Esta es la última entrada del
2022 o, según se mire, la primera del 2023.
He tenido la tentación de hacer un resumen del año, pero no. No me
apetece. Lo único que quiero es que se acabe ya y que empiece otro. ¿Será
mejor? Quién puede saberlo. Nadie se esperaba la pandemia en el 2020; nadie se
esperaba la guerra en Ucrania en el 2022. Por eso me limito a desear que el 2023
no sea peor que los otros y, si es posible, sea un poquito mejor. Y para acabar, o para empezar, una serie
política que es puro cine. Exterior noche,
de Marco Bellocchio.
Esterno
notte/Exterior noche Marco Bellocchio. Filmin
Nunca he sido muy fan de Marco
Bellocchio. En su larga filmografía, comenzada brillantemente en el lejanísimo
1965 con I pugni in tasca, hay
algunas películas que me gustan, La Balia
en 1998, o El traidor, del 2019. Pero
hay otras que no me han interesado o que, sencillamente, he olvidado. Una de
estas semi olvidadas es Buenos días,
noche, del 2003, donde ya se acercaba al secuestro y asesinato de Aldo Moro
desde el punto de vista de una de las brigadistas que lo mantuvo prisionero
durante 55 días, un film que todos citan al comentar el estreno de la serie Esterno Notte que se puede ver en
Filmin. Como no la recuerdo, no puedo plantearme la comparación entre aquella
mirada de “interno chiuso”, donde Moro y sus secuestradores eran los
protagonistas, con este “esterno aperto”, en el que lo que se cuenta es lo que
pasaba fuera durante los angustiosos días entre el 16 de marzo y el 9 de mayo
de 1978. No tenerla en la cabeza me da la gran ventaja de enfrentarme a la obra
en sí misma, sin referentes, y me coloca al nivel de la mayoría de espectadores
que la verán sin saber los antecedentes.
Dicho esto tengo que afirmar
que Esterno notte/Exterior noche, es
sin duda la mejor serie del año, y también me atrevo a afirmar que es una de
las mejores películas que ha hecho Marco Bellocchio en sus casi sesenta años de
carrera. La sabiduría de sus 83 años, le da una enorme capacidad para mirar
atrás sin miedo y sin lentes ideológicos deformantes, de manera que esta revisión
del secuestro y asesinato del líder de la Democracia Cristina a manos de las
Brigadas Rojas, sea mucho más apasionantes y sobre todo lúcida.
He dicho que es, quizás, una
de las mejores películas de Bellocchio porque él sostiene que es una película
larga dividida en seis partes. Es una especie de coquetería heredada de viejas
ideas que no le permiten asumir que ha hecho una serie para la televisión.
Porque Exterior noche es una serie y
está claramente concebida como tal, aunque se pueda ver en el cine dividida en
dos partes. Cada capítulo de los seis que la componen es autónomo y al mismo
tiempo engarza una cadena de acontecimientos. No hace falta saber mucho de la
política italiana de los años setenta para entender el conflicto que planteó el
presidente de la Democracia Cristiana Aldo Moro, cuando en la primavera del año
1978 quiso llegar a un acuerdo histórico con el Partido Comunista de Enrico
Berlinguer, muy crítico con las órdenes de Moscú, para que apoyara un gobierno
de centro cristiano. Era una maniobra arriesgada para salir del caos en el que
estaba sumida Italia en esos años. Pero era una alianza que no le gustaba a
nadie: la Democracia Cristiana hacía aspavientos de asco ante la idea y Giulio
Andreotti, el siniestro y todo poderoso primer ministro de Italia, encabezaba
un movimiento de oposición frontal a Moro. Pero tampoco le gustaba a los grupos
radicales de izquierda que veían a Berlinguer y Moro como aliados de un
movimiento revisionista que la extrema izquierda despreciaba. El Papa Pablo VI
no acababa de ver clara esa posible alianza y desde luego, los americanos y los
rusos la contemplaban como algo muy peligroso para su estrategia de guerra
fría. Moro tenía a todos en contra. Es en este contexto cuando se produce el secuestro.
La serie empieza dos días
antes del secuestro siguiendo a Aldo Moro en su rutina cotidiana y en su empeño
político. Este primer capítulo es reflexivo, casi dulce, como la calma antes de
la tormenta. Tormenta que se desencadena con el asesinato de todos los miembros
de su escolta y su secuestro en una calle de Roma el 16 de marzo de 1978. El
segundo capítulo se centra en la figura de Francesco Cossiga, Ministro del
Interior, responsable directo de la seguridad de Moro y discípulo y amigo del
Presidente de la DC. Para acercarse a Cossiga, Bellocchio decide tratarlo como un
bipolar obsesivo y cobarde en una atmósfera de pesadilla angustiosa. La tercera
entrega tiene al Papa Pablo VI como protagonista y el tono es el de un film
cortesano y falsamente religioso. Pablo VI intenta ayudar porque quiere a Moro,
pero en el fondo sabe que no hay nada que hacer por muchos cilicios que se
ponga en la cintura. Estos tres primeros capítulos que Bellocchio quiere que se
vean como la primera parte de un film de seis horas, son los de la vida pública
y sus cobardes y viles manipulaciones para no salvar a Moro de su cautiverio.
El cuarto es muy diferente, el cuarto se ocupa de los terroristas, a partir de
la pareja que integran Adriana y Valerio, dos brigadistas implicados en el
secuestro y responsables de los correos con el exterior. Aquí es donde veo más
claro cómo ha cambiado, o mejor dicho evolucionado, la mirada de Bellocchio.
Hace años, creo que incluso en Buenos
días, noche, los miembros de las Brigadas Rojas estarían contemplados con
simpatía. Ahora no. Ahora puede permitirse mostrarlos con un discurso
revolucionario infantil y trasnochado, que ya era viejo entonces, con un
fanatismo digno de mejores causas y, sobre todo, con la inocencia de ser
manipulados por fuerzas muy ocultas para cometer un crimen que los más
inteligentes de sus miembros sabían que era un error político descomunal. Un
quinto capítulo nos adentra en el interno familiar a partir de Eleonora Moro.
La mujer del presidente comprende muy pronto que su marido está condenado:
nadie quiere liberarle. Estos dos capítulo femeninos, por llamarlos de alguna
manera, son quizás los más emotivos de la serie. Solo ellas, Adriana y Eleonora,
se atreven a mostrar sus sentimientos y su impotencia. Queda una última entrega
que narra los dos últimos días de vida de Aldo Moro. Este es un capitulo coral,
vemos a todos los personajes en sus últimas actuaciones. Y vemos lo que creo es
para Bellocchio el núcleo de toda la historia: la ensoñación de un Moro
liberado y cuestionando a la cúpula entera de la Democracia Cristiana; la
ensoñación de una Italia que pudo ser y no fue y no será en mucho tiempo; la
ensoñación de una conspiración con ramificaciones que llegan hasta ahora mismo.
Todo esto es lo que se cuenta en esta serie estupenda donde además hay una cantidad enorme de hallazgos cinematográficos, de imágenes potentes, de planificación inesperada y unos actores extraordinarios: Fabrizio Gifuni como Aldo Moro; Marguerita Buy como Eleonora Moro, Fausto Russo Alesi, como Francesco Cossiga, Daniela Marra como Adriana, Gabriel Montesi como Valerio, Fabrizio Contri como Andreotti y Toni Servillo como el Papa Pablo VI. Cine político, cine histórico. Memoria revisada. Un ejemplo.
El regalo de esta semana es un
deseo de que el 2023 sea un poco mejor que este año que se acaba, aunque es,
como tantos deseos, más una quimera que una realidad. ¡Feliz Año Nuevo!
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