La casa de Jack
No quiero que se tomen estas líneas
como una recomendación para ver el nuevo artefacto de Lars Von Trier, La casa de Jack. En realidad son
reflexiones en voz alta, casi privadas, que me hago sobre esta película que es un
reto intelectual, un desafío moral y un delirio estético. El reto intelectual
pasa por la enorme cantidad de referencias cultas que encierra el film, desde
Glenn Gould que se erige en banda sonora desquiciante, hasta Dante, Goethe,
pasando por Murnau, Delacroix, Albert Speer y muchos otros. Si no tienes todas
las claves para entender los porqués de estas citas que ilustran y justifican
el comportamiento de Jack, difícilmente saldrás del laberinto de su
pensamiento y su intención de demostrar que el asesinato es un arte de la
crueldad y la estupidez. El desafío moral viene dado por el comportamiento de
este asesino en serie, que mata sin pensarlo, que elige sus víctimas al azar,
de forma gratuita, menos en un caso, y que es capaz de construir una casa, la
casa del título, con los materiales más inesperados y horripilantes. En ningún
caso se puede ver desde un punto de vista naturalista y menos realista, pero
eso no quita para que Jack sea un personaje absolutamente despreciable. El desafío estético
lo encontramos en los últimos veinte minutos del film, tan inquietantes como
solo lo puede ser el infierno visto por Lars Von Trier. Todo esto está ordenado
en cinco capítulos, “incidentes” los llama Jack, que el killer le cuenta con
voz pausada y neutra a un Virgilio escondido en la oscuridad de la que emerge para guiarlo por
los círculos del infierno. La casa de
Jack es un film violento, pero no tanto por los crueles e innecesarios crímenes
que Matt Dillon ejecuta con toda tranquilidad y sin asomo de culpa. Lo es por
una cámara pegada al rostro, agobiante, intrusiva y por un montaje desquiciante.
Y al final, después del perturbador viaje por los humedales rojos del infierno,
llega la canción: “Hit the Road Jack” “Lárgate a la carretera Jack y no vuelvas
nunca más, nunca más, nunca más, nunca más. Lárgate a la carretera Jack y no
vuelvas nunca más”. En todo caso, cuando salí del cine, fui incapaz de meterme
en el metro o coger un autobús. Necesitaba caminar por la ciudad, mirar a la
gente, reconciliarme con el mundo y, liberarme del desasosiego que me produjo
esta historia, esta película. Si, Jack, por favor, lárgate y no vuelvas. Ustedes
mismos.
Cuentos
de la luna pálida
Para compensar este enorme
malestar siempre pueden ir a ver un clásico indiscutibles que se estrena esta
semana en algunas ciudades de España. Los
cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi, la película que le hizo ganar
el León de Plata en Venecia en el año 1953, es la primera de las ocho películas
del director japonés que se irán estrenando en copias nuevas perfectamente restauradas.
Una excelente ocasión para recuperar este film que se mueve entre el horror de
la guerra , la ambición desmesurada y el amor fou, en una historia de fantasmas
y violencia, pero no como la de Jack, una violencia en blanco y negro, hermosa, romántica, humana. Un film que vale la pena ver.
Un apunte internacional
Es muy interesante ver como se
ha posicionado el mundo ante la crisis en Venezuela.
Apoyan a Maduro y el chavismo
que ha llevado el país a la ruina y la desolación: China, Rusia, Turquía, Irán,
Cuba, Nicaragua, Bolivia y México. Menos México, los demás no son precisamente
modelos de democracia y libertad.
Apoyan a Guaidó y su
autoproclamada presidencia: Estados Unidos, Canadá, Brasil, Chile, Colombia,
Argentina, Ecuador, Perú. Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay. De
los europeos, Gran Bretaña está a favor y Francia también, aunque con matizaciones dentro
del marco de lo que acuerde la Unión Europea.
La Unión Europea reconoce la
soberanía de la Asamblea Nacional, por tanto a Guaidó, pero pide unas
elecciones libres que con Maduro en el poder son prácticamente imposibles. Si
no se convocan en ocho días, se reconocerá a Guaidó como presidente encargado
de convocar esas elecciones cuanto antes.
Japón no se compromete.
Curiosa división del mundo que
muestra la aparición de dos bloques muy claros y antagónicos. Una división que
anuncia lo que se puede llamar ya una nueva guerra congelada, más que fría, en
la que nos vamos a ver envueltos todos queramos o no queramos y en la que habrá
que tomar partido. No valdrán las posturas ambiguas y equidistantes. Nos
jugamos mucho.
En la revolución francesa el año 1789 la postura ganadora era «liberté, égalité, fraternité». Aunque estos objetivos no se conseguieron, me quedo con esta postura ante los conflictos actuales. Ver la «división del mundo» actualmente en términos nacionales, como la presentas, creo que no ayuda a entender nada. La división real del mundo no sigue las fronteras nacionales.
ResponderEliminarEstas películas de asesinos intelectuales me ponen de los nervios. No me extraña lo del paseo para despejar la cabeza.
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