Esta entrada debería estar
centrada en el Festival de San Sebastián pero el estreno de los ojos cerrados
de Erice y el casi clandestino estreno de una pequeña película, me han hecho
que el resumen del festival sea un poco más corto de lo que debería y la
entrada un poco más larga de lo que me gustaría.
Festival de San Sebastián, los
ojos abiertos
Robo el título de la película
de Erice para afirmar que en este Festival de San Sebastián que acabó ayer, no
he cerrado los ojos ni un solo día viendo películas y viendo personas, porque
un festival son las pelis, pero sobre todo son las gentes que encuentras allí y
solo allí. A modo de pequeño resumen solo citaré aquí algunas, de las que más
me han interesado entre las que he podido ver.
ALEMANIA,
María Zanetti
Las historias en las que
aparentemente no pasa nada, me gustan mucho. Cuando descubres que debajo de esa
nada hay todo un mundo de turbulencias. Como las que rodean a Lola, una
adolescente de 16 años, un verano en el que surge la posibilidad de ir a
estudiar a Alemania. Esa es la superficie de la nada, lo que hay debajo es toda
la incertidumbre y la inestabilidad que provoca en su familia la enfermedad
mental de su hermana Julia.
BLONDI,
Dolores Fonzi
Un cruce de Las chicas (chico en este caso) Gilmore, y El soplo en el corazón. Con un gran sentido del humor, una
capacidad de reírse de las situaciones más trágicas y dos actores, la propia
Fonzi y Toto Rovito, en estado de gracia. Un debut que anuncia que Dolores
Fonzi es mucho más que una gran actriz.
EL
CIELO ROJO, Christian Petzold
El cielo rojo es el de los
incendios que están quemando los bosques de una hermosa zona en la costa
alemana. También es rojo el vestido de Nadia, una llamarada de vitalidad y
ternura en esa casa donde cuatro amigos coinciden un verano muy caluroso. Pero
el rojo más potente es el de la prepotencia y la estupidez de uno de sus
protagonistas, León, un escritor en crisis. Lo mejor de este film romántico es
la brutal descripción de un intelectual que se cree por encima de los demás y como
se da de bruces con la realidad, la tragedia y la vergüenza. Un film muy
interesante que deberían ver muchos escritores, cineastas…
EL
ECO Tatiana Huezo
Un documental que parece una
ficción. Tatiana sigue la vida de cuatro familias de una comunidad en el valle
de Puebla durante un año bajo el ritmo de los ciclos de la naturaleza, las
relaciones entre los miembros de la familia. Las niñas y los niños con sus
miradas son los auténticos guías de este viaje que se va tejiendo con alegría,
con dolor, con ternura y con realismo. Un documental que va mucho más allá de
lo documentado.
LA
ESTRELLA AZUL, Javier Macipe
Biopic anómalo de un cantante
más anómalo aún. Macipe uno de los raros directores aragoneses, recupera la
historia de un rockero de los 90 que busca recuperar su vida en un viaje por el
norte de Argentina donde conoce a un viejo musco chacarero que le devuelve no
solo la energía y las ganas de vivir, sino la música. Pero una cosa es la pampa
y otra la Zaragoza de los 90. Música, vida, alegría, tristeza. “No vamos hacia
la muerte, la muerte viene hacia nosotros”. Con humor. Una delicia.
LOS
IMPACTADOS, Lucía Puenzo
Cuando te alcanza un rayo y no
te mueres, te conviertes en un impactado. Un yonqui de la electricidad. Eso es
lo que le pasa a Ada, una mujer con una herida interna que el rayo saca a la
luz en medio de tormentas eléctricas y tormentas emocionales. Un film de
ciencia ficción contemporánea o lo que la directora llama realismo futurista.
Inquietante.
O
CORNO Jaione Camborda
Historia ancestral en el paisaje
físico y espiritual de la Galicia profunda de los años 70 del siglo pasado. Un
principio impactante y arriesgado, una segunda parte lirica y trágica y una
tercera parte que narra un viaje de huida, de descubrimiento, de pérdida y de
sororidad que no es lo mismo que la solidaridad. Una gran primera película.
QUITTER
LA NUIT, Delphine Girard
Una mujer llama a la policía,
se siente en peligro. Una mujer recibe la llamada siente ese peligro. Un hombre
genera ese peligro. Entre los tres se teje una red invisible que los une en el
laberinto de una justicia demasiado lenta, demasiado fría, demasiado formal.
Ali intenta seguir con su vida, Anna
intenta entender y ayudar, Dari intenta olvidar lo que no puede negar
que sucedió. Interesante y envolvente mirada nada convencional sobre un tema
comprometido.
THE
ROYAL HOTEL Kitti Green
Western contemporáneo en la Australia
más oculta seca y amenazadora. Dos amigas llegan a ese lejano austral para trabajar
en un salón, un bar, un refugio. Todo anuncia la tragedia, todo conduce al
miedo, pero al final la tragedia y el miedo serán otros. Un film desconcertante
y románticamente violento.
TOTEM,
Lila Avilés
Un día entero, una casa
familiar, una niña que observa. Mujeres que preparan una fiesta, un hombre
enfermo, la vida discurriendo entre risas y tristezas. La preparación de la
fiesta de cumpleaños de su joven padre enfermo lleva a la pequeña Sol a fijarse
en todo lo que sus tías hacen. La fiesta la lleva a fijarse en todo lo que su
padre significa. Una película donde México se cuela por las grietas de esa casa
familiar.
UN
AMOR, Isabel Coixet
Film físico y de paisaje, una
historia de amor imposible, desequilibrada, dolorosa. Una mujer se esconde en
pueblo perdido, busca un equilibrio que no tiene. Traduce libros, traduce
sentimientos. Un hombre frio y seco, indiferente, animal. Cuando se encuentran
solo pueden acabar de una manera. Isabel de la mano de Laia Costa, lleva la
novela de Sara Mesa a su terreno.
UN
SILENCIO, Joachim Lafosse
Cuantas cosas ocultan los
silencios, cuantas cosas oscuras pasan sin que las veamos. Lafosse nos adentra
en una historia turbia con raíces en el pasado, sin juzgar a sus personajes,
sin odiarlos. Siempre hay zonas de grises, aunque esos grises acaben por ser
tan densos y espesos que no te dejan respirar.
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Cerrar los ojos, de
Víctor Erice
Y ahora, si, ahora toca hablar
de Erice que ha recibido uno de los Premios Donostia poco antes de la
proyección de Cierra los ojos, el
único film del festival en el que he cerrado los ojos.
Lo siento pero disiento de la
opinión generalizada. Lo siento, pero no me parece que la película de Víctor
Erice sea la maravilla que afirman casi todas las críticas y artículos. Creo
que a Cerrar los ojos le pasa lo
mismo que a El sol del membrillo: es
muy larga y se pierde en cosas que no hacen falta. Durante la primera hora,
hice la prueba, cerré los ojos y solo escuché durante un rato. Me enteré de
todo. Porque todo lo explican con palabras, no con imágenes. Nunca con
imágenes. Hay cineastas a los que les encanta que sus personajes hablen sin
parar, Rohmer, por ejemplo. Pero sus criaturas hacen mil cosas mientras hablan,
cosas que nos dan mucha más información de lo que está pasando que los diálogos
que mantienen. En el caso de Erice, los personajes hablan entre ellos de dos en
dos, casi siempre, en un plano, contraplano clásico y sobre todo cansino.
Quizás sea porque estoy
leyendo el estupendo libro de Piti Español sobre cómo escribir diálogos (1), pero el film de
Erice, en su primera hora y media, se alarga en monólogos entre dos personas
que no se escuchan entre sí y recitan mecánicamente discursos para el espectador
que en general ya ha desconectado de ellos. Copio una frase del libro que cita
Piti,. Es una frase de Aristóteles nada menos y nada más: “El dialogo es
explicativo cuando los personajes lo utilizan ostensiblemente para comunicar
información al público, más que para hablar entre ellos, cuando este dialogo no
está en situación, no está vivo, no es plausible, solo corresponde a la comodidad del dramaturgo”. A la
comodidad y a la pereza para encontrar soluciones visuales. Y al
ensimismamiento en la escritura y sobre todo, a que no haya alguien que ya
desde el guion diga “Esto no, esto fuera.” En Cerrar los ojos eché mucho de menos a Querejeta que fue parte
fundamental de que El sur fuera tan
buena película. Pensé que si Querejeta o alguien como él, hubiera sido capaz de decirle a Erice, “quita
eso, hazlo de otra manera”, su preciosa historia, porque es preciosa, habría
salido ganando como cine y no solo como relato.
Lo más importante de la
historia de Miguel Garay, el director de cine que hace Manolo Solo y Julio
Arenas, el actor desaparecido que encarna José Coronado es el dolor de su
separación y su pérdida y el dolor y el placer de su reencuentro. Pero eso
tarda mucho en llegar toda la primera parte debería ser mucho más corta para poder
llegar a la emoción del reencuentro imposible con el ánimo preparado y no
agotado. En Cerrar los ojos, la
amistad y sus consecuencias dolorosas se pierde en meandros de diálogos gratuitos y pesados.
Eso no quita para que haya varios
momentos que me emocionaron mucho. El principio de la película, esa historia inmortal
que cuenta un José María Pou travestido de Orson Welles en un film de Roger
Corman, es perfecta en su clasicismo; la canción de Rio Bravo que Manolo Solo canta en la casita de la playa, es un
momento de amor al cine, de amor a la vida, de amor a la gente; el tango que
Coronado y Solo cantan a dúo delante de la cabaña del viejo Gardel., un Caminito
que es metáfora de toda su
historia común; y el único y perfecto momento autoreferencial “Soy Ana”, dice
Ana Torrent como decía la pequeña Ana en El espíritu de la colmena. Esos
momentos elevan el film, pero no son suficientes para que me alinee entre los
que ven en Cerrar los ojos una obra maestra. Yo diría que hay en ella el
embrión, el núcleo de lo que habría podidos ser una obra maestra. Pero no lo
es.
(1) Com escriure diàlegs que funcionin per a cinema i televisió. Piti Español. Laertes 2023
Estols de
Xavi Moreno
Con
este film independiente, inclasificable, radical y al mismo tiempo envolvente e
hipnótico, no he cerrado los ojos, porque todo lo cuenta con sus imágenes, no
con las palabras. El encuadre, el paisaje, el caminar, el viento en las hojas,
la lluvia que cae, nos van dando toda la información sobre un relato que a modo
de cuento podemos decir que es el de un viaje, una huida, un exilio. El de una
joven que huye de una ciudad asediada, da igual cual, da igual cuando, todas
las ciudades asediadas se parecen, y encuentra en el bosque un hada que con su
paraguas azul la guía y la lleva hasta el otro lado de la frontera. La añoranza
de las montañas, es quizás la más fuerte de las sensaciones que me produce esta
película. También la inutilidad de las fronteras que en realidad no separan,
sino solo delimitan y en medio de la naturaleza, ni siquiera eso. La belleza de
los paisajes románticos y el viaje de Walter Benjamin por los Pirineos en una
travesía que pudo ser como ésta, son evocaciones que flotan como las nubes
mientras veo la película. Conecto con la idea del exilio y del desarraigo,
entiendo los cuentos y los recuerdos, la extrañeza de los tiempos,
Sensualidad y realismo se confunden en
una sinfonía de cuerpos en movimiento, de bosques susurrantes. Todo junto me
deja en la memoria el aroma del campo después de la lluvia. Y al final, cuando
la película se ha acabado llega una explicación que de repente hace que todo
cuaje como una fotografía que de pronto se enfoca, o un puzle que con la última
pieza deja de ser una abstracción para ser una representación. Se puede hablar
de muchas maneras del drama de los refugiados que huyen de la violencia. Esta
película escoge una forma de hacerlo armoniosa y física, muy física. Caminar,
sentir, transformarse poco a poco. Estols
se estrena casi clandestinamente en algunos cines, pero confío que se pueda ver
en una plataforma en algún momento.
El
regalo de esta semana es para Víctor y Ana
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