(el ordenador antes de decidirme si hago o no hago huelga. al final he hecho huelga)
No se si escribir en mi blog se puede considerar “trabajo” o no. Creo que no. Pero de todos modos no me importa. Ya escribí una entrada sobre lo que pensaba de las huelgas hace unos meses, el 29 de marzo, con motivo de otra huelga general. Suscribo lo que decía allí, aunque creo que en esta huelga de noviembre juega un factor nuevo: el hartazgo de la situación.
Estamos en medio de la campaña electoral en Catalunya y eso también contribuye al hartazgo. Al menos yo ya no puedo mas. Me siento sumergida en una pesadilla donde los elementos están mal colocados (sino no sería una pesadilla) ¿Por qué plantean todos, los de aquí y los de allí, estas elecciones como algo definitivo, final? ¿Por qué se centra todo en un hipotético referéndum o consulta o lo que sea, que si se produce será dentro de algunos años, cuando, a lo mejor, ya ni siquiera hay una España de la que independizarse porque todos somos alemanes? ¿Por qué me obligan a decidir ahora sobre algo imposible e inalcanzable, al menos a corto plazo?
No puedo mas de esta estéril discusión. Y no porque todo sea una cortina de humo para no hablar de lo que de verdad importa, el deterioro constante e imparable de las condiciones de vida de la mayor parte de la sociedad. No , no por eso. Me parece estéril mas que nada porque es la prueba evidente de que nos hemos quedado sin instrumentos para enfrentarnos a la nueva situación social que nos envuelve.
Eso si me preocupa. Hace tiempo ya que pienso, y son muchos los que lo piensan también, que esto no es una crisis de la que se pueda salir. No, esto es un estado permanente al que deberemos aprender a adaptarnos para conseguir, como especie humana inteligente, seguir adelante. Se ha terminado el estado del bienestar, se ha terminado el capitalismo decimonónico, se ha terminado una forma de entender el mundo y las relaciones interclasistas.
¿Dónde estamos? En un espacio “entre”, como el que se vivió entre el final de la Edad Media y el principio de la Edad Moderna. Lo que nos está pasando tiene mas que ver con los cambios estructurales del siglo XVI que con la revolución industrial. Todo es ahora mucho más acelerado y rápido y lo que entonces tardó casi un siglo en consolidarse, ahora puede que tarde veinte años. Pero será eso, un cambio radical de normas de convivencia.
¿Será para mejor? La verdad no lo se. Pero lo que si se es que no confío que este cambio lo puedan liderar unos partidos políticos viejos, caducos, atrasados y condenados a desaparecer. Entonces, ¿en quién? Aunque suene a utopía absoluta, confío en que se produzca una reacción en la sociedad civil, en los ciudadanos uno a uno. Confío que los individuos sepan crear nuevos instrumentos para sobrevivir a estas edades oscuras. Necesitamos un Frodo colectivo que acabe con el anillo de poder de los mercados, arrojándolo a las gargantas del Monte del Destino.
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