jueves, 12 de diciembre de 2013

RIOS

Guadalquivir y Fluvià. Dos ríos tan distintos y tan lejanos, uno cruza Andalucía desde la  Sierra de Cazorla hasta el Océano; el otro nace en las montañas de Collsacabra y desemboca en el  mar después de regar las tierras de Girona. Los dos funden sus aguas dulces con las marinas en marismas llenas de vida. Los dos vertebran un paisaje, un mundo. Da igual que uno sea un río que recorre 650 km y el otro solo 70. Son ríos que evocan sensaciones, que se hacen imagen y palabra, poesía en definitiva.
¿Por qué junto en este blog estos dos ríos tan distintos, uno árabe y caudaloso, otro mediterráneo y tranquilo? Hay una explicación.
El Guadalquivir es protagonista de un documental espectacular de Joaquín Gutiérrez Acha que se estrena esta semana; el Fluvià da nombre al último libro de poemas de Joan Teixidor, cuyo centenario se está celebrando desde hace unos meses de una manera callada, intima, sin las alharacas que acompañan a la cultura oficial catalana.
El mismo día que vi Guadalquivir por la mañana, asistí a una lectura de poemas de Joan Teixidor por la tarde y descubrí su libro Fluvià.
Ríos que llenan los ojos, los oídos evocando olores, sonidos.


El camino del río del sur lo hacemos acompañando a un zorro que viaja desde las agrestes montañas hasta el inmenso mar. Un zorro que es nuestro amigo y nuestro guía, con el que descubrimos la fauna y la flora que puebla las orillas de este magnífico paisaje de agua, con el que vivimos momentos de miedo y de dolor, al que dejamos que nos enseñe lo que hay en ese mundo invisible para los humanos, tan incapaces de ver lo que no es evidente: un insecto, un pájaro, una flor. Pero también un predador al acecho, un águila de grandes y doradas alas, un lince de ojos atentos. El zorro, como el río, acaba siendo mujer. Si el río nace hombre en la dura montaña, muere mujer en la dulce Doñana. El río violento y abrupto en su origen, se serena y se expande en las marismas de San Lucar de Barrameda. Hay que dejarse llevar por sus aguas y por la palabra de Estrella Morente que narra este viaje con el sonido de la música flotando tras sus palabras.


El camino del río mediterráneo lo hacemos de la mano y la voz de un poeta exquisito. Estremece pensar que el último poema de su último libro, el que habla de la muerte con una serenidad y una belleza increíble, está escrito un par de años antes de morir. No es el poema de un hombre mayor, es el poema de alguien que sabe que la vida es como el río y que pronto llegará  su propia marisma para fundirse con el mar.
No me resisto a transcribirlo. Está en catalán, pero estoy segura que su sonoridad y armonía no necesita traducción.
Desenllaç
S’allargassen les hores de la tarda
i ara arriba el riu cap a la plana.
El caminar es fa lent: la nit és a punt
com una mort acceptada.

El Fluvià ha fet el seu trajecte i no recorda
ni cascades ni afraus ni la campana d’aigua
caient sobre els còdols com en un dia de festa.
La pollancreda ha suspès el seu clam.
Hi ha fang i llot al fons enterbolit.

Ha arribat el temps de meditar, de fer balanç
de tot el que has viscut, del lloc feliç
i de la dissort que et malmenava i t’atuïa.
Ja no et queda res més que aquest tendal de silenci,
les canyes vora el riu que l’oreig fa moure.
Les dunes tenen un moviment d’onada
i s’encavalquen amb una gran parsimònia.

L’amor és la recança de jorns assolellats
i de nits de tumult i de batec dels cossos.
Hi havia plors en el tombant de les tardors que queien
però els hiverns tenien una tendresa de llar.
Per sant Joan els focs s’encenien a la serra.
Sant Pere Pescador ja t’ha deixat per sempre.

Tot s’ha acabat en aquesta tarda quieta
i només et toca l’última escomesa.
Prepara’t a morir i tanca’t a la crida
de tot allò que ja no pot tornar.

Són bons els núvols que lentament s’avancen.
Fes un respir petit i apropa’t al llindar.
“avui seràs amb Mi al Paradís”.


Vean Guadalquivir, lean los poemas de Joan Teixidor. No lo lamentarán 

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