La idea del salto me sirve
para encontrar un hilo conductor entre una película de estreno, un documental
de Arte y un libro que da varios saltos mortales.
(foto de rodaje de !Salta! en el Barrio
de las Flores de A Coruña)
La
película: ¡Salta! de Olga Osorio
¿Por qué me apetece hablar de
una película familiar, con niños, pequeña y aparentemente destinada a un
público popular? Pues por eso. Porque es familiar, pero inteligente;
porque tiene niños, pero no acabas odiándolos; porque es pequeña, si pero
pequeña no quiere decir ni mala ni aburrida; porque está destinada a todos los
públicos con ganas de ver una historia entre los Goonies, Regreso al futuro y unas dosis de sorna gallega.
¡Salta! es el
primer largo de Olga Osorio, una directora gallega que ya tiene detrás varios
cortometrajes en los que hay un tema recurrente: el tiempo. En Restart, su primer corto del 2014, su protagonista, Marta Larralde,
estaba atrapada en un bucle temporal; en su segundo corto, Einstein-Rosen, del 2016, aparecían por primera vez los hermanos
Teo y Oscar y su aventura con los agujeros de gusano. Mouras, del 2018, era una mirada al universo legendario gallego y
en Tinder Time, del 2019, unía las
citas de Tinder con un nuevo enfoque del bucle del tiempo. Por eso no sorprende
que para su debut en el largo, Olga Osorio haya querido desarrollar el tema de
los viajes en el tiempo partiendo de los dos hermanos, Teo y Oscar. Pero esta vez, la cineasta ha
contado con la colaboración de la guionista Araceli Gonda en la escritura de
una historia que se mueve en tres tiempos, 1989, su presente, 2019, su futuro, y un salto al pasado en 1949. El resultado es
una película divertida y verosímil, en su imposibilidad acabas creyéndote que
puedes saltar a otro tiempo en medio de un barrio popular de A Coruña. El
protagonista casi absoluto es Teo, un niño de diez años interpretado con una
gran frescura y naturalidad por Mario Santos. Teo es el pequeño de los
hermanos. Estamos en 1989, su madre los ha abandonado y su hermano Oscar, de trece
años, intenta entender porque. Su madre era física y Oscar, convencido de que
puede encontrarla en otro tiempo, investiga los agujeros de gusano sin grandes
resultados. Pero es Teo, casi sin querer y gracias a una foto, el que encuentra
el lugar desde donde podrán saltar a otro tiempo. A partir de ahí, la historia
se abre en varias direcciones con Tamar Novas y Marta Nieto en el futuro y
Mabel Ribera como la abuela en el presente de Teo. ¡Salta! me ha hecho pasar un buen rato. Ya es mucho.
El
documental de Arte: Alice Guy, la
olvidada pionera del cine.
El salto en este caso es el de
la propia Alice Guy. Pero empecemos por el principio, antes de saltar. Estoy
preparando una charla sobre Alice Guy, considerada desde hace pocos años la primera
directora de la historia del cine y la primera persona, hombre o mujer, que
hizo un film completamente de ficción. Digo desde hace pocos años, porque hasta bien
entrados los años 90 del siglo pasado, el nombre de Alice Guy no existía en las
historias del cine y en las raras en que aparecía, era tan solo como
“secretaria de Leon Gaumont”. Han tenido que pasar casi ciento cincuenta años
de su nacimiento y 65 de su muerte para que el nombre de Alice Guy brille en
todo su esplendor como pionera a la que el cine le debe mucho. Preparando la
conferencia me he encontrado con mucha información sobre ella, libros,
biografías, su autobiografía, comics, documentales, ensayos. Más o menos todos
dicen lo mismo y todos la reivindican como una gran creadora. Pero entre todo
lo que he leído y todo lo que he visto, hay un documental de Arte que me parece
el mejor de todos, no solo por ella, sino por la forma despreocupada, alegre y
risueña como se enfrentan a esta mujer que fue despreocupada, alegre y risueña
El documental se titula Alice Guy, la
olvidada pionera del cine, y está dirigido por dos documentalistas de larga
trayectoria Nathalie Masduraud y Valérie Urrea. La narración de Agnès Jaoui se
combina con los recuerdos de la propia Alice Guy en sus dos últimas
entrevistas, cuando era una anciana de ojos vivaces, pelo blanquísimo y mente
super despierta, y la voz en primera persona, como si fuera la propia Alice la
que nos contara su vida, de Maud Wyler. El documental está basado en una idea
original de Catel &Bocquet, autores del precioso comic Alice Guy. La propia Catel ha realizado las animaciones que puntean
el documental combinando acción real con sus dibujos. Lo más divertido de este
trabajo es ver cómo son las propias películas de Alice Guy las que ilustran el
relato de su vida. Un relato que voluntariamente se centra en los primeros 10
años de trabajo de esta mujer increíble, los que van de 1896 cuando rueda su
primera película, El hada de las coles,
hasta 1907, cuando se casa con Herbert-Blaché, deja la Gaumont y abandona
Francia para irse a Estados Unidos, a Nueva Jersey donde fue una de las grandes
impulsoras del nuevo y aun poco valorado arte del cinematógrafo. Para Catel,
Bocquet, Masduraud y Urrea, son estos años los más interesantes, los más
brillantes. Es sorprenderte descubrir que una jovencita de 22 años se iba a
convertir en la primera directora de cine y una mujer independiente que consiguió
consolidar un estudio. Y aun es más sorprendente, o no, ver que Leon Gaumont no
tuvo ningún reparo en borrarla de la memoria colectiva cuando en 1930 publicó
la historia de su compañía comenzando precisamente en 1907, el año que Alice
Guy dejó el estudio de la margarita. La vida y el trabajo de Alice Guy es apasionante,
pero este documental es particularmente bonito. Un buen ejemplo de saltos hacia
adelante.
Este es el enlace por si
alguien quiere verlo
https://www.arte.tv/es/videos/095829-000-A/alice-guy-la-olvidada-pionera-del-cine/
El
libro: Un amor, de Sara Mesa
Lo confieso, no había leído nada de esta autora madrileña nacida en 1976. Y habría seguido sin leerla, como tantas otras y otros que se pierden en la vorágine de publicaciones, sino fuera por Isabel Coixet que decidió adaptar Un amor para su última película, protagonizada por Laia Costa. Un amor se estrenará en la Sección Oficial de San Sebastián, pero antes de verla, me picó la curiosidad. Isabel no adapta un libro porque si, tiene que encontrar en él algo que la provoque, la haga saltar. Y vaya si hace saltar este libro no muy largo, dividido en tres partes. La protagonista es Nat, una joven traductora que se instala en un pueblo perdido para alejarse de la ciudad, de su trabajo y de su vida. Un personaje perfecto para Laia Costa, una de las pocas actrices que sabe trasmitir sentimientos y emociones con su rostro y su cuerpo sin necesidad casi de utilizar la palabra. Porque este libro introspectivo, narrado desde dentro, está hecho de pensamientos y sensaciones muy difíciles de visualizar, aunque no de sentir. Creo que fue eso lo que impulsó a Isabel a meterse de cabeza en esta historia turbia, oscura, cerrada, sin aire a pesar de estar en pleno campo. Un amor es un libro incomodo pero no puedes dejar de leerlo. A la espera de ver la película de Isabel, no tengo ningún reparo en recomendar que lo lean. Es una experiencia, un salto al vacío.
El regalo de esta semana es
una chica que tampoco tiene miedo de saltar al vacío.
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