No sé si debo hablar de la
última semana del año 2021 o de la primera del 2022. Creo que es igual, no van
a cambiar mucho las cosas porque pongamos tres doses en el número. El
claroscuro que ha dominado nuestra vida desde hace un montón de tiempo (arrastrábamos
casi diez años de procés y casi catorce de crisis económica, antes de caer en
el pozo sin fondo de estos dos últimos años, particularmente tenebrosos)
seguirá una temporada larga. Más vale que nos vayamos acostumbrando a vivir en
este paisaje entre perro y lobo, como se denomina ese momento del atardecer en
el que no es ni de día ni de noche. Claroscuro, unos días claro, otros días
oscuro. Pero sin perder nunca de vista que al final la luz siempre acaba
volviendo a iluminarnos.
En fin, después de esta
entrada poético/existencial explico el motivo del nombre de esta primera
entrada del año. Claroscuro es como
se ha titulado en su estreno en Netflix una película de Rebecca Hall que en
original se llama Passing. La he
visto la misma semana en la que me he reconciliado con Paul Schrader y su contador
de cartas, otra historia de claroscuros constantes. Pero lo más curioso es que
ambas películas me han producido un eco de otras películas. Por eso en realidad
esta entrada debería llamarse ECOS
(El contador de cartas arriba y su eco Pickpocket abajo)
El eco del último film de
Schrader es sin ninguna duda el Pickpocket
de Robert Bresson. Que una nos cuente la historia de un ex militar atormentado
por su pasado como interrogador en una cárcel iraquí, y la otra se centre en un
hombre que no encuentra sentido a su vida, no es un problema para darse cuenta
que en realidad las dos películas nos están hablando de lo mismo. El peso de la
culpa, la incapacidad de perdonarse, el nihilismo anestesiante que permite
sobrevivir en un mundo que no se entiende. Y la redención final gracias al
descubrimiento del amor. La última secuencia de El contador de cartas es exactamente igual a la última secuencia de
Pickpocket. Schrader, teórico del
cine de la trascendencia de Dreyer, Ozu y Bresson, no solo no disimula su
admiración sino que la pone de manifiesto. Oscar Isaac presta su rostro
imperturbable al personaje de William Tell, ex convicto, jugador profesional de
póker, alma en pena en los fríos casino solitario interestatales y visitante de
moteles de carretera en los que solo puede dormir acolchando antes todo el
entorno; la estupenda Tiffany Haddish es La Linda, una mujer fuerte, llena de
energía que será la tabla de salvación de Tell; Tye Sheridan, como el vengador
y obsesivo Cirk, es un joven tan perdido como Tell, pero con una misión que
consigue sacar al jugador de su zona de entumecimiento emocional. El cuarto en
discordia es un Willem Dafoe en un papel desquiciado. En realidad, al pensar en
Dafoe me doy cuenta de que El contador de
cartas no es solo un eco de Pickpocket,
también lo es de una de las mejores películas de Schrader, protagonizada por
Dafoe, The Lightsleeper que aquí se
estrenó como Posibilidad de escape.
Una excelente cadena Michel (Pickpocket)
John LaTour (Posibilidad de escape)
William Tell (El contador de cartas).
(Claroscuro arriba y su eco Imitación a la vida abajo)
Claroscuro/Passing Rebecca Hall Netflix
“En sociología,
el passing es
la capacidad de una persona para ser considerada como miembro de un grupo o categoría de
identidad diferente del
suyo, que puede incluir identidad
racial, etnia, casta, clase social, orientación sexual, género, religión, edad o estado de discapacidad. Esta asimilación puede conllevar privilegios,
recompensas o un aumento de la aceptación social, o puede utilizarse para hacer frente a la estigmatización, en cuyo
caso, el passing puede servir como una forma de autoconservación o
autoprotección en los casos en que expresar la
identidad propia puede ser peligroso.” La definición de la wikipedia se puede
aplicar a muchas realidades muy cercanas de passings
continuos, pero en el caso de este interesante debut de una actriz a la que
recordamos como la Vicki del film barcelonés de Woody Allen, el eco al que me
remite es Imitación a la vida, uno de
los mejores melodramas de Douglas Sirk. Y el punto en común entre el film de
Hall y su eco, es precisamente ese passing al que hace referencia el título:
mujeres negras que se hacen pasar por blancas para tener una vida social mejor.
La película de Hall está basada en una novela de 1929 escrita por Nella Larsen,
hija de una holandesa y un negro, marginada en su propia familia por su color
oscuro. Lo que llevó a Hall a interesarse en esta historia fue descubrir que en
su propia familia había un passing, su abuelo negro que siempre pasó por
blanco. El punto de conexión con el melodrama sirkiano es el personaje de Sarah
Jane, la hija mulata de Annie empeñada en ocultar su relación con su madre
negra para poder pasar por blanca. La historia de Imitación a la vida en realidad es otra, pero en el fondo del
escenario está el tema del passing en el que vive Sarah Jane muy bien descrito
en la novela original de Fannie Hurst, publicada en 1933 y convertida en film
por John Stahl en 1934. Pero Claroscuro
no es interesante o recomendable solo por la relación de amistad y celos entre
dos mujeres mulatas que pueden pasar por blancas. Irene, la mujer negra que ha
decidido ser negra y Clare, la mujer negra que ha decidido ser blanca, son en
realidad dos personajes frustrados, insatisfechas, que creen ver en la de la
otra una posibilidad de escapar de una realidad que no les gusta. Pero a medida
que sus vidas se entretejen, la aparente estabilidad de ambas acaba por
destruirse. Lo mejor de esta película ambientada en un Harlem de clases medias
en el Nueva York de finales de la década de los veinte, son las decisiones
estéticas y conceptuales que ha tomado la directora. Con la colaboración del
director de fotografía Eduard Grau,
Rebecca Hall filma la película en un formato cuadrado y en un blanco y negro
exquisito potenciado por el vestuario y los escenarios. Hall, a diferencia de
Sirk, rehúye el melodrama y se centra en el retrato en claroscuro de dos
personajes femeninos muy complejos y atractivos. No es una película fácil, pero
si es una película importante.
¡Feliz año nuevo!
Magnífica entrada, Nuria... Escuché el sábado un comentario/crítica de 'El Contador de cartas' en el programa 'El Cine en la Ser' y, por supuesto, no hacían ninguna de las conexiones que tú haces... Jóvencitos indocumentados, probablemente, con poco cine a sus espaldas...? Por lo demás, espero que Ramon y tu tengais un buen 2022... a pesar del covid. Un beso.
ResponderEliminar