Seguimos sumergidos en una guerra absurda, terrible, inútil. O no tan inútil. Porque está agresión intolerable está teniendo un efecto colateral no deseado por Putin. Esta espantosa actitud de matón sin escrúpulos está sirviendo para unir a Europa y está sirviendo para que la Unión Europea de un salto cualitativo como unidad geopolítica. Josep Borrell lo explicó muy bien en su discurso del 1 de marzo en el Parlamento Europeo: “Esta es la partida de nacimiento de la Europa geopolítica. El momento en el que tomamos conciencia del reto al que nos enfrentamos. El momento en que Europa debe hacer frente a sus responsabilidades... El retorno de la tragedia, lejos de asustarnos, debería galvanizarnos…. Cuando un potente agresor agrede sin justificación alguna a un vecino mucho más débil, nadie puede invocar la resolución pacífica de los conflictos. Nadie puede poner en el mismo pie de igualdad al agredido y al agresor. Y nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado… Las fuerzas del mal, las fuerzas que pugnan por seguir utilizando la violencia física como una forma de resolver los conflictos, siguen vivos y frente a ellos tenemos que demostrar una capacidad de acción mucho más poderosa, mucho más consistente y mucho más unida que la que hemos sido capaces de hacer hasta ahora.”
Es esta última frase la que me
sirve para vincular este impresionante discurso de Borrell con uno de los
estrenos más interesantes de esta semana. Hive
(Colmena) de la joven directora kosovar Blerta Basholli.
Hive (Colmena)
de
Blerta Basholli.
Blerta Basholli por su edad,
nació en 1983, vivió la terrible guerra de los Balcanes desde la perspectiva
de una adolescente, Pero en su primera película no ha querido hablar de si misma
en primera persona, sino recordar esa tragedia en la que Europa miró a otro
lado desde la historia real, casi documental, de una mujer kosovar que se
enfrentó a la realidad y sacó adelante no solo a ella y su familia sino a todo
un pueblo. La historia de Fahrije sucede en el año 2006. Han pasado siete años
desde que en 1999 los serbios arrasaran el pueblo matando y haciendo
prisioneros a todos los hombres, desaparecidos desde entonces. En ese mundo
patriarcal, de ancestrales tradiciones arraigadas en el comportamiento de la
comunidad, Fahrije se atreve a levantar la voz y demostrar que ella, y las
mujeres del pueblo, son plenamente capaces de crear una nueva sociedad. El
primer nivel del título viene de las colmenas de Fahrije y su suegro de las que obtienen miel para vender en el mercado. Pero con eso no tienen suficiente dinero para
vivir. Por eso, Fahrije y una de sus mejores amigas, deciden emprender un
negocio: vender ajvar, una conserva casera de pimientos, en un supermercado de
la cercana ciudad. Lo primero es sacarse el carnet de conducir lo que convierte
a Fahrije casi en una puta atacada por los zánganos instalados en la taberna
del pueblo. El siguiente paso es convencer a las mujeres de que se enfrenten a
sus padres, suegros, hermanos (no hay maridos, la mayoría están desaparecidos)
para que la ayuden. Y así, poco a poco, Fahrije construye su propia colmena de
abejas trabajadoras y todas juntas acaban por triunfar en un mundo que las
condenaba al ostracismo. La colmena no es solo la de las abejas que producen miel,
la colmena más interesante de este luminoso film oscuro es la que forman estas
mujeres, reservando el papel de zánganos inútiles a los hombres que se escudan
tras un patriarcado arcaico y erigiendo a Fahrije como una reina laboriosa y
constructiva. Hive es una película
pequeña que adquiere valor en este contexto de destrucción en el que las
mujeres ucranianas que escapan ahora de la guerra con sus hijos, serán las Fahrije
del futuro. Sobre todo si las ayudamos desde nuestro pequeño espacio en todo lo
que podamos.
CHARO, la de los ojos color miel
Charo es Charo López. Esta semana se ha estrenado en algunos cines de España un documental sobre la actriz. Me cuesta hablar de mí, que también se podrá ver en la 2 de TVE en una versión un poco más corta, está dirigido por Chema de la Peña. Me cuesta hablar de mí es un retrato personal y muy cercano de una de las mujeres más guapas del cine español (aunque a ella no le guste que se la recuerde solo por eso) y una de las mejores actrices de un cine en el que empezó con 26 años y casi por casualidad de la mano de Ditirambo/Gonzalo Suárez y en donde sigue a sus 78 años muy bien llevados con la misma mirada desafiante y libre que ha tenido siempre. Como a ella le cuesta hablar de ella, el documental pregunta a amigos, compañeros, directores; busca en los archivos de la televisión entrevistas y programas, series y obras de teatro y con todo ese material va componiendo un puzle vital al que ella pone la última pieza en una entrevista cara a cara con el director. A lo largo de su poco más de una hora de duración, repasamos la historia del cine español desde 1969 hasta ahora mismo: los Estudios 1 de TVE, el destape, el cine comprometido, el cine comercial, el cine de autor, las series, Los gozos y las sombras, las películas con Gonzalo, con Camus. Entrevistas a lo largo del tiempo nos la devuelven en distintas edades, con distintos peinados y vestidos, pero con las ideas claras de alguien que ha sabido dirigir su propia vida. Este trabajo tiene un efecto secundario muy estimulante: te apetece volver a ver las películas de Charo, las buenas y las malas. A mí lo que me despertó fue el deseo de volver a ver Los gozos y las sombras, la serie de 1982, ¡hace 40 años! La he encontrado en Flixolé, la he empezado a revisar y me he vuelto a enganchar a ese mundo de Pueblanueva y a su Clara Aldana.
El regalo de esta semana son
flores que le gustarían a las abejas de la colmena y creo que también a Charo López.
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