estrena en algunos cines, muy pocos, y
el día 14 en la plataforma AppleTV. No deja de ser curioso y muy interesante,
comprobar que una película tan radical, tan abstracta, tan clásica como esta
nueva y rigurosa adaptación de Macbeth
tenga su máxima difusión en una plataforma. Los cines convencionales, donde
brillaría en su espectacular blanco y negro, no están para experimentos. O si,
a lo mejor los experimentos es lo que mejor funciona en estos tiempos de
desconcierto. Este Macbeth coeniano
tiene varias cosas que lo distinguen. Es la primera vez que los hermanos más
famosos del cine, con perdón de otras parejas fraternales, no trabajan juntos.
Ethan prefiere dedicarse a la literatura y Joel quiere seguir haciendo cine,
pero no el mismo cine que hacía con Ethan. Macbeth
es una declaración de intenciones: “yo solo, voy a hacer otra cosa”. Aunque en
realidad Joel no está solo. Este Macbeth
más que adulto, le debe mucho a Frances MacDormand, una lady Macbeth implacable
y una lady Coen muy inteligente. Juntos han construido un film que es vanguardia
y es poesía, que es teatro y es cine, el de Welles, el de Kurosawa. Pero sobre
todo, el matrimonio Coen, con la impagable aportación de un cansado y
envejecido Denzel Washington, empujado por las brujas en su ambición de poder, han hecho un film poderoso, de una
belleza abstracta y minimalista en la que se mantiene con toda su crudeza la
corrupción de los políticos, (no solo en el siglo XVII) con su reguero de
asesinatos, culpa, remordimientos, expiación y finalmente destrucción. Un espectáculo
impresionante en el cine, que gracias a AppleTV se podrá ver en muchos más
lugares.
(Chema Prado hizo esta foto “histórica”
del comité de dirección del Festival de San Sebastián en el año 2000. Tres de
los que salimos en esta foto ya no están: Diego Galán, José María Riba y ahora
Notario.)
Un
amigo: El “Notario”
Hay personas que son como los
árboles. Están ahí, en tu paisaje. A veces los ves, otras no te das cuenta que
siguen en el horizonte. Hay personas que son arboles de hoja perenne, siempre
acogedores y dispuestos a darte cobijo de sombra, protegerte de la lluvia o
acompañarte una tarde de primavera. Hay otras que son árboles que cambian. Hay
temporadas que tienen las ramas desnudas, secas y no invitan a acercarse mucho,
pero cuando empiezan a brotar son una alegría para todos y en pleno verano y
otoño unas fiesta de colores. José Ángel Herrero Velarde, “El Notario” era de
este tipo de árboles. Conocí a Notario en 1985, la primera vez que fui al
Festival de San Sebastián. Era un señor muy serio que hacia unas presentaciones
en Zabaltegi llenas de un extraño humor. A diferencia de Diego Galán o José
María Riba, nunca fui amiga del Notario. Hasta que empecé a trabajar en el
festival. Entonces sí, entonces descubrí que detrás de sus ramas más bien secas
había un árbol frondoso. No creo que a Notario le gustara mucho esta
comparación. Es conocido su desprecio hacia lo verde, “forraje” lo llamaba
cuando nos veía comer ensaladas o verduras. Notario era una institución en el
festival, no se puede entender Zabaltegi sin él, (ni sin Riba). Durante los
diez años que estuve en el comité de dirección de San Sebastián compartimos de
todo. Comidas y cenas, festivales y reuniones, un viaje muy especial a Nueva
York, discusiones sobre cine, enfrentamientos y aceptaciones. Respeto mutuo y
cariño. Desde que dejé el festival le veía poco, pero cada vez que volvía a San
Sebastián tomábamos un vino juntos y hablábamos de cine, casi siempre
acompañados de su mujer, Carmen. La última vez que le vi fue en el 2019, Carmen
había muerto y él estaba muy apagado. Ya no le vi más. El 2020, año borrado, no
fui al festival y este 2021, él ya estaba mal y no salía de casa. Gracias a eso
mi recuerdo puede ser el del árbol verde o sin hojas, pero un árbol que siempre
estaba ahí.
Una
sorpresa: Los tres caballeros
Empiezo a estar un poco
cansada de las series, por lo que he decidió dejar de verlas durante unos días,
hay que poner un poco de distancia para que vuelvan a tener sentido e interés.
Pero en las plataformas hay muchas cosas por descubrir. Ramon es especialista en
encontrar rarezas escondidas. Y fue él el que dio en Disney con Los tres caballeros. Calificar de rareza
a una película de Disney puede parecer un contrasentido. Mejor decir que fue
una sorpresa. Estos pájaros caballeros son realmente un prodigio de imaginación,
vanguardia, surrealismo y canto hacia América Latina. Tres pájaros humanos: el
yanqui Pato Donald, José Carioca el loro brasileño y el mexicano gallito
Panchito, recorren América Latina y hacen un auténtico spot publicitario de lo
mejor de cada país. Todo empieza con un regalo de cumpleaños para Donald. El
primer regalo es un proyector de cine con una película en la que Donald ve la
historia del Pingüino Pinguie, que sueña con vivir en los trópicos. Después
disfruta de la aventura del gauchito argentino y su burrito volador y descubre
la enorme variedad de pájaros que hay en la selva amazónica. El segundo regalo
es un libro sobre Brasil en el que, de la mano de José Carioca y su eterno puro
encendido, Donald viaja a la ciudad de Bahía. Allí convive con Aurora Miranda
en un prodigio de combinación de animación y seres humanos. El tercer regalo es
una piñata de la que sale todo el color, la alegría y la belleza de un México
que recorren siempre guiados por Panchito y acompañados por una gran bailarina.
Esto es a groso modo el resumen argumental, pero la capacidad de sorprender de
estos caballeros nace de la imaginación, la exuberancia, el atreverse a todo
sin límites, en una animación vanguardista y fantástica que recuerda a los
títulos de crédito de Mullholland Drive
de Lynch (¿o será al revés, que los créditos de Lynch recuerdan a los tres
caballeros?). Realizada en 1945, en plena guerra mundial, Los tres caballeros no disimula su objetivo propagandístico,
conseguir que los públicos de América Latina se sintieran representados en el
cine al mismo tiempo que hacer que el público norteamericano mirara con menos
prejuicios a sus vecinos de sur. En este sentido, Los tres caballeros es ahora mismo casi transgresora. No creo que a
los trumpistas irredentos les gustara mucho ver como en Latinoamérica se
disfruta de la vida. Si tienen Disney, les recomiendo verla, si no tienen
Disney, les recomiendo imaginarla a partir del tráiler.
https://www.youtube.com/watch?v=BD0AX97HNx8
Totalmente d recuerdo sobre la peli d E Coen... Y lo explicas con gran belleza
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