(autoridades, amigas, Wyoming: todos con Iciar)
El fin de semana pasado estuve en Segovia en la Muestra de
Cine Europeo MUCES. Me invitaron a participar en un homenaje a Iciar
Bollaín. Mi cometido en el homenaje era
hacer un retrato profesional de Iciar antes de que subieran a hablar de ella
amigos y compañeros en un acto presentado por Gran Wyoming. No era fácil hablar de una mujer que conozco desde que ella
tendía 21 años y a la que he seguido desde entonces en su triple faceta de
actriz, directora y amiga. Pero lo intenté. Este es el texto que mas o menos improvisé:
“Iciar fue antes que nada actriz. No niña actriz, más bien
adolescente actriz. Su Estrellita de quince años en El sur, el legendario film de Erice, marcó toda su trayectoria
profesional. Iciar creció bien. No todas las niñas y adolescentes del cine
consiguen hacerse mujer ganando en todos los sentidos. Su físico peculiar y
atractivo, diferente del standard aceptado entre las adolescentes de su edad,
le permitió hacerse un hueco inconfundible. Un exterior luminoso, enmarcado por su cabellera roja y unos ojos
transparentes, no ocultaba del todo un interior inquietante, lleno de lugares
escondidos.
El primero que supo verlo fue Manuel Gutiérrez Aragón cuando
le dio el papel de Rocio en Malaventura,
un film incomprendido que gana con los años, donde Iciar era hija de José Luís
Borau, el director que sin duda mejor ha explotado esta ambigüedad de su
personalidad en dos películas inolvidables y malditas: Leo y Niño nadie. Desde
el principio de su carrera, Iciar no dudó en colaborar en películas de directores que empezaban. Estuvo
en el debut de Felipe Vega, con el que después rodaría hasta cuatro películas;
en las dos primeras obras de un director tan atípico como Pablo Llorca; en la
opera prima de su amiga Chus Gutiérrez; en la primera película del que fue su
compañero en la aventura de la productora La Iguana , Santiago García de Leaniz…
Quizás por eso, cuando decidió pasarse al otro lado de la
cámara para cumplir el sueño de ser directora, no dudó en reunirse de actrices
jóvenes que la
apoyaran. Silke y Candela Peña, fueron sus cómplices en la
aventura de Hola, ¿estás sola?, un
viaje al sur, ese sur con el que soñaba la Estrellita de Erice.A partir de ahí,
su carrera alterna entre un lado y otro de la cámara, con trabajos como actriz
y como directora, con incursiones en la maternidad entre unos y otros.
Se ha dicho que Iciar es una directora de mujeres, de
historias de mujeres. Es verdad, sus protagonistas son siempre mujeres. Pero
Iciar sabe que para que la mitad del cielo exista, es necesaria la otra mitad.
Por eso los hombres en sus films no son los villanos, los malos. Son, como sus
mujeres, personas ambiguas, con multiples matices y complejidades. He de
reconocer que de todas las películas de Iciar, la que mas me gusta, hasta ahora,
es precisamente una película donde no hay mujeres. También la lluvia, escrita por Paul Laverty, su compañero desde que
se conocieron en 1994 en el rodaje de Tierra
y libertad de Ken Loach, es un film de hombres. Aunque no es verdad. Es un
film de personas, de gentes que luchan, se rebelan, buscan. En esa película,
Iciar demostró que es una gran directora capaz de enfrentarse a retos técnico
de gran producción, y capaz de controlar un equipo mayoritariamente masculino,
contando, eso si, con la complicidad de Luis Tosar, el actor fetiche de su
filmografía.
A Iciar le queda mucho camino por recorrer”.
Aquí terminaba mi intervención.
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