Esta mañana he estado en una charla de Paula Ortiz, donde contaba el proceso de como hizo De tu ventana a la mía, su ópera prima. Ha sido muy interesante. Pero de todo lo que ha dicho
me quedo con una frase que ella atribuye a uno de sus maestros: “Haz la
película que puedes hacer”. No te quedes
por debajo, pero tampoco intentes irte mas arriba. Si sabes que película puedes
hacer, seguro que saldrá algo interesante.
Esta reflexión me viene muy bien para hablar de dos films
que se estrenan hoy (se estrenan muchos mas, pero no me apetece hablar de ellos).
Esas dos películas son Días de
pesca en la Patagonia y A puerta fría, de Xavi Puebla.
(un bonito pescado de Ramón)
Días de pesca en la
Patagonia es el último trabajo de Carlos Sorín. A Sorín le descubrí con un
film extrañísimo, La película del rey,
en 1986, pero su nombre se hizo popular en los festivales internacionales con Historias mínimas, 2002. Desde entonces
Sorín siempre ha hecho la misma película. Paisaje, la Patagonia; personajes,
cotidianos, normales, sin grandes problemas; conflictos, los más pequeños y
elementales. Después de varias entregas de esta crónica del cono sur, se empezó
a decir que Sorín se repetía, que no tenía nada que decir… Tanto se dijo que
intento cambiar de estilo y le salió mal. Porque, volviendo a la frase que abre
este texto, lo importante es hacer lo
que puedes hacer. Y Sorin lo que hace bien es contar estos fragmentos de vida,
esbozos mas que retratos, de seres a los que conocemos en un punto de su vida y
dejamos casi en el mismo sitio, pero a los que en ese pequeño transcurso, esta
película no llega ni a 80 minutos, han hecho un recorrido imperceptible y significativo. Días de pesca nos cuenta la historia de un hombre de 50 años que
llega a Puerto Deseado con dos objetivos: pescar un tiburón y reconciliarse con
su hija. Acababa la critica que he escrito para Time Out diciendo “es una
lección de cómo se puede hacer una gran película con prácticamente nada”.
(colores de Ramón que dan idea del film)
La otra, A puerta fría,
responde también a la inteligencia de saber que película puedes hacer. Puebla
sabe que tiene que sacrificar algunos elementos en favor de su carta mas espectacular: los actores, y
quiero remarcar aquí que, aunque Nick Nolte es muy grande, Antonio Dechent no
se queda corto y María Valverde les aguanta el tipo a los dos sin ningún miedo.
Hay una secuencia en esta historia de vendedores fracasados, que explica lo que
estoy diciendo. No tiene palabras, solo miradas. Nolte y Dechent coinciden a
altas horas de la noche en el bar del hotel donde se celebra la feria de ventas
en la que Dechent
intenta vender y Nolte pretende comprar. Los dos están derrotados, los dos
beben whisky, los dos se miran y no dicen nada. Es el punto mas alto de una
película que no tiene desperdicio ambientada en el submundo de vendedores que
ha dado tantos buenos títulos en el cine, desde La muerte de un viajante hasta Smoking
Room, pasando por Glengarry Glen Ross, películas que citan todas las críticas. Pero a mi lo que mas me gusta de A puerta fría, es esa sensación de estar bebiendo un vaso de
whisky con los protagonistas. Tonos dorados, sabor amargo pero con un regusto
de nobleza, el toque del agua lo pone María Valverde, que no rebaja el gusto,
pero lo esconde. En fin. Una película española que merecería no pasar
desapercibida.
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