Las tres películas que he
juntado en esta entrada hablan de grupos que se forman para sobrevivir de muy
distintas maneras
La sociedad de la nieve, J.A. Bayona
Hay que ser un gran director
de cine para hacer una películas obre una catástrofe no mostrar ni una sola imagen truculenta. Hay
que ser muy buen director de cine para transmitir la sensación de miedo,
indefensión, desamparo y violencia, sin una sola palabra más alta que otra. Hay
que ser un director de cine excepcional para conseguir hacer una película
intimista y casi de cámara en un paisaje grandioso y espectacular de montañas
nevadas y cielos azules. Bueno creo que con esto ya dejo claro que La sociedad de la nieve de J.A.Bayona me
parece una gran película. Una película realizada por completo en España que
puede competir a nivel de producción con cualquier película norteamericana.
Cuando supe que Bayona hacía
un film sobre el accidente del avión uruguayo que en 1972 cayó en medio de los
Andes, dejando 29 supervivientes en medio de un glaciar helado y aislado, no
entendí muy bien porque se había metido en ese lio. De esa tragedia en la que
murieron casi todos los pasajeros del vuelo, un equipo de rugby uruguayo y la
tripulación, ya había una película, (creo recordar que no demasiado gloriosa).
Entonces, ¿Por qué volver a esa tragedia? Luego pensé que la filmografía de
Bayona, desde el corto que le reveló como alguien especial, Mis vacaciones de 1999, es todo menos
convencional. Jota Bayona se atreve con cortos, videoclips, series de televisión
documentales, ficciones fantásticas, ficciones realistas, grandes espectáculos,
sabemos, además, que la realidad y sus tragedias le suelen interesar, sobre
todo si tienen un componente humano. Empecé a entender porque había decidió adaptar
el libro de Pablo Vierci que relata en primera persona lo que se conoció como La tragedia de los Andes. Para hacerlo
podía haber caído en la tentación de buscar actores conocidos, pero no. Desde
el principio tuvo claro que si los protagonistas de esta historia eran jóvenes
uruguayos, sus actores serían jóvenes uruguayos. Esta decisión no solo le da a
la película una verosimilitud absoluta, sin por ello caer en el falso realismo
o la “verdad”. Bayona hace una película, una ficción basada además en un libro
que ya manipula en cierto modo lo que allí pasó. Pero lo hace creíble y sobre
todo lo hace emocionalmente compartible, sin ceder (como en algunas otras de
sus películas) a ningún sentimentalismo. El horror está ahí, no hace falta
verlo, lo sentimos en esos rostros, en esas miradas, en esa voz que va narrando
desde un lugar que no sabemos cuál es como consiguieron sobrevivir estos
chicos creando una sociedad de la nieve.
Muyeres, Marta Lallana
Aquí lo que tiene que
sobrevivir no es tanto unas personas, que también, sino las tradiciones que se
pierden en la niebla de los valles de las montañas de Somiedo en Asturias. La
música, las canciones, una forma de vida que desparece y a la que este
documental quiere rescatar, darle la oportunidad de dejar una huella
permanente. La historia (porque hay historia) sigue a un músico Raúl Refree que
encuentra en un caserío una caja llena de cintas y casetes gravadas hace años
con las mujeres del valle mientras trabajaban el campo. Esas canciones, esa
música, le llevan a intentar saber más y busca posibles supervivientes. Solo
encuentra a dos mujeres muy viejas que viven en el valle mirando por la
ventana, recordando, hablando poquito, cantando bajito. Cada una de ellas tiene
a su lado una mujer más joven que la cuida y la acompaña, la completa en cierto
modo. Son estas cuatro mujeres las que le dan a este documental un tono
especial, único, los rostros cruzados de arrugas que hablan de un pasado de
trabajo y de solidaridad, los rostros compasivos que acarician y peinan y escuchan.
Con escenas en blanco y negro que parecen directamente salidas de una película
de Dovjenko, con músicas que arrastran el sonido del tiempo, y con la mirada de
estas dos mujeres que atraviesa la ventana de su casa y la ventana de la
pantalla, Marta Lallana ha hecho un documental más que etnográfico sobre el
pasado, etnográfico sobre este presente que va perdiendo la memoria, va
perdiendo la perspectiva, va perdiendo el sentido de las cosas.
Dejar el mundo atrás, Sam Esmail, Neflix
Aquí también hay supervivientes de una catástrofe que nunca vemos, solo imaginamos. Una familia típica americana, (aunque menos de lo que cabe esperar de una serie de Netflix), que espera pasar un fin de semana idílico en una lujosa casa en la playa, se encuentra de golpe con unos inesperados compañeros, un padre y su hija negros que llaman a la puerta al anochecer. Pero esa llegada no es la primera cosa extraña. Antes han tenido que salir corriendo de la playa porque un barco gigantesco se dirigía directamente hacia ellos. Su infinita soberbia urbanita les impide preguntarse exactamente porque, hasta que aparecen ese padre y esa hija que son, en realidad, los dueños de la casa que vienen huyendo de la ciudad. Todo empieza a desmoronarse cuando se dan cuenta que no hay internet, no funcionan los móviles, no hay televisión… ¿Cómo van a poder vivir sin todos eso? Y además, los animales tienen comportamientos muy raros, y además las familias desconfían unas de otras (en especial las mujeres, la esposa de una, la hija de la otra) y además…. Además el mundo tal como lo han conocido ya no existe. Lo de menos es porque ha pasado esto, no importa si es un ciberataque ruso, iraní, chino… que más da. Lo único que cuenta es que son analfabetos para vivir en esa nueva realidad. Solo la hija, Rose, es capaz de darse cuenta de que pasa algo especial. Y será ella la que acabe por centrar la película justo en el momento en que está más descentrada con la formación de dos grupos humanos, por un lado los hombres y sus miedos, por otro las mujeres y sus miserias. ¿Y el final? Pues que cada uno decida como quiere que siga. En todo caso Rose, ha encontrado lo que más quería, en realidad lo único que quería: ver como otro grupo humano llega al final de su historia en el ultimo capítulo de su serie favorita. Y hablando de series, en realidad esta película es una serie con los capítulos enlazados uno detrás de otro. Su estructura en episodios, sus puntos álgidos de final, son típicos de las series. Las mentes pensantes de las plataformas se han dado cuenta de que la gente consume las miniseries de un tirón, como un todo y han decidido ofrecérsela en una sola unidad, sin pausas ni créditos. Solo un apunte para los actores. Ethan Hawke es un marido y padre superado por los acontecimientos, Julia Roberts es una madre dominante y despótica que arrastra a los demás, Charlie Evans es un adolescente que no se entera de nada y justamente por eso será el primer castigado por la situación y Farrah Mackenzie, es una Rose llena de ambigüedades y percepciones. En cuanto a los visitantes/dueños. Mahershala Ali es hombre elegante y culto y su hija Myha’la Herrold, es una adolescente soberbia y un tanto racista (si los negros pueden ser racistas). Dejar el mundo atrás no solo deja un mundo ¿en guerra? Deja unos espectadores perplejos esperando ya, la segunda temporada, perdón la segunda película. Una curiosidad para nada banal. Detrás de esta interesante película están nada mas y nada menos que Barak y Michel Obama. Saquen sus conclusiones después de verla sabiendo este dato.
El regalo de esta semana es un cuadro de un mundo que no me gustaría dejar atrás.
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