viernes, 16 de agosto de 2013

PARAISOS



Elysium
Saben lo mas terrible de una película como Elysium. Lo más terrible no es pensar que hay dos mundos separados incluso por el espacio. Lo mas terrible es saber que ese mundo de detritus, podredumbre, miseria, enfermedades y desgracia, es real. Existe, no es un decorado construido para una película. Es un vertedero de la ciudad de México donde vive gente todos los días.
Saben lo que también es terrible en esta película. Pensar que el personaje de Jodie Foster no es una invención de guionista. En realidad, tanto por la forma de hablar en francés, de vestirse  y de peinarse, la Secretaria Rhodes recuerda y mucho a Christine Lagarde, la Directora del Fondo Monetario Internacional que hace muy poco se permitió recomendar/mandar a los españoles que se bajaran el suelo un 10% para poder seguir manteniendo el altísimo nivel de vida de esa minoría que habita un Elysium no geográfico pero si ideológico y sobre todo económico.
Y saben que es aun mas terrible. Que no hay nadie en este momento que asuma el rol de Max de Costa, el personaje que encarna Matt Damon. Nadie con la necesidad, no la voluntad, de destruir ese mundo de diferencias, nadie tan radical para acabar con el abismo que separa cada vez más a pobres y ricos. Pobres universales y cada vez más numerosos; ricos universales y cada vez más aislados en su guetos de bienestar.
Neil Blomkamp, director de la muy interesante Distrito 9, tiene la gracia de hacer que un blockbuster de ciencia ficción y de acción, destinado al  gran público, se pueda ver como una película política de una rabiosa actualidad.

 Paraíso: Amor
El mismo dia que se estrena Elysium aparece en las pantallas la primera entrega de la Trilogía Feroz del austriaco Ulrich Seidl. Paraíso: Amor, un film agobiante, morboso, sucio, con esa mirada turbia que caracteriza el cine de este director desde sus inicios y que, cada vez, se hace mas insoportable y más cruel en su complacencia en mostrar lo mas feo que hay en el mundo. Lo más gracioso es que, sin saberlo y por pura coincidencia, Paraíso: Amor es casi una versión cutre de Elysium. Esos hoteles de lujo  en Kenia donde Teresa, la gorda austriaca de mediana edad busca sexo y placer, son una versión low cost del Elysium de Blomkamp, gueto de bienestar rodeado de miseria física y moral representada por esos Beach Boys dedicados a satisfacer a las  mujeres de mediana edad con sexo fácil a fin de sacarles todo el dinero posible. La imagen de los negros parados en la playa  ofreciéndose a los clientes del hotel de los que les separa una barrera invisible (o visible si pensamos en los policías que vigilan ese campo de concentración para ricos que es el hotel), es una de las mas hirientes que recuerdo haber visto en el cine, mas, incluso, que la humillante secuencia de sexo colectivo de cuatro mujeres maduras con un joven negro dispuesto a todo.

Que conste, por si acaso alguien lo duda, que no estoy en contra de mostrar cuerpos desnudos de mujeres maduras gordas y llenas de michelines; que no me parece mal utilizar el sexo para contar historias terribles de explotación, humillación o exploración. Lo que de verdad me molesta y me molesta mucho, es la mirada  sobre esos cuerpos, es la forma como se utiliza el sexo para recrearse en secuencias que no buscan nada mas allá de la morbosidad de la situación. Lo que me molesta sobre todo es que el director no muestre ninguna consideración por sus personajes, ningún respeto, ninguna simpatía. En realidad, Seidl se cree y se sabe por encima de ellos. Los mira como la Jodie Foster de Elysium mira a los habitantes de la tierra: con desprecio.

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