(pinos romanos vistos por Ramon)
La realidad supera a la ficción. Aunque la
ficción sea un desmadre total, una orgía barroca y deslumbrante. La realidad
siempre nos da un poquito más. Por ejemplo esta semana en que se estrena un
film apabullante en muchos sentidos, La
gran belleza de Paolo Sorrentino, un artículo en La Vanguardia nos cuenta
como la “periodista especializada en
cultura y creatividad e impulsora y dinamizadora del sector” Bibiana Ballbé que
ha asumido las labores de “comisaria del nuevo centro de creatividad Arts Santa
Mónica”, convocaba a 100 personalidades de la creación a participar en “un gran
evento inaugural del centro” , una fiesta non stop de las 10 de la mañana a las
10 de la noche que reuniría a los mejores creadores “en la cresta de la ola”.
Me encanta pensar que Jep Gambardella, el dandi escritor decadente protagonista
de la fiesta berlusconiana de Sorrentino, se sentiría muy a gusto en este gran
evento. No se si Arts Santa Mónica llegaría a los extremos de horterada y
maldad, de delirio y desmesura de la gran fiesta inaugural de este film, pero
seguro que se acercaba bastante.
Al margen de esta coincidencia festiva, me gustaría llamar
la atención sobre esta película italiana que revisa a Fellini sin ningún rubor,
mostrando las debilidades de su cine al ponerlo bajo los focos de las luces no
de Cinecitta sino de Canale 5. Toni Servillo encarna un personaje heredero del
Mastroianni de La dolce vita, cínico,
observador, un paseante en esa Roma nocturna plagada de una belleza añorada. La
impresionante fiesta de cumpleaños de Jep Gambardella no debe hacernos olvidar
la primera secuencia de la película cuando un hombre se separa de un grupo de
turistas japoneses, se acerca a la colina del Gianícolo, contempla la ciudad y
cae muerto al instante bajo lo que se conoce como el Síndrome de Stendhal. Roma, la ciudad
mas hermosa del mundo, la Roma de colores dorados, ruinas y pinos, Roma, una
ciudad capaz de sobrevivir a Nerón y su fuego y al nuevo Nerón-Berlusconi que les cayó encima como un chunda chunda de basura moral y política.
Jep/Servillo se pasa toda la película buscando esa belleza que destila la
ciudad y que la mugre del “aparato humano” no consigue contaminar.
Una gran película, excesiva, que provoca adhesiones o
rechazos. Tanto unas como otras, sentimientos vivos.
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