Esta semana de encierro
benigno he podido disfrutar de dos series muy distintas entre sí, aunque las
dos sean negras y tengan parejas heterodoxas como protagonistas. Rapa en Movistar+ y Tokyo Vice en HBO.
Rapa, Movistar+ 6 episodios
El hecho de que Rapa sea obra de los creadores de las
dos temporadas de Hierro, es una
garantía. Escrita por Pepe Coira y Fran Araujo, dirigida por Jorge Coira y
Elena Trapé, Rapa tenía de entrada
todos los números para gustarme, aunque también todos los números para
decepcionarme. ¿Habrían sido capaces de no repetir la fórmula de Hierro? Por suerte descubrí que si,
habían sido capaces. Entre Hierro y Rapa hay la misma y enorme diferencia
que se encuentra entre una isla volcánica en medio del mar y una costa salvaje
del océano atlántico. Dos paisajes que determinan las historias que nos
cuentan, dos comunidades aisladas con sus ritos y sus tradiciones, pero ritos y
tradiciones muy distintas. En el caso de Rapa,
el rito central es el de la rapa das bestas (tema por cierto de la última
película de Rodrigo Sorogoyen que se acaba de presentar en Cannes). En una
tierra de caballos salvajes y libres, un fin de semana del mes de julio se
celebra una fiesta cultural en la que a los caballos, concentrados en unos
cercados especiales, se les rapan las crines y la cola para después soltarlos
de nuevo. Esta fiesta es el centro de esta historia en la que Maite, una sargento
de la policía judicial y Tomás, un profesor desencantado y enfermo, intentarán
desentrañar el misterio del asesinato de la poderosa alcaldesa del pueblo. Si
en Hierro, Candela Peña se encargaba
de ser un personaje desagradable con el que era difícil empatizar, aquí, ese
rol lo asume Javier Cámara como un Tomás bastante odioso, aunque tenga sus
razones para ser como es. En cambio Maite, en el rostro siempre atractivo de
Mónica López, es un personaje al que te entran ganas de ayudar en todo momento.
En realidad el misterio del crimen no es tal, el espectador sabe quién lo ha
cometido ya en el primer capítulo. El misterio se deriva de la investigación y
sus ramificaciones. Poco a poco, esta extraña y antagónica pareja va “rapando”
las crines de los porqués y sus derivas psicológicas, morales, políticas,
enraizadas en viejas tradiciones de poder. Uno de los grandes aciertos de la
serie son los actores secundarios, y no tan secundarios, que `pueblan ese
paisaje de aguas bravas y caballos en libertad. Actores gallegos, actrices
sobre todo, que son rostros nuevos, potentes, poco habituales e inesperados. Rapa tiene cosas de Hierro y cosas que no son de Hierro.
Y eso es lo mejor de todo: reconocer algo que no es igual. Hay Rapa para rato.
Tokyo Vice, HBO 8 episodios
De esta serie se ha escrito
mucho, se ha dicho mucho, pero no estoy segura que se haya visto mucho. Es una
serie negra de yakuzas en el Tokio del fin de siglo XX. Pero para hablar de
ella es mejor partir de algunos nombres propios.
El primero es el de Jake
Adelstein. Adelstein es un escritor norteamericano. A los 24 años se convirtió
en el primer periodista no japonés que trabajó en la redacción de un gran
periódico de Tokio, concretamente en la sección de sucesos del diario Yomiuri
Shinbun. Interesado por la cultura japonesa y sobre todo por sus bajos
fondos, Adelstein consiguió tener contactos en la policía y entre los yakuzas sin
dejar de ser un gajin. Aunque nunca llegó a dominar los códigos del hampa,
logró infiltrase y llegar a conocer bien a unos y a otros. El resultado de su
experiencia lo reflejó en un libro supuestamente autobiográfico llamado Tokyo Vice que ha servido de base a la
serie de HBO.
El segundo nombre es Michael
Mann. El director americano, autor de títulos de cine negro memorables como Heat o Colateral y creador de la serie Miami
Vice, aceptó el reto de producir y dirigir el capítulo piloto de la primera
serie japonesa de HBO. Mann eleva el tono de este capítulo a la altura de sus
mejores trabajos. Lo menos que podemos decir es que es espectacular. Pero eso
es un problema para el resto de la serie. Los siguientes capítulos, todo y
estar muy bien dirigidos, no brillan como el primero. Quizás por eso, la
brillantez estilística del piloto deja paso a una fuerza más grande de la historia
y de los personajes.
El tercer nombre a tener en
cuenta es Ansel Elgort. El guapo Tony de West
Sude Story se convierte en Adelstein hablando en japonés. Elgort lleva todo
el peso de la serie en sus frágiles y altos hombros y no siempre consigue
soportarla. Pero hay que reconocerle el esfuerzo de meterse en ese personaje y
la capacidad de lograr algo complicado gracias a los guiones y a la dirección.
Elgort/Adelstein se cree por encima de los japoneses, se cree mejor
periodista, se cree que tiene derecho a saltarse las reglas. Pero la historia y
la serie, le va colocando en su lugar cada dos por tres, demostrándole y
demostrándonos que en realidad es un gajin que no entiende nada, aunque lo
intenta. Ser el protagonista y al mismo tiempo el elemento débil de la historia
no es nada fácil.
El último nombre de esta lista
es Ken Watanabe, el mejor actor japonés
contemporáneo. Watanabe asume el rol del policía Karagiri, una figura que ejerce
de padre y de protector, Karagiri no es un policía al uso, sabe que no se puede
acabar con la yakuza, pero aspira al menos a conseguir una tregua entre los
clanes, lograr que la violencia disminuya. Adelstein al principio le molesta,
pero acabarán trazando una alianza útil para los dos.
En
esta historia de hombres hay dos mujeres importantes para Jake: la jefa de
redacción del periódico, Elmi, en la que reconocemos a Rinko Kikuchi, la
protagonista de Mapa de los sonidos de
Tokio de Isabel Coixet y Raquel Heller como Samantha, una cantante y geisha
moderna norteamericana que se mueve en el submundo de los clubs de alterne de
la ciudad que es sin duda la otra gran protagonista de la serie.
Tokyo Vice no
es la gran serie que su piloto anuncia, pero si es una buena serie negra con
personajes y ambientes poco habituales, con diálogos cortantes y secos y con
una mirada que, bajo la apariencia de ser la de un occidental, es profundamente
japonesa. A Sydney Pollack y Paul Schrader, autores de Yakuza, les habría gustado.
EL RINCÓN DE LA SABIDURIA
Una de las cosas buenas de
estas dos semanas raras ha sido descubrir a Ramón Bayés gracias a una buena
amiga. Fue ella la que nos dijo que viéramos la entrevista con Ramón Bayés
dentro de la web Aprendemos Juntos de
El País y el BBVA. Yo no conocía este
viejo profesor de 91 años, lúcido y sereno. Escucharle ha sido una de las
mejores cosas de este tiempo detenido en el que me ha sumergido un Covid
llevadero, pero persistente.
Dejo aquí algunas de sus frases como aperitivo de la entrevista entera. Vale la pena.
-Quizás la característica que
ha permanecido y permanece en mí es la curiosidad. Para mi es quizá, la semilla
de lo que he sido.
-Una cosa que recomiendo a la
gente, a los alumnos, es que estén atentos, que estén atentos a lo que está
pasando, porque hay momentos que son extraordinarios.
-“Todo conocimiento humano es
incierto, inexacto y parcial” (Bertrand Russell) Esto a mi me ha servido para
no caer en dogmatismos, sean dogmatismos religiosos, sean dogmatismos de
partidos, sean dogmatismos de todo tipo. Lo importante es ser crítico, estar
atento, no ser dogmático.
-Hay que valorar las cosas y
hay que tener un punto de vista original.
-La persona es un viaje y cada
viaje es distinto. Empieza en el momento que nacemos y muere cuando, una vez
muertos, dejamos de pensar en esta persona.
-Yo recomendaría el cine, el
teatro, la poesía, aunque uno haga ingeniería o medicina, necesita realmente de
los libros, necesita la sabia que proporcionan las experiencias de otras
personas.
-El cine para mí es una fuente
de aprendizaje.
Un gran profesor que pone en
palabras pensamientos sensatos.
El enlace a la entrevista
completa es este.
RAMÓN BAYÉS
https://www.youtube.com/watch?v=vSrjyUELkKM
El regalo de esta semana está dedicado a Ramón Bayés. De un Ramon a otro Ramón. No sé si le gustan los gatos, pero no importa, seguro que le gusta este cuadro, uno de los que más lejos ha viajado,. El cuadro está en Taiwan.
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