(cuatro elementos diferentes, juntos, componen un único y precioso cuadro)
El cuarteto 14, opus 131 de Beethoven es una de
las piezas mas hermosas de toda su producción. También una de las más difíciles
porque el músico la escribió sin pausas para los intérpretes. Es una obra
compleja que obliga a los que la tocan a no parar, aceptando el reto de que la
falta de pausas desafine poco a poco los instrumentos.
Es este el cuarteto que escogen los protagonistas de El último concierto para el que será el
concierto de celebración de sus 25 años tocando juntos bajo el nombre de Cuarteto
La fuga. Un
concierto que será, también, el de su despedida. La gracia de este film amargo
y dulce a la vez, está en la estupenda elección de actores y en la manera como
este desafinarse a lo largo de una larga convivencia artística y personal,
acaba por encontrar el equilibrio necesario para seguir adelante. Aunque sea
sacrificando al mas desafinado de sus componentes, en este caso un Christopher
Walken espléndido.
Hay muchas cosas que hacen que este cuarteto desafine y se
reajuste. La primera de todas, la
enfermedad de Parkinson que obliga al chelista a enfrentarse ante la idea de
dejar de tocar; pero también la descarnada manera en que la hija le dice a su
madre, “en esta casa lo primero era el violín, lo segundo la viola y lo tercero
la hija”; o el patético dolor de quién se da cuenta que se ha perdido algo tan
importante como es el amor en nombre del arte; o el deseo insatisfecho de
querer ser el primero, cuando debías saber que a veces ser el mejor segundo es
lo que permite que todo funcione. Poco a poco estos desajustes se van
recomponiendo en una lección de vida que tiene como escenario la ciudad de
Nueva York, y como actores un cuarteto de primera magnitud: Christopher Walken,
Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Imagen Poots.
PERDER LA RAZON
El primer plano de Perder
la razón es estremecedor y sobre todo inquietante: varios ataúdes blancos
suben por una rampa al vientre de un avión. El porqué de este plano es lo que nos cuenta la
nueva película de Joachim Lafosse. La historia de un amor, el de Mounir y
Murielle, corrompido poco a poco por la posesión sutil y enfermiza del Dr.
Pinget con el que ambos viven. Contada de una manera sorprendente con saltos de
tiempo secos y sin ninguna transición, esta es la historia de una destrucción.
La de la razón de Murielle encerrada en un mundo de opresión que, desde fuera,
parece el paraíso. Curiosamente, Murielle solo encuentra un poco de felicidad
cuando vive en un pueblo marroquí con la familia de Mounir. En ese entorno
aparentemente represivo para la mujer, Murielle encuentra un espacio de
libertad que la muy civilizada Bélgica le tiene vetado.
Esta película me ha hecho pensar en otro film muy diferente,
pero que también habla de perder la razón por culpa de unos maltratos que no
son físicos, aunque hacen el mismo daño, o más, que los golpes. Se trata de un
largometraje independiente de Pere Koniec rodado en los alrededores de Barcelona. Se titula Policromías y se puede ver en Internet.
Es un film de low cost con una protagonista que también pierde la razón y busca
una salida a una situación asfixiante.
Si lo quieren ver, este es el enlace.
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