Estoy en San Sebastián. Si fuera por el tiempo, nadie lo
diría. Hace un sol tropical y todo invita a bañarse. Pero aquí todo el mundo
está dispuesto a empalidecer con una de las programaciones mas atractivas y
variadas de los últimos años. Hay de todo en este año que el festival cumple
60. Películas de gran espectáculo, estrellas fulgurantes, films raros y
difíciles, operas primas, mucho cine
español distinto y muy variado, presencia latinoamericana, clásicos y risas… No
hay tregua. Puedes ver seis películas al día sin cansarte.
Yo, ayer, solo vi una. Labores de promoción del libro de
Maribel Verdú, no me dejaron tiempo para ver mas. Así que solo voy a hablar de AMOR, de Michael Haneke. Y
sintiéndolo mucho, voy a discrepar en el coro de alabanzas que despierta en
todas partes. No porque crea que no es una buena película. No porque crea que
no merece la Palma de Oro que ganó en Cannes. No. Haneke sabe muy bien lo que
hace. Y eso es lo que no me gusta, a mí, personalmente.
Amor es la historia de un matrimonio viejo, muy viejo, los
dos son músicos y, naturalmente, se llaman George y Anne, como todos los personajes
del cine de Haneke. Su vejez es
plácida y tranquila, hasta que Anne
sufre un ataque y empieza una rápida decadencia. George se dedica a cuidarla y
a estar con ella hasta su muerte en una prueba de amor total. Contada asi, la
historia es triste, pero tiene un punto de ternura y de romanticismo que la hace absolutamente
apetecible. El amor dura toda la vida, cambia, evoluciona y la mejor prueba de
tu amor por otra persona es estar a su lado y ayudarla en los momentos más
difíciles. Y el más difícil de todos, es el de la muerte.
Pero, ahí entra mi pero, Haneke se enfrenta a esta historia
como lo ha hecho siempre, desde la frialdad, la distancia, la sequedad de
sentimientos. Su mirada sobre el drama de Anne y George no solo es como un
cubito de hielo, es que es de una morbosidad
innecesaria. Haneke “mira” a Anne en su decadencia y deterioro y nos lo
enseña sin ninguna piedad. “Mira “ a
George y su desapego y nos lo muestra sin ninguna empatía.
Lo siento mucho, quizás ya soy muy mayor, pero cada vez
estoy mas convencida que este no es el camino. Me gusta mucho que el cine
emocione y conmueva, me gusta mucho que el cine haga pensar y te permita
recordar tus propias experiencias en situaciones parecidas. Pero no me gusta
nada que la gente salga del cine diciendo “tengo un nudo en el estómago”, “he
sufrido mucho”, “que dolor”…
En el libro de Maribel, ella dice una frase que me viene muy
a cuento. Estamos hablando de otra cosa, no de muerte, ni de vejez ni de
decadencia, pero si de ese cine social que se regodea en mostrar solo lo más
sórdido de la vida, lo que el escritor Carlos Granés denomina “pornomiseria”. “Ya que me vas a destrozar el corazón, por lo
menos la vista no” dice Maribel. No creo
que a mucha gente le guste si digo que lo que Haneke hace es “pornosentimiento”.
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