¡Pobres
criaturas desvalidas y fuertes, pobres criaturas en un mundo de reglas que no
comparten! Claro que su respuesta en muy distinta, una se impone, la otra…
Pobres
Criaturas, de Yorgos Lanthimos
Yorgos
Lanthimos me tiene acostumbrada a películas muy poco convencionales, Canino fue una revulsión narrativa,
ideológica y cinematográfica que se confirmó con Alps, La langosta y sobre todo El
sacrificio de un ciervo sagrado. La favorita en el 2018 me desconcertó un poco,
era (aparentemente) más convencional, aunque encerraba una carga de profundidad
sobre el poder y la manipulación. Casi seis años ha tardado el griego en volver
a hacer un largo. Entre tanto ha realizado tres cortometrajes, uno de ellos
protagonizado por Emma Stone a la que conoció en La Favorita y que ha convertido en su imagen femenina preferida.
Emma Stone es Bella Baxter, la pobre criatura de este cuento victoriano,
perverso y malvado, lleno de humor y de múltiples capas. Por segunda vez en su filmografía,
Lanthimos no participa en la escritura del guion que ha confiado a Tony
McNamara sobre una novela de Alasdair Gray, un escritor escocés que desconozco
pero que no tardaré en leer. La historia de Bella Baxter enlaza con
Frankenstein, aunque la criatura apedazada en este caso sea el Godwin, (Willem
Dafoe, el mejor rostro para ser deconstruido), el creador de la hermosa y
desinhibida Bella, (Emma Stone con sus grandes ojos azules, herencia directa de
Bette Davis). El film se divide en varios capítulos en los que conocemos a Bella
a God y a Max McCandles, ayudante del médico, perdidamente enamorado de Bella. A
medida que Bella crece mentalmente sin cambiar nunca de aspecto, crecen sus
deseos de libertad y sus apetitos sexuales. Cuando conoce a Duncan Wedderburn,
no duda en fugarse con él. Vale ya no cuento más. Con esto hay suficiente para
estimular el deseo de ver un film visualmente provocador, con imágenes de gran
belleza, (aunque he de reconocer que me cansó un poco el uso reiterativo del
ojo de pez), un vestuario espectacular y una figura femenina impresionante en
su complejidad y riesgo. He leído en La
Vanguardia una entrevista de Gabriel Lerman con Emma Stone. Con su permiso,
reproduzco una de sus respuestas que me parece perfecta: “Simplemente traté de
liberarme de la vergüenza y de todos los prejuicios tanto como me fuese
posible, porque todo pasó por no hacer, en lugar de por hacer. Obviamente
tuvimos que trabajar mucho en cómo ella se iba a mover y en su forma de hablar.
También era esencial entender cómo evoluciona a medida que avanza la historia.
Pero la clave para interpretarla fue liberarme de muchas cosas porque Bella se
mueve por el disfrute y la curiosidad, y no tiene ni vergüenza ni traumas de
ninguna clase. Es difícil encontrar un adulto que no haya tenido que lidiar con
algún conflicto en su vida y que no haya incorporado alguna respuesta pavloviana
a ciertas situaciones, o que no tenga algún prejuicio. Ese fue el mayor regalo
de interpretarla, porque Bella no tiene ni traumas ni prejuicios. Simplemente
se dedica a descubrir todo lo que le rodea.” Después de conocer a esta
memorable mujer/niña, uno se pregunta quiénes son las pobres criaturas en esta
película. Sinceramente creo que Bella no lo es. ¿Serán los hombres que la acompañan?
Rodeo, de
Lola Quivorón
Detrás de este potente nombre se esconde una joven directora francesa que debuta en la ficción con una película inclasificable. Al menos en apariencia. Se la define en la publicidad como una pelicula motomami, y en cierto modo lo es, más allá del fenómeno provocado por el disco de Rosalía. Motomami es una palabra compuesta de Moto, que viene del japonés y significa duro o fuerte y Mami, palabra clave que representa a la mujer. Por lo tanto una motomami es una mujer fuerte. Y no hay duda de que Julie, la Desconocida, es una mujer y es fuerte y además es una enloquecida de las motos Con lo que lo de motomami adquiere un nuevo sentido. Este primer film de Lola Quiviron tiene una solidez inesperada en una mujer tan joven. Retrata un mundo marginal, desconocido, oculto y muy peligroso, el de las carreras de motocros sobre asfalto, auténticos rodeos motorizados, donde los participantes se juegan la vida constantemente. Julie se sumerge en este mundo masculino y brutal en el que tendrá que pelear para conseguir imponer sus reglas y ser respetada Tan solo cuenta con un apoyo, Ophelia, la joven esposa del jefe de la banda de moteros con la que establece una relación de ayuda mutua. Lo mejor de este film que pervierte o utiliza lo mejor del cine de acción contemporáneo, (Fast & Fourious, Mad Max, Furia en la carretera) es que prescinde de la narración convencional. No sabemos nada de Julie, no nos importa, solo queremos seguirla en su locura motorizada y en su malestar con el mundo. Nada es previsible en este film del que siempre estás esperando que pase algo que no pasa. Hasta que pasa. Un debut estupendo tanto de la directora como de la actriz Julie Ledru, un rostro duro de ojos tristes y gran presencia física.
El
regalo de esta semana no sé si es una motomami,
pero desde luego no es una pobre criatura.
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