sábado, 11 de junio de 2016

ÁGATA Y PEDRO

Esta ha sido una semana muy rara. Tan rara que me enfrento al texto de este blog sin saber exactamente de qué escribir. Se han estrenado 13 películas y ninguna me estimula suficiente para dedicarle unas líneas. Bueno no es cierto. Hay dos que si lo hacen. Una es la segunda entrega de Las 1001 noches de  Miguel Gomes de la que hablé la semana pasada y a la que volveré cuando se estrene la tercera parte el viernes que viene. La otra es Las amigas de Ágata, un film colectivo escrito y realizado a ocho manos y con cuatro rostros como protagonistas. Ahora  entraré a hablar de ellas.
Antes simplemente decir tres cosas. Una que tantas películas estrenadas se hacen daño una a otras y no es posible llegar a verlas todas. Por ejemplo, Dos buenos tipos, de la que he leído cosas apetecibles  a pesar de ese lamentable título y que intentaré ver la semana que viene. Dos, hay películas de las que ni siquiera te enteras que se han estrenado. Caso del documental sobre El Bosco dirigido por López Linares que he descubierto casi por casualidad que se estrenaba esta semana y que, y esta es la tercera cosa que quería comentar, no he logrado hacer encajar en ninguno de los cines y horarios raros donde se proyecta ya que cambia de cine y dentro del cine de hora cada día.
La verdad es que ponen las cosas  difíciles para poder seguir la actualidad cinematográfica. Dan ganas de tirar la toalla y encerrarse en casa a revistar clásicos o descubrir series en Filmin, Netflix o lo que cada uno tenga más a mano.




(estas podría ser las tres amigas de Ágata) 
Bueno, para centrarnos en Las amigas de Ágata. Si pueden, véanla. Hay varias razones para hacer de este film ligero, fresco, veraniego y al mismo tiempo, con aires de fin de etapa un proyecto apetecible. Y digo proyecto dándole todo el sentido a la palabra ya que es el proyecto de fin de carrera de cuatro alumnas de Comunicación Audiovisual de la Pompeu que unieron sus esfuerzos y sus deseos para contar una historia de amistad y de transición. Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen, contaron con la complicidad y colaboración de cuatro jóvenes actrices, Marta Cañas, Carla Linares, Elena Martín y Victoria Serra para hacer este cuento rohmeriano que trata de cuatro amigas adolescentes que siguen viéndose a pesar de que cada una de ellas ha emprendido un camino distinto al entrar en la Universidad. Ágata asume el papel de centro, pero podía haber sido cualquiera de las otras tres, Mar, Ari o Carla. Lo más bonito de este film es la sensación de estar asistiendo a una metamorfosis. Delante de nuestros ojos se produce ese cambio tan importante y al mismo tiempo tan sutil en el que un capullo se abre para dejar salir a una mariposa de su interior. Las cuatro amigas viven los últimos días de estar en el capullo de la inocencia, la ingenuidad, los sueños, las alegrías, los riesgos y tras un viaje a la costa, acaban por asumir que cada una de ellas es una mariposa diferente. Podrán seguir queriéndose, pero ya no serán amigas. Las amigas de Ágata señala una situación que pasa varias veces en la vida. Antes de la que ellas viven, ha estado seguramente la que significa separarse de los amigos del cole; mas adelante se producirán otras situaciones similares cuando se tengan que separar de los amigos de la universidad o de los amigos de trabajos que se acaban o… La vida precisamente se compone de ir asumiendo estas separaciones y de saber conservar de cada etapa lo que de verdad es importante. Ágata lo empieza a experimentar ante nuestros ojos y nos deja una sensación de añoranza por nuestras amigas perdidas. Eso quiere decir que la película funciona. Ojala puedan seguir todas ellas adelante, juntas o separadas, haciendo cine, contando historias.

Pedro Costa
Solo unas líneas para recordar a Pedro Costa, el productor de algunas películas memorable del cine español, que siempre se mantuvo en segundo plano sin querer acapara titulares, dejando que sus directores se llevaran el protagonismo. Al leer la noticia de su muerte, me acordé de lo que había escrito sobre él en el libro que hice con Maribel Verdú. Lo recuerdo aquí a modo de homenaje:
“No quiero acabar este capítulo sin dejar constancia de una figura que casi sin que nadie lo haya señalado se erige en un pilar fundamental de la carrera de Maribel Verdú. Se trata de un productor que ha estado detrás de tres de los momentos mas importantes de su vida como actriz: Pedro Costa. Costa era el productor de La huella del crimen, la serie en la debutó Maribel con El crimen del capitán Sánchez; Costa fue el productor de Amantes, la película que hizo que Maribel Verdú se considerara una actriz, marcando un antes y un después en su carrera; Pedro Costa sería el productor de La buena estrella, de Ricardo Franco, donde Maribel volvió a demostrar su talla de actriz dramática en el que, sin duda, es el segundo gran salto en su filmografía. Curioso que este antiguo periodista de sucesos, metido a productor, haya estado en las bambalinas de su debut y en los dos momentos cinematográficos mas importantes de su vida en los años noventa.”


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