El estreno más importante de la semana es Elvis,
de Baz Luhrmann, pero no le he visto todavía. De los otros diez estrenos, el
que puede ser más interesante es La ley de Teherán, pero tampoco la he
visto. De las demás hay una que tiene alma aunque solo sea por el espléndido
nihilismo adolescente de su protagonista la Camila de Camila sale esta noche.
Ante este panorama, el único estreno que realmente me estimula a escribir y destacarlo
es un documental de animales. ¡Pero qué documental y que animales! Se llama El
leopardo de las nieves.
En la Navidad del 2020, ese
año raro que para todos es una frontera, un antes y un después, escribí sobre
un libro precioso que se llamaba El
leopardo de las nieves o la promesa de lo invisible del fotógrafo
francés Vincent Munier. Copio el texto, es corto: “El leopardo de las nieves es un libro clásico de Peter
Matthiessen, especie de guía espiritual para aventureros de las montañas y del
pensamiento. No lo he leído entero, pero muchas veces lo he consultado, a veces
al azar. Como hoy mismo, cuando he abierto el libro sin pensar y me
he encontrado con esta frase subrayada por Ramon, que si se ha leído
el libro entero. “Me encuentro ante una excelente ocasión de soltar lastre, de
“ganar la vida perdiéndola”, lo que no significa temeridad sino aceptación, ni
tampoco pasividad sino desprendimiento.” Me ha parecido una frase profética
para encarar el año que viene, con todos los retos que nos va a plantear. Los
libros son siempre buenas guías para la vida. Pero en este caso, no es del más
que recomendable libro de Matthiessen del que quiero hablar, sino de un libro
de parecido título: El leopardo de
las nieves o la promesa de lo invisible, del fotógrafo y cineasta
francés Vincent Munier. Cuenta cinco expediciones a las montañas del Tibet,
realizadas entre 2011 y 2018, en busca del más mágico y fantasmagórico de todos
los animales, el mítico leopardo de las nieves. Durante estas cinco
expediciones, Munier, acompañado de un guía tibetano y en cada ocasión con
distintos compañeros, fotografía las montañas, la nieve, el paisaje, los
animales, el cielo y la tierra, buscando al casi invisible leopardo al que
entrevé en varias ocasiones y al que consigue fotografiar siempre de lejos. Es
un libro de fotos en blanco y negro fascinantes en su indefinición que relata
en forma de diario la búsqueda de lo invisible. Hay momento muy bonitos en el
libro como éste: “Será un día sin fotos, pero me llevo imágenes magnificas,
escondidas en algún rincón de mi imaginario… Pienso en aquella frase de Jean
Giono: “Sobre todo nada de cámaras ni de cachivaches: los paisajes bellos no se
albergan en las máquinas, se aposentan en los sentimientos.” Tomemos
nota de esta idea en estos tiempos en los que parece que si no hacemos una foto
no sentimos realmente haber estado en algún sitio. Los dos libros de los
leopardos se pueden ilustrar visualmente con un precioso documental de Vincent
Munier que se encuentra en Youtube https://www.youtube.com/watch?v=lUJQRMeYFqM
Año y medio después, podemos decir una
vida y media después, se estrena un nuevo y distinto documental sobre el
leopardo y Vincent Munier, rodado durante la expedición del 2018. En ese viaje,
Munier estuvo acompañado por el escritor Sylvain Tesson y por Marie Amiguet, su
fiel compañera de expediciones que asume el trabajo de filmar los rostros de
los dos aventureros en busca del misterioso leopardo de las nieves tibetano. El
documental de Marie Amiguet es muy diferente del que se puede ver en Youtube.
Es mucho más complejo y está centrado en tres objetivos: la montaña, los dos
hombres y los animales. De alguna manera, Vincent y Sylvain se convierten en
los observadores observados mientras observan y buscan la belleza de un paisaje
y de una forma de vida lejos de todo y de todos. El objetivo de la expedición,
de las fotos de Munier, de los textos de Tisson, de la cámara de Amiguet, es
muy claro: intentar reflejar el arte de la paciencia y la espera, retratar la
armonía de ese mundo silencioso, celebrar la belleza de un entorno donde la
libertad y el equilibrio lo son todo. Se puede decir que El leopardo de las nieves, la pantera como le llaman los franceses,
es un film demasiado hermoso, demasiado estético. Pero no importa, también el
leopardo de las nieves es un animal hermoso, pleno. Lo descubrimos solo al
final. Los últimos minutos del film están fijados en el animal que observa a
los observadores mientras la cámara los observa a ellos. Es un juego de miradas
inteligentes entre un animal poderoso y seguro que mira diciendo: os he visto,
pero no me importáis tanto como para haceros caso y dos hombres extasiados que
miran al animal diciendo: te vemos, te admiramos, te respetamos. En el libro
que relata las expediciones de Munier, hay un epílogo de Sylvain Tisson donde
dice: “Al lado de Munier, la relación con el mundo adquiere otro cariz. La cosa
ya no va de ir quemando etapas. Llegamos a la montaña, esperamos, oteamos, y, a
veces, aparece un animal. El fotógrafo naturalista no divide el espacio, se
instala en el tiempo.” Y acaba el texto con estas palabras: “Y de pronto,
apareció el leopardo, demostrando con su mera presencia que si nos olvidamos de
nosotros mismos y esperamos a que el tiempo nos conceda el pago por nuestra
paciencia, éste merecerá la pena.” Una espléndida lección no solo para la
montaña, también para la vida. Si sabemos tener paciencia y saber mirar,
encontraremos al leopardo de las nieves de nuestra vida. ¡O al menos eso
espero!
El regalo de esta semana es un particular “leopardo
blanco” de Ramon
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