sábado, 3 de abril de 2021

CUATRO MUJERES

 

Esta semana de pausa y recogimiento obligado o recomendado, por culpa del bicho que no cesa en su empeño de complicarnos la vida, y mientras esperamos con paciencia que nos llamen o nos digan algo de la vacuna, me he encontrado con cuatro mujeres interesantes. Siempre hay personajes, reales o ficticios, en los que fijarse. Pero estos cuatro, dos inventados, dos  verdaderos, me han acompañado estos días y por eso les quiero dedicar unas líneas.



 

CARRIE MATHISON

Quizás les sorprenda que hable aquí y ahora de Carrie Mathison, la protagonista indiscutible de la serie Homeland que se emite desde el año 2011 y que ahora se puede ver entera en sus ocho temporadas y 96 capítulos en Netflix. Conocimos a Carrie, o al menos yo la conocí, en los tiempos de las series Pepito y compañía, casi en otra era geológica de la televisión y de la vida, cuando aún no había plataformas y cuando el bicho no nos había convertido en serie adictos. Homeland era una serie distinta y también Carrie, interpretada por Claire Danes, era una protagonista distinta. De entrada Carrie es bipolar, es decir está un tanto desequilibrada lo que la hace altamente inestable para su trabajo de espía de la CIA, aunque probablemente por eso mismo, es tremendamente buena en su trabajo. Carrie es un personaje enfadado, desagradable, incapaz de sentir empatía por nadie. Carrie no cae bien ni a sus amigos. Su falta de escrúpulos y conciencia de la realidad la lleva a atreverse con situaciones que otros, más sensatos que ella, se lo pensarían dos veces. Vimos seguidas las cinco primeras temporadas, la sexta tardé un poco en verla y no me gustó. Pero hace unos días, casi por un error, empecé a verla de nuevo y me enganché de lleno a la séptima y la octava y última. El tiempo no ha pasado en vano. Los enemigos han evolucionado, siguen siendo los yihadistas, pero ahora se fijan mas en sus amigos los rusos que pasan a primer plano en una guerra que implica fake news y maniobras de desestabilización del gobierno de Estados Unidos. Homeland se adapta a los tiempos de Trump y al nuevo protagonismo de la Rusia de Putin en una guerra fría casi congelada. Carrie sigue siendo bipolar, desagradable, tenaz, inteligente. Carrie es adictiva, la puedes entender, pero no la puedes querer; la puedes detestar, pero no puedes dejar de verla. ¡Menos mal que ahí está Saul Berenson para compensar todo lo que ella no nos puede dar!

 



MARILLA CUTHBERT

Al contrario de Carrie, el nombre de Marilla Cuthbert probablemente no signifique nada para la mayoría de la gente. Marilla Cuthert es una de las protagonistas principales de una serie de Netflix que se llama Anne With an E. Anne es desde luego el personaje principal de las tres temporadas que adaptan el primer libro de la serie Anne de la Tejas Verdes, de la canadiense Lucy Maud Montgomery, publicado en 1908 recogiendo la herencia de Louise May Alcott y sus mujercitas, a la vez que se convertía en la principal inspiración de Pollyanna, el libro que en 1913 escribió Eleanor H. Porter. Anne tiene 13 años, es flaca, pelirroja, llena de pecas y es huérfana. La historia empieza cuando por una equivocación, Anne llega a la granja Las Tejas Verdes, donde viven los hermanos Matthew y Marilla Cuthbert, dos solterones que verán su vida completamente trastocada con la llegada de esa niña que no para de hablar y de hacer cosas inesperadas. Pero no es Anne, un tanto insufrible a veces, el personaje que más me ha gustado. Para mí, la serie y la historia la roba en cada escena el personaje de Marilla que hace Geraldine James, una actriz que a pesar de su larga carrera, no recuerdo haber visto antes. Marilla es una mujer sensata, tranquila, con la vida establecida y unas normas muy claras. Por eso mismo su personaje es el que más cambia. A lo largo de las tres temporadas de la serie, Marilla se va llenando de luz y de ternura. A medida que conoce y aprende a querer a Anne, descubre un mundo nuevo que tenía allí, justo al lado y poco a poco se da cuenta de que su vida no ha sido inútil del todo, se da cuenta que no haberse casado y no tener hijos, no es una tragedia; que el vínculo que tiene con su hermano es mucho más fuerte que muchos matrimonios; que la vida puede estar llena de cosas, pasteles de ciruela, gentes distintas; que la modernidad no es una amenaza y que ser diferente no es un problema. Marilla me parece adorable. Y si ella piensa que vivir con una Anne con E es mucho mejor, yo pienso que vivir con una Marilla cerca debe ser estupendo. 

 



NEVENKA FERNÁNDEZ

Nevenka Fernández no es una invención, es una persona real que da nombre a una miniserie de tres capítulos en Netflix. Producida por Ana Pastor y dirigida por Maribel Sánchez Maroto, una periodista de largo recorrido, Nevenka se enfrenta a la cámara mirándonos directamente a los ojos para contarnos su historia. Y su historia es terrible y ejemplar. Su historia es la de muchas mujeres a lo largo del tiempo. Solo que la suya, saltó a las primeras planas cuando en el año 2001 Nevenka Fernández decidió denunciar al alcalde de Ponferrada por acoso sexual, en la que fue la primera denuncia de este tipo en España muchos años antes del Me Too. En 1999, a los 24 años, una joven y guapa Nevenka fue elegida concejala por el PP en el ayuntamiento de Ponferrada. Durante dos años vivió, primero con ilusión y muy pronto con decepción y miedo, el abuso por parte del alcalde todopoderoso de la ciudad. Cuando ella decidió acabar con la relación que mantenía con él, el alcalde se dedicó a martirizarla de todas las maneras posibles. Cansada, agotada, atemorizada, Nevenka le denunció y le llevó a juicio. Nevenka ganó el juicio penal en el año 2002, pero el juicio paralelo de la calle y la sociedad la condenó sin paliativos. Se marchó de Ponferrada, se marchó de España, intentó rehacer su vida. Ahora, casi 20 años después y arropada por las corrientes del Me Too, ha decidido contar su historia. El resultado es un documental sobrio que nunca cae en el sensacionalismo. Está muy bien documentado, con aportaciones de personas que jugaron un papel importante en el proceso. Todo ilustrado con el mucho material audiovisual que se conserva, ordenado de una forma cronológica, comentado por una Nevenka, nerviosa al principio, más segura a medida que avanza el relato ante la cámara. Este es un documental periodístico, informativo, riguroso que da la palabra a la protagonista y expone los hechos de una manera objetiva. Pero es tan potente y por desgracia tan común lo que cuenta, que se convierte poco a poco en algo imprescindible. Los tres episodios son casi como una película, juntos no llegan a las dos horas. Vale la pena verlos y sobre todo, vale la pena reflexionar sobre las nevenkas que cada día pasan por lo mismo que pasó ella.

 



SIMONE SIGNORET

Una de esas coincidencias curiosas ha hecho que leyera el libro de memorias de Simone Signoret La nostalgia no es lo que era, casi al mismo tiempo que se cumplía el centenario de su nacimiento el 25 de marzo. Para los más jóvenes, el nombre de Simone Signoret probablemente no signifique nada. Los que tengan más de 50 años, quizás la asocien a una película que es un clásico, Las diabólicas, de Georges Clouzot. Los más viejos, la recordaran como la presencia deslumbrante y luminosa de Casque d’ Or de Jacques Becker. Y a lo mejor, algunos asociaran su nombre al de Yves Montand, el hombre con el que compartió su vida desde 1951 hasta su muerte en 1985, a la edad de 64 años. La nostalgia no es lo que era es un libro escrito en 1976 con la colaboración de un periodista que quería hacer una entrevista/biografía con ella y se encontró con una mujer que escribía mejor que él, por lo que le cedió la página en blanco para que Simone nos contara su vida y de paso deshiciera algunos lugares comunes que la acompañaron en su trayectoria. Simone tenía 18 años cuando empezó la segunda guerra mundial y trabajaba en una revista colaboracionista en París, Primera desmitificación de su libro: no todos los franceses eran de la resistencia y durante la ocupación alemana se vivía bastante bien en la capital- De hecho, ella misma lo dice. “Yo nací, o, más bien, la que soy hoy, es alguien que nació una noche de marzo de 1941 en un taburete del Café de Flore, Boulevard Saint Germain, París 8”. Tenía 20 años, y su vida cambió cuando empezó a trabajar, por casualidad en los estudios de cine donde conoció a su primer compañero, el director Yves Allégret con el que tendría una hija, Catherine. En 1949 Simone conoció a Montand, “una noche de agosto en el bar de la Colombe d’or en Saint Paul de Vence. Desde ese momento sus vidas estuvieron entrelazadas en lo personal, lo profesional y lo político. Segunda gran desmitificación: a pesar de estar vetados por Estados Unidos por haber firmado el Manifiesto de Estocolmo contra las armas nucleares, ninguno de los dos fue nunca miembro del Partido Comunista. Una gira inoportuna y muy conflictiva en 1956/57 por Rusia y los países de la Europa del Este, les permitió comprobar de primera mano que el comunismo no era precisamente el paraíso que gentes como el poeta Aragon querían hacer creer en Francia. Cuando pudieron ir a América, a Simone le gustó mucho más que Rusia. Conoció un país en el que existía la libertad de disentir. Le enamoró Nueva York, donde vio el grafitti que da título a sus memorias y vivió en Los Ángeles haciendo cine en un Hollywood que la recompensó con un Oscar a la Mejor Actriz. La tercera gran desmitificación de éstas estupendas y divertidas memorias que son una lección de historia y de cine, es la de Mayo del 68. Simone no estuvo en Paris, no vivió la revuelta en directo sino desde lejos, en la Costa Azul donde estaba trabajando. Seis años después cuando escribe estas memorias afirma: “Si me perdí ciertos actos, por otro lado evité muchas posibles tonterías que a buen seguro hubiera cometido.” Todo esto no impide que tanto ella como Montand fueran activista de la libertad toda su vida. Tampoco hace olvidar sus inolvidables trabajos en el cine. Y sobre todo nos acerca a una mujer extraordinaria. El libro acaba con unas palabras que me gustan mucho: “Cuando se cuenta, se usurpa la memoria de los otros. Por el solo hecho de estar ahí, se les roba su memoria, sus recuerdos, sus nostalgias, sus verdades. Cuando digo “nosotros” he tomado posesión. Pero solo para el relato. Mi memoria o mi nostalgia me han hecho tejer hilos. Pero no forjar cadenas.”

 


El libro de Simone Signoret me lo regaló mi amiga Elena. Es una edición de 1983, que tenía su madre. Por eso me ha parecido oportuno que el regalo de esta semana sea el precioso retrato que le hizo Ramon hace unos años.



 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Un placer leerte, como siempre. Emocionan las cuatro mujeres mientras las cuentas.

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