(Hombres de Arán de Robert Flaherty, un film evocado)
Tóxico
1: Almas en pena en Inisherin, de Martin
McDonagh
No sé muy bien cómo
enfrentarme a esta preciosa película. Me ha gustado mucho, tiene una emoción
intensa y una melancolía que tiñe todo el relato de una extraña poesía. El
paisaje ayuda, desde luego, esa Isla de Arán que evoca el clásico de Robert
Flaherty rodado en 1934, poco después de la época en que se ambienta la
historia de amistad rota de Almas en pena.
Verla me ha producido una sensación agridulce y una cierta incomodidad. Porque
no entiendo bien los porqués de la reacción de Colm y de Pádraic. Mejor
dicho, no quiero entender los no motivos
de su ruptura. Y es aquí donde me planteo a mi misma que hay detrás de esta
triste, al menos para mí, historia de amistad tóxica entre dos hombres. Hay sin
duda una homosexualidad latente que les asusta. A Colm, más inteligente, porque
no la quiere asumir, a Pádraic, porque en su simpleza es incapaz de imaginarla
aunque la necesite para vivir. Pero también está detrás de esta historia
sencilla y callada, la estupidez de los enfrentamientos entre iguales, que en
el film representa la guerra civil en la isla de enfrente de donde llegan ecos
de batallas. Todo esto enmarcado en una isla, es decir aislada, donde solo hay
tres espacios comunes, el pub, la tienda y la iglesia. Un lugar habitado por
banshees, almas en pena, hadas protectoras, espíritus femeninos, que en el
folklore irlandés aparecen como mensajeras de otro mundo. Son las banshees las
protagonistas de la canción que compone Colm; es una banshee, encarnada en la
vieja Mrs. McCormick, la que anuncia la muerte y la desolación; es en cierto
modo una banshee buena, Siobhán, la hermana de Pádraic, a la que le gusta leer,
el único personaje que es capaz de ver más allá del horizonte del mar. Hay
muchos temas escondidos (como en Brujas) en este pequeño pueblo (como el de
tres anuncios): la soledad, el aburrimiento de la vida eternamente repetida, la
presencia de la naturaleza, la necesidad de querer a alguien, sea la pequeña
burrita Jenny que acompaña a Pádraic en su deambular o el fiel perro de Colm.
Se suman las capas en The Banshees of
Inisherin, título original del film que le puede reportar a su director un
nuevo Oscar y a sus actores, magnífico Colin Farrel taciturno y eternamente inocente;
sólido como una roca Brendan Gleeson con un rostro surcado de arrugas como las
gritas de una piedra tallada. Las almas en pena de esta Irlanda que no es la de
John Ford, ni la de Flaherty, son las de Martin McDonagh, un director que con
una corta filmografía, tan solo cuatro películas en quince años, se ha
convertido en uno de los mejores en retratar personajes dolidos sin caer nunca
en la sensiblería. Exponer el dolor y la simplicidad de las relaciones de una
manera sencilla no quiere decir que no sea emocionante. Muy emocionante.
Tóxico
2: Tengo sueños eléctricos, Valentina
Maurel
Lo anuncia su propio título,
un verso de un poema de César Maurel, padre de la directora costarricense
Valentina Maurel. Este film produce sueños eléctricos, o mejor dicho, produce
una descarga eléctrica en el espectador poco acostumbrado a ver en pantalla
unas relaciones padre e hija tan ambiguas y tan fuera de lo convencional.
Relaciones tóxicas de complicidad y de búsqueda en un ambiente luminoso y
relativamente feliz. Un mundo sin problemas aparentes, una clase media intelectual
y acomodada, culta y respetuosa, unos padres separados amistosamente, pero con
una fractura entre ellos que solo el gato de la familia siente físicamente. El
gato y la hermana pequeña que observa y sufre las consecuencias de lo que
sucede en esos meses calurosos en los que su hermana mayor, Eva, dejará de ser
lo que es para empezar a ser lo que será en un difícil, pero no traumático,
paso de la adolescencia a la edad adulta. Eva no quiere vivir con una madre
empeñada en romper con el pasado y prefiere explorara el mundo de un padre tan
perdido como el gato y como ella, tan vulnerable y al mismo tiempo violento y
lejano. Con él Eva descubrirá el mundo de los adultos con sus matices, sus
dobleces, sus grises. La directora se atreve a contar esta historia de
dependencias y salvaciones desde una libertad absoluta, sin miedo a enfrentarse
a personajes disfuncionales y complejos que no dudan en comportarse de forma
muy poco edificante. Y sin embargo, de ahí la descarga eléctrica, no los juzga,
ni los castiga, ni los enfrenta a la sociedad. Con una suavidad y luminosidad que
hace de la ciudad de San José de Costa Rica una inmensa pecera, padre, hija,
madre y hermana van evolucionando, van creciendo, van construyendo una nueva
realidad a partir de una ambigüedad moral que es uno de los rasgos más
atractivos de este film multipremiado en Locarno y en San Sebastián Un ejemplo
de un cine latinoamericano lejos de los estereotipos a los que nos tienen
acostumbrados. Un sueño eléctrico, que nos lleva a preguntarnos. ¿Soñarán los
gatos con humanos normales?
Tóxico
3 Mikado, de Emanuel Parvu
Fue Alex Gorina el que me puso
en la pista de este film que se titula en su origen Marocco, pero aquí se ha estrenado, casi clandestinamente, como Mikado. Tanto el título original como la
traducción no dan pistas de por dónde va esta película rumana austera, fría, quirúrgica.
O sí. Porque si buscamos lo que significa Mikado en Google nos podemos
encontrar con que es el nombre del popular juego de los Palitos Chinos, ese
juego de mesa donde se trata de retirar uno a uno los palitos sin que se
desmorone todo el conjunto que, invariablemente, acaba cayendo. Como caen uno a
uno los palitos de este film extrañamente sugerente en el que se plantea como
premisa la toxicidad de una relación padre dominante y controlador-hija
adolescente que intenta ser libre. Pero eso es el principio, son los palitos
recién tirados sobre la mesa. Cuando empezamos a sacar uno detrás de otro, el
collar perdido, el ascensor que no funciona… las consecuencias de un acto van
repercutiendo en otro y en otro… hasta que el juego se desmorona. La culpa
domina el relato, pero la falta de confianza, la prepotencia y también la
maldad son algunos de los palitos que van contribuyendo a que el mikado de
Parvu se vaya destruyendo ante nuestros ojos. Parvu, uno de los mejores actores
del nuevo cine rumano al que hemos visto en muchas películas importantes de esa
cinematografía, se revela un director contenido en este film que se presentó en
el Festival de San Sebastián y que lamentablemente se ha estrenado sin ningún
tipo de apoyo. Ignoro si aun está en cartelera en algún lugar, pero por si
acaso, apunten el titulo y si lo pescan en una plataforma, no dejen de verlo.
Familias tóxicas hay muchas en el cine y en la vida, pero la de Parvu con
Cristi, el padre a la cabeza, es digna de conocerse.
Pequeña guía de películas de padres e hijas
Tres películas del año 2022 se
han acercado al tema de las relaciones padres e hijas adolescentes. Eso me ha
llevado a recordar algunos ejemplos de padres con hijas, no siempre
adolescentes, que ayudan a entender estos afectos poco explorados en el cine.
Seguro que hay muchos más.
Primavera
tardía, Yasujiro Ozu, 1949
Luna
de papel, Peter Bogdanovich, 1973
Somewhere,
Sofia Coppola 2010
De
padres e hijas, Gabriele Muccino, 2015
Toni
Erdmann, Maren Ade, 2016
El padre, Florian
Zeller, 2020
Aftersun,
Charlotte Wells, 2022
Tengo
sueños eléctricos, Valentina Maurel, 2022
Mikado, Emanuel Parvu, 2022
El regalo de esta semana es otro
gato, en honor al protagonista de Tengo
sueños eléctricos. Siempre pensé que la Negra soñaba con que nosotros
éramos como ella.
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