jueves, 25 de febrero de 2010

DANZA A LOS ESPIRITUS


(este cuadro de Ramón no es africano, pero puede ilustrar muy bien el pensamiento de Mba Owona y su filosofía sobre la noche y el día)

Cuando teníamos veinte años, Ramón y yo soñábamos con ir a África. En una pared de nuestra casa teníamos un mapa inmenso del continente africano que iba del techo al suelo y de pared a pared. En ese mapa marcábamos las rutas por donde viajaríamos, los lugares dónde nos pararíamos. El amor a África venía de lejos, de los libros de aventuras, de mi formación como geógrafa especializada en geografía humana. Pero se incrementó cuando vimos las películas de Jean Rouch en la Filmoteca a principios de los años setenta. Moi un noir y sobre todo La chasse au lion à l’arc fueron dos filmes que nos deslumbraron y marcaron durante mucho tiempo.
Este sueño volvió a mi con toda su fuerza evocadora cuando vi hace unos días la película de Ricardo Iscar, Danza a los espíritus, un film producido por Daria Esteva y rodado en un pequeño lugar del sur del Camerún. El amor de Daria por África le viene de lejos, de cuando su padre, Jacinto Esteva, decidió reconvertirse en guía de safaris en la República Centroafricana. Desde entonces Daria ha soñado y ella si ha conseguido, viajar, trabajar y amar a África. Toda esta energía hacia un continente y un mundo que está desapareciendo bajo la presión de la miseria, la explotación y la enfermedad, la llevó a coincidir con las ganas que Ricardo Iscar tenia de hacer un documental en África. El director no tuvo que insistir mucho para conseguir poner en marcha este precioso documental sobre la figura del médico tradicional Mba Owona Pierre, uno de los muchos médicos que en medio de situaciones precarias intentan mantener el equilibrio entre la medicina occidental, de la que aprovecha lo mejor y mas útil, y la medicina tradicional con la que combate lo que él llama las enfermedades de la noche, las provocadas por la brujería y lo desconocido.
El documental sigue a este hombre sabio en su quehacer cotidiano, con su familia, su gato, sus pacientes y sus amigos. Le vemos escribiendo en su diario en unos de los mejores momentos del film, de los más serenos, cuando escuchamos su pensamiento que transmite la urgencia de esa tolerancia entre los dos saberes, la necesidad de compaginarlos en bien de todos. Mba Owona es miembro de los Evuzok, un pueblo que distingue entre los males del día, los del cuerpo, y los males de la noche, los del alma. En esta comunidad Mba Owona es un ngengang, un curador, un antibrujo que utiliza la naturaleza y sus dones para curar a su gente y a todos los que acuden a su hospital.
A pesar de su espectacularidad y simbolismo mágico, la escena de la danza a los espíritus que marca el climax del film no es lo que mas me impresionó de esta historia. Me pareció mucho mas sorprendente y desconcertante la secuencia de la pesca, cuando las mujeres del pueblo, en lugar de sacar los peces y cangrejos del agua, sacan el agua del lecho del río¡¡¡ montando una presa que deja un espacio de barro donde pueden recoger los animales. Es un concepto completamente distinto de entender el mundo. Algo que dos días después todavía me intriga por su aparente absurdidad y sin embargo, por su total coherencia con un mundo que es el suyo.
Utilizando como base teórica el libro del antropólogo Lluis Mallart, El sistema mèdic d’una societat africana. Els evuzok de Camerún, la película va explicando como el mundo moderno puede convivir con el tradicional sin que ambos deban combatirse y acaba por demostrar que, cuando el hombre está en armonía con el mundo, respeta su entorno y lo utiliza correctamente, la vida puede ser mucho mejor, África no se estaría muriendo de hambre, sida, corrupción y explotación si hubiera mas hombres como Mba Owona.
Espero que el documental se pueda ver de alguna manera, con un estreno normal o en TV3 o en algún festival. Si lo ven anunciado en algún sitio, vayan a verlo.

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