Hay películas que están bien,
son bonitas, entretenidas o interesantes. Sin llegar a ser obras maestras de
ningún tipo, tienen algo especial, algo que me sugiere preguntas y reflexiones en las que no me
había parado a pensar. Esta semana hay tres de esas películas.
Nuestro último baile, de Delphine Lehericey
Lo que cuenta esta película es
muy sencillo. Germain, un hombre de 75 años, jubilado y con una vida feliz al
lado de su mujer, se queda viudo de repente. En esta nueva e inesperada
situación se enfrenta a dos emociones: la más difícil y dolorosa, es superar el
duelo de su pérdida cumpliendo el último deseo de su mujer: bailar en un
espectáculo de danza contemporánea; la más cómica y engorrosa es superar el
agobio proteccionista de sus hijos que pretenden organizarle la vida como si
fuera un niño o un ser discapacitado. Esta es la historia. Las reflexiones que
me produjo fueron varias. La primera fue una pregunta ¿cómo habría sido la
película si el que muere es él y la mujer se queda viuda? Respuesta: no habría
película, porque una mujer tiene muchos más recursos para vivir sola. Desde
hacerse la comida a buscarse entretenimientos y ocupaciones, no hay conflicto,
no hay argumento. Y como consecuencia de esta reflexión me nació otra pregunta
¿se producirá esta misma situación cuando las parejas que ahora tienen 50 años
o sus hijos de 20 se enfrenten a una pérdida a los 75 (si aun vivimos en este
planeta desquiciado). La respuesta también fue muy clara: No. No, porque los
hombres de 50 años ahora y mucho más los de 20, ya conciben la vida de otra
manera, no son tan absolutamente dependientes de sus mujeres, comparten tareas
de la casa, cuidan niños (un ejemplo, yo vivo en un barrio donde hay muchos
colegios y guarderías, a las 9 de la mañana pasan ríos de padres por delante de
mi casa camino de las jaulas doradas donde dejar a sus niños. La mayoría son
padres, no madres.) Estos maridos, si se quedan solos, sabrán cocinar, sabrán
comprar y sabrán organizarse mucho mejor que el pobre Germain. Y ahí aparece
una tercera pregunta ¿realmente está Germain tan incapacitado para organizar su
vida? No, no lo está, Germain es suficientemente inteligente y autosuficiente
para no necesitar la tutela proteccionista y agobiante de hijos y vecinos.
Menos mal que tiene una nieta que le entiende y le ayuda; menos mal que cuenta
con la compañía de tres hermosos gatos, independientes, libres, pero muy
fiables; menos mal que encuentra un refugio amable y creativo en la compañía de
danza de La Ribot.
(el auténtico Sergio y la auténtica
Paloma)
Radical, de Christian Zalla
Películas sobre maestros
entregados hay muchas. Películas sobre alumnos que pasan de ser indomables a
ser aplicados, también. Películas que cuenten como hay pequeños tesoros
escondidos en las clases de una escuela rural, creo que podemos encontrar
varias. Entonces, ¿Qué tiene de especial este Radical mexicano ambientado en una escuela en Matamoros, ciudad
fronteriza con Estados Unidos, dominada por el narco? Pues algo. Tiene algo. Y
pensando que podía ser, llegué a la conclusión que ese algo era el hecho de
estar basada en personas reales y en una historia que por inconcebible que
parezca, es de verdad. El argumento de Radical
es este “Basada en una historia real, cuenta la historia de un maestro de
una ciudad fronteriza mexicana llena de abandono, corrupción y violencia, que
prueba un nuevo método radical para desbloquear la curiosidad y el potencial de
sus alumnos, y puede que incluso su brillantez.” La historia sucedió en el
2011, Sergio, el maestro de primaria, ensaya nuevos métodos de enseñanza para
despertar a sus alumnos. La película se centra en su relación con tres: Paloma,
su éxito, Nico y Lupe, sus fracasos. Mientras la veía, me vino a la cabeza, era
inevitable, La clase de Laurent
Cantet y comparando las dos películas en mi memoria vi los puntos en común que
ambas comparten: la realidad (de la historia en una, de los alumnos auténticos
en la otra) y las consecuencias positivas de ambas (él éxito de la auténtica
Paloma, el éxito de conseguir que los alumnos de la clase se impliquen en el
proyecto de la película). Lo que las diferencia es más sutil. La película
mexicana no esconde su vocación de cine popular, casi melodrama, mientras que
la película francesa, no disimula que es, antes que nada, cine de autor. Pero
bueno, qué más da. Lo interesante es que las dos proponen una manera distinta
de enseñar a los niños a pensar (y si es posible, no lo que hay que pensar).
Hotel
Royal, de Kitty Green
La directora de la interesante
The Assistant vuelve a trabajar con
Julia Gardner, su actriz favorita, en este film que no es sencillo de explicar:
dos amigas canadienses, de viaje mochilero por Australia, se quedan sin dinero.
La oportunidad de ganar algo se les presenta al ver un anuncio en el que se
buscan chicas para trabajar en el Hotel Royal en un remoto poblado minero. Allá
se van las dos chicas y lo que se encuentran es un mundo aislado, complicado, peligroso,
surrealista, vacío y… Hasta aquí la historia. ¿Cuáles son las preguntas que me
ha despertado? Una, la primera, es ¿Aun hay chicas que viajan solas por el
mundo como en los gloriosos años setenta y ochenta? Pues sí, las hay, y son
mucho menos vulnerables y frágiles de lo que uno se puede imaginar.
Precisamente de su falta de vulnerabilidad surge la segunda reflexión, ¿con qué
armas se pueden defender Liv y Hanna en un espacio hostil, no solo hacia ellas,
sino hacia todo lo que vive (incluidos los pocos bichos que hay) en esas secas
y áridas tierras? Con la inteligencia, la falta de miedo y un poco de humor.
Claro que esta es una película, en la vida real no sé si la misma situación se
resolvería tan fluidamente (no fácilmente). Una tercera reflexión me surge
cuando intento clasificar el film: ¿es un western contemporáneo? Si, a veces lo
es. ¿Es unja película de terror? Si, a veces lo es. ¿Es un film de denuncia
contra un machismo tóxico? Sí, a veces lo es. Si es todo esto ¿Qué es realmente
Hotel Royal? Pues no lo tengo claro,
la verdad. Solo diré que me gusta el clima que se crea y me gusta ese final
catártico no por esperado menos sorprendente.
EL
RINCON DE LA SERIES
Chorus Girls, Ditte Hansen y Louise Mieritz, Filmin
Hace un par de meses que vi
esta serie, pero me ha venido a la cabeza ahora, por lo de las reflexiones
porque también Chorus Girls me
provocó una curiosa idea. La serie es danesa y está ambientada en los años 70,
muy al principio de los movimientos feministas, aun poco organizados en
Dinamarca. Sus protagonistas son un grupo de bailarinas en un espectáculo más
bien cutre, de feria. Las conocemos el primer día de las audiciones para
escoger a las coristas. Una vez seleccionadas las seguimos durante 8 episodios
en las que las vamos conociendo. La primera cosa que me hizo pensar es que este
tipo de espectáculos en vivo han desaparecido yo diría que por completo del
paisaje europeo. La segunda idea se me ocurrió a medida que iba viendo la
serie. El argumento con el que se vende Chorus
Girls es: “Es la hora de la revolución. En esta estupenda comedia
dramática, ganadora a Mejor Serie del Año en los Premios de la Televisión
Danesa, seguimos a un grupo de bailarinas en su lucha por sobrevivir
en el sexista mundo del espectáculo de los años 70.” Pero mientras la veía
pensaba: no es verdad. Justamente en el teatro estas chicas se sienten más
seguras, más solidarias, más fuertes que cuando están fuera del teatro, en sus
vidas cotidianas. Y ahí surgió una nueva impresión: cómo se puede hablar de
todos los temas que afectan a la sociedad (no solo a las mujeres) a través de
este grupo heterogéneo y no normativo de coristas de poca monta. La serie lo
consigue y es de agradecer que no sea nada dogmática, ni nada moralista. Además
de ser muy setentera en colores, vestuario, música...
El regalo de esta semana es una chica pensando frente a un cuadro
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