Antes de empezar debo aclarar
el título de esta entrada. Estamos en el día 30 de la guerra de Ucrania. No
creo que nadie pudiera imaginar, Putin el primero, que iba a durar tanto. La
resistencia ucraniana y la respuesta internacional están siendo ejemplares. Los
ucranianos, especialmente los del este y el sur, la están sufriendo en primera
persona y de una manera cruel y salvaje, pero las consecuencias las estamos padeciendo
todos. Por primera vez en mi vida, siento que una guerra me incumbe
personalmente, formo parte del bando agredido. Porque Putin no solo ataca a
Ucrania, nos ataca a todos. Pero en este todos caben personas que por una u
otra razón están al margen de lo que sucede. Es el caso de los protagonistas de
dos películas que se estrenan esta semana y me han gustado mucho. A tiempo completo y La cima
A tiempo completo, de Éric Gravel
Una de las consecuencias de
esta guerra es la crisis energética y esa crisis ha traído el paro de los
transportistas que ha roto la cadena de suministros para la producción y
distribución. Estamos ante una huelga, no por justificada menos perjudicial
para la población, que coincide con el estreno de una película francesa en la que
se plantea como una huelga afecta la vida cotidiana de la gente. Lo que hace de
A tiempo completo un film tan oportuno
justo ahora, son las circunstancias que rodean a su protagonista Julie, una
mujer que vive al margen de la realidad, no por indiferencia, simplemente
porque no tiene tiempo de pensar en nada más que sobrevivir lo mejor posible. Julie
es madre de dos niños a los que cría ella sola, vive en las afueras de Paris,
bastante lejos. Cada mañana, antes de que amanezca, Julie se despierta siempre a
la misma hora, organiza la vida de sus hijos y los deja con una vecina que se
encarga de llevarlos al colegio y recogerlos por la tarde hasta que ella vuelva,
ya entrada la noche. Porque Julie trabaja en el centro de Paris como
responsable de las camareras de un hotel de lujo. Para ir a su trabajo, Julie
coge un tren abarrotado cada mañana. Pero el día que la conocemos y en el que tiene
una importante entrevista de trabajo para ascender un poco, tanto en escala
social como en el sueldo, Julie se enfrenta a un obstáculo casi insuperable:
una huelga general de transporte público. Desde ese momento, su vida se
convierte en un infierno, primero para llegar al trabajo y una vez allí, para
poder ir a la entrevista, lejos del hotel. Y no hay metro y no hay trenes.
Julie corre y corre y llega tarde a casi todo. La huelga se prolonga varios
días y las cosas se complican cada vez más. Gravel con la inmensa colaboración
y entrega de Laure Calamy, consigue transmitir la ansiedad pero también los
pequeños momentos de felicidad, de esta mujer capaz de soportar una huelga de
transportes que literalmente la está matando. Todo esto está contado con una
cierta ligereza, sin cargar las tintas, con apuntes de solidaridad y de esperanza.
Porque A tiempo completo no es una película
pesimista. A tiempo completo nos
cuenta la historia de una mujer que superará los obstáculos uno detrás de otro.
De eso se trata, de ganar la carrera. Ver este film frío en sus colores y gris
en la atmosfera invernal de un París caótico, es un ejercicio muy interesante
cuando estamos viviendo en directo la pesadilla de una huelga de transportes
que nos afecta a todos. En la película de Gravel nunca se explica que quieren
los que hacen huelga; en los paros de esta semana si se ha explicado. Pero la
solución no es fácil, ni sencilla, ni se puede improvisar. En un mundo global
la solución tiene que ser consensuada y muy pensada. Paralizar el país, no
ayuda mucho.
La cima de Ibón Cormezana
Los dos protagonistas de esta
película de montaña están al margen por otras razones. Él, Mateo, debe cumplir
una promesa: subir al Annapurna solo y sin oxígeno. Para Mateo, llegar arriba
es la manera de reencontrar la paz y el equilibrio que ha perdido. Ella, Ione,
está sumergida en una honda depresión, ha culminado los 14 8 miles, las 14
montañas más altas del mundo y ahora está vacía, no le encuentra un sentido a
su vida. La montaña, no tiene misterios para ella y eso la atormenta: ya no es
un reto. Mateo se adentra en su aventura creyéndose preparado únicamente con su
voluntad, pero en realidad no lo está y acaba sufriendo un accidente. Ione vive
aislada en una cabaña al pie del Annapurna, sin otra compañía que una perra
cariñosa y tranquila. Será ella, Lurra, la perra, la que la lleve hasta Mateo.
Y poco a poco, en la soledad y el silencio de la montaña, los dos irán
encontrando la manera de ayudarse mutuamente, de llegar a la cima, tanto la
auténtica del pico más alto de la cordillera del Himalaya, como de sus propios
sentimientos y emociones. La intención de Cormezana era la de rodar en el
Annapurna, pero la pandemia lo hizo imposible. Así que buscó en el Pirineo aragonés
la nieve, el frío y la soledad que necesitaba la historia. La cima es una película muy física que exigía una auténtica entrega
y entrenamiento de los dos protagonistas, Javier Rey y Patricia López Arnáiz.
Junto a ellos sentimos el frío, el entumecimiento de los dedos, la falta de
oxigeno. No rodaron a 8000 metros, pero si a mas de 3000 y eso no es nada
fácil. Dos elementos contribuyen a hacer de esta película, además, un
espectáculo: la brillante fotografía de Albert Pascual y la música de Paula
Olaz que acompaña y arropa esta aventura vital al margen de la realidad.
Solo un último apunte, La cima me hizo pensar en Grito de piedra, de Werner Herzog, para mí la mejor película sobre una montaña
que he visto nunca. También en Grito de
piedra hay dos personajes que entienden la vida de distinta manera. Para
Martin, la montaña es un espectáculo, para Roccia es la pureza; para Mateo es
la redención, para Ione es la recuperación.
Lo mejor que puedo decir de La cima es que creo que a Herzog le gustaría mucho.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
La Unidad Movistar+
Recupero este Rincón de las
Series porque después de un Ramadán seriéfilo he vuelto a ellas. Una de las
que he visto esta semana es La Unidad
en sus dos temporadas. No sé porque no vi la primera cuando se estrenó en el
2020. Pero eso me ha permitido disponer ahora de sus doce capítulos seguidos. La unidad es una serie española centrada
en el trabajo de una unidad de la policía dedicada a la lucha antiterrorista.
Como tantas otras series de policías, La
unidad mezcla la vida cotidiana de algunos de sus miembros con el trabajo
contra el terrorismo yihadista. Hay que agradecerle a la serie creada por Dani
de la Tore con la colaboración de Alberto Marini, que no caiga en los tópicos más
manidos de este tipo de productos, que las situaciones estén bien planteadas y
resueltas y los personajes sean de carne y hueso hasta el punto de permitirse el
lujo de prescindir de alguno de ellos si la historia lo necesita. Pero lo que más
me ha sorprendido es la extraña sensación que me produjo. Me parecía estar
viendo el relato de algo muy antiguo, muy superado. Primero la pandemia y ahora
la guerra de Putin, han provocado inmensos cambios en el mundo. Incluso en sus
amenazas. El fundamentalismo islámico, el ISIS, los atentados suicidas, eran
algo que desgraciadamente formaba parte de nuestro paisaje diario. Y de repente,
ha desaparecido. Mejor dicho, se ha adormecido, ha entrado en hibernación a la
espera de tiempos mejores. Competir en destrucción con un virus pandémico y un tirano
asesino global, les ha hecho replegarse. Por eso, ver a esta unidad enfrentada
a los fundamentalistas me ha producido el mismo efecto de estar viendo una película
histórica aunque todo suceda solo dos años atrás. Hay un antes y un después del
maldito año 2020 y hay un antes y un después del maldito año 2022.
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