Robo el título de esta
preciosa película para la entrada de esta semana no solo porque el film de
Celine Song me ha gustado mucho, también porque el otro gran estreno de la
semana, Saben aquell de David Trueba,
habla de vidas pasadas. Pero la auténtica razón quizás sea porque tanto uno
como otro me han llevado a pensar en mi vida pasada, sin nostalgia pero sí con
la sensación de haber perdido algo en el camino (y haber ganado otras cosas).
No hablo de la niñez o la juventud que forman parte de mi de una manera
indisoluble, hablo de esas cosas en las que creía y que ya no creo, esas ideas
que pensaba inmutables y ya no los son o esos sentimientos que se han ido
rompiendo. Por suerte no en lo personal donde conservo intactos el amor y la
amistad de gentes que quiero. Pero por desgracia si en el entorno que cada día
me parece más hostil, irreconocible y a veces invivible.
Vidas pasadas, Celine Song
El primer plano del debut en
el cine de esta dramaturga canadiense de origen coreano, me enganchó por completo.
Una barra de bar, una mujer joven oriental sentada entre dos hombres, uno
oriental como ella, el otro blanco americano. Una voz de alguien que no vemos se
pregunta qué relación puede haber entre esas tres personas, entre la pareja
oriental que habla con complicidad y el hombre blanco que los observa al
parecer sin entenderlos. Desde que era pequeña me ha gustado imaginar la vida
de otras gentes, en el autobús, en el tren, en el metro, cuando alguien llama
mi atención, me dedicó a fantasear durante unos minutos en cual puede ser su
vida. Como hace Celine al presentarnos a este extraño trío. La historia de esos
personajes comienza en Seúl , Corea, cuando Nora, que aun no se llama así, tiene
doce años y está a punto de abandonar el país para emigrar con sus padres a
Canadá. Nora tiene un amigo, Hae Sung, un niño de su edad con el que habla,
juega, comparte estudios y expectativas. Nora y Hae Sung son algo más que
amigos, son cómplices obligados a separarse. Esa separación en las escaleras
que los llevan cada uno a un destino distinto, resonó en mi memoria de niña de
doce años obligada a dejar mi México natal para ir a vivir a otro país, la
España de los años sesenta. También yo deje en México amigos muy queridos,
también me separé de mi niñez de una manera tajante: era una niña en México, no
era una niña en España. A partir de aquí Vidas
pasadas sigue a Nora en su camino para convertirse en autora teatral. Doce
años después, Nora busca a Hae Sung en las redes sociales. El encuentro virtual
entre los dos amigos de la infancia, renueva los sentimientos que ambos tenían,
pero los dos saben que es imposible mantenerlos con la distancia de un océano
entre ellos. Nora y Hae Sung dejan de llamarse. Pasan otros doce años cuando Hae
Sung decide hacer un viaje a Nueva York y avisa a Nora. Le gustaría verla. Y
aquí dejo que cada uno imagine lo que el plano del principio encierra. Un plano
que deja en el aire un claro “que habría pasado si…”. Vidas pasadas pone en imágenes la idea de In-yeon que en coreano significa providencia o destino y sirve para
describir los lazos que unen a dos personas a lo largo de sus vidas pasadas.
Todos tenemos In-yeon, solo hace falta que nos demos cuenta de ellos. La
película de Celine Song es tranquila, suave, adulta y romántica. Pero con el
romanticismo de films que me trae a la memoria: Deseando amar de Wong Kar-Wai, la trilogía del Antes de… de Richard Linklater, el cine de Hong Sang-soo o La reconquista de Jonás Trueba…
Saben aquel de David Trueba
Jonás me hace de puente para
llegar a David y a través de David y de otro David, Verdaguer y una Carolina,
Yuste, llegar a Eugenio y su vida pasada. Nunca fui muy fan de Eugenio, aunque
claro que sabía quién era. En los años que cuenta este film que no es en
esencia un biopic, más bien el relato de una profunda historia de amor, mi vida
circulaba por caminos muy alejados de los escenarios donde actuaba Eugenio y la
televisión me era bastante ajena, y con todo, la película me evoca lugares y
espacios urbanos muy cercanos. La historia empieza en Alicante en 1980, justo
antes de una actuación de Eugenio. Conchita le acaricia el pelo y comprueba que
todo esté en orden. Eugenio se mira al espejo y … Y Trueba empieza a contar.
Como Eugenio conoció a Conchita en 1967 y se enamoró de ella, como formaron un
extraño dúo musical, como formaron poco a poco una familia, como una ausencia
de ella (¿y si Conchita no se hubiera ido a ver a su madre?) provoca el
nacimiento del Eugenio humorista, como entre los dos construyeron el personaje,
como entre los dos… es este Entre los Dos lo que le da sentido a ese film que
podría explicarse con un sabían aquell qui diu com dos personas tan distintas
como Eugenio y Conchita vivieron una de las historias de amor más hermosas que
recuerdo haber visto en el cine. Punteada con recreaciones de sus chistes y
actuaciones, de momentos de ironía, de reflejos de la época, de música y
canciones que todos recordamos, el film te sumerge en su atmósfera gracias a un
guión meticuloso de David Trueba y Albert Espinosa sobre luna biografía de
Eugenio escrita por su hijo Gerard. David Trueba opta por una dirección invisible
(y por tanto perfecta), pero lo mejor sin duda es el carisma y la química que
desprenden David Verdaguer transformado en un Eugenio serio y malcarado y
Carolina Yuste, una Conchita llena de luz, de serenidad y de armonía. Los dos
merecen todos los premios del mundo. Un aviso, ya he dicho que Saben aquell no es un biopic. La
película se acaba en 1980 y voluntariamente deja fuera la vida de Eugenio a
partir de ese momento. Un tiempo que es precisamente el que recoge un
documental del 2018 firmado por Jordi Rovira y Javier Baig que se llama
simplemente Eugenio y se puede ver en
Filmin. Si lo que quieren es saber más cosas de este personaje único, lo mejor
es hacer un programa doble con el film de David y el documental de Rovira y
Baig, pero si lo que quieres es ver una preciosa historia de amor de una vida
pasada, Saben aquell llena todas las expectativas.
El regalo de esta semana son
dos arboles unidos, con Eugenio y Conchita, como Nora y Hae Sung.
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