sábado, 1 de septiembre de 2018

YUCATÁN


(este precioso barco podía albergar a los estafadores de Sturges o de Monzón)
He visto dos veces la última película de Daniel Monzón, Yucatán. La primera vez no conseguí hacer lo que el personaje de Clayderman, el pianista, pide nada más empezar el film: dejar atrás todo lo que me rodeaba, olvidarte del mundo durante el viaje en el barco (durante el tiempo que estás en el cine viendo la película). Este no dejar fuera todo el ruido ambiental hizo que no disfrutara de Yucatán, mejor dicho que no la viera en realidad. Por eso volví al cine, para comprobar si la decepción que me había producido era culpa mía o de la película. Esta vez sí hice caso a Clayderman y dejé fuera todo lo demás (y en este demás que cada uno ponga lo que más le molesta, desde las cosas personales hasta las colectivas, de las nacionales a las internacionales, de la fiebre amarilla a los episodios orwellianos). Y disfruté mucho. Si, lo reconozco.
Antes de seguir tengo que decir que me gustan mucho los directores como Daniel Monzón, capaces de enfrentarse a los géneros clásicos (la aventura medieval, el cine de prisiones, la ciencia ficción, el thriller, la comedia negra a la comedia sofisticada) y hacerlo todo dejando una huella personal en cada revisitación. Con Yucatan, Monzón y sus cómplices habituales se atreven con la gran comedia de enredo. Sin duda El golpe, film que todo el mundo recordará viendo a estos estafadores de pacotilla, es uno de los principales referentes. Pero hay más. A mí me ha recordado mucho Las tres noches de Eva, de Preston Sturges, una deliciosa comedia de estafadores que está tan presente en Yucatán como El Golpe. Y eso solo ya es un regalo. Pero hay mucho mas cine: hay números musicales, (impagable Tosar cantando), hay historias de amor desiguales, hay momentos chungos de comedia de los Farrelli, hay un personaje que crece y acaba robando la película (Joan Pera), hay paisajes grandiosos y hay muchas ganas de divertirse y de divertir. No le pidan nada más. Pero eso ya es bastante. Y si además acabas sacando alguna conclusión después de los dos últimos planos, pues mejor aun. Lo demás seguirá estando ahí cuando salgas del cine, pero nadie te habrá quitado haber pasado un rato estupendo si haces caso al pianista.

Escribí este texto el jueves, antes de que aparecieran las críticas del film el viernes. Y me sorprendió la virulencia con la que casi todos parecían haberse puesto de acuerdo para decir que era una película mala; deslavazada, sin ritmo, un naufragio, desequilibrada… no se que mas, pero casi todos los adjetivos se parecían mucho entre sí. Me pareció curiosa la falta de variedad en los criterios y en las apreciaciones. Yucatán no es la gran comedia sofisticada del siglo, tampoco es la comedia gamberra que tan buenos resultados da en taquilla (y en crítica), pero es una película que cumple con lo que te ofrece sin engaños ni aspavientos. Y eso para mí es lo primero que le pido a un film. Parece que se haya lanzado una consigna: "Todos contra Yucatán", No se muy bien de donde sale ni a quién beneficia. A no ser, que, utilizando el trabajo de Monzón se quiera cargar, una vez más, contra el cine que producen las dos grandes cadenas televisivas, Antena 3 y Tele5. Pero no creo que ese sea el camino para acabar con el monopolio del gusto. Sobre todo porque Monzón esquiva ese monopolio con bastante gracia.


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