No me he ido de vacaciones. No. Pero no he tenido tiempo ni ganas de escribir nada.
Ahora recupero los estrenos de estas dos últimas semanas y hago un pequeño repaso vinculado a la mas rabiosa actualidad.
Keep the lights on.
Ira Sachs
Una pasión destructiva, una relación adictiva. Elipsis
arriesgadas para narrar el paso del tiempo y el amor de una pareja de gais en
un Nueva York intelectual. Documento y autobiografía, memoria de cine. Un Teddy
Bear mas que merecido.
(lo que la política de nuestro país necesita: dejar las
luces encendidas)
Expediente Warren.
James Wan
Casas encantadas, videntes con poderes, madres poseídas.
Todo visto mil veces. Basado en hechos reales, -cada vez que sale este
letrero me pongo a temblar-, esta clásica película de sustos es a la vez “ligera y siniestra” en perfecta
definición del crítico A. José Navarro.
(la sede del PP en Madrid estos días está poblada de
fantasmas malvados)
Tu y yo. Bernardo
Bertolucci
Trece años después de Soñadores
y desde una silla de ruedas, Bertolucci dirige un film de cámara. Pequeño,
austero, claustrofóbico. Dos seres encerrados sin ningún juguete mas que ellos
mismos. Dos hermanos que se ayudan a
traspasar el rubicón de la edad responsable. Lástima, y eso es una apreciación
personal, que el protagonista principal no me guste nada. Suerte de la canción
de Bowie, Ragazzo solo, Ragazza sola.
(Rajoy y Rubalcaba. Deberían encerrarse en un sótano a ver si
conseguían dejarnos en paz)
Cautiva. Brillante
Mendoza
Nunca Isabelle Huppert había sido tan maltratada como en
esta película donde vive en la selva con serpientes, arañas, mosquitos y
piratas nacionalistas que se dedican a secuestrar turistas y cooperantes.
(la sociedad española que intenta sobrevivir secuestrada por toda clase de piratas que la atacan)
Lo que el día debe a
la noche, Alexandre Arcady
Cine viejo ambientado en la Argelia francesa y durante la
guerra de independencia. Una de las cosas mas difíciles en el cine es narrar el
paso del tiempo en una historia que abarca la vida de una persona. Si el amor
entre Jonás, el argelino y Emilie, la francesa, no llega nunca a consumarse, no
es por sus orígenes, sino por una estupidez que destruirá sus vidas tontamente.
(lo que la política debe a la ciudadanía merecería un artículo
aparte)
Solo el viento.
Bence Fliegauf
Cine político en el mejor sentido del término. Cine de
denuncia sin miedos. Un día en la vida de una familia gitana que quiere ser
normal y está condenada a la
tragedia. Casi un documental, con actrices no profesionales extraordinarias. Inspirada en hechos terribles que sucedieron en
Hungría en el 2008.
(solo viento, eso es lo que nos queda después de esta semana de debates inútiles)
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