sábado, 22 de septiembre de 2012

SAN SEBASTIAN 1



Estoy en San Sebastián. Si fuera por el tiempo, nadie lo diría. Hace un sol tropical y todo invita a bañarse. Pero aquí todo el mundo está dispuesto a empalidecer con una de las programaciones mas atractivas y variadas de los últimos años. Hay de todo en este año que el festival cumple 60. Películas de gran espectáculo, estrellas fulgurantes, films raros y difíciles, operas primas,  mucho cine español distinto y muy variado, presencia latinoamericana, clásicos y risas… No hay tregua. Puedes ver seis películas al día sin cansarte.
Yo, ayer, solo vi una. Labores de promoción del libro de Maribel Verdú, no me dejaron tiempo para ver mas. Así que solo voy  a hablar de AMOR, de Michael Haneke. Y sintiéndolo mucho, voy a discrepar en el coro de alabanzas que despierta en todas partes. No porque crea que no es una buena película. No porque crea que no merece la Palma de Oro que ganó en Cannes. No. Haneke sabe muy bien lo que hace. Y eso es lo que no me gusta, a mí, personalmente.
Amor es la historia de un matrimonio viejo, muy viejo, los dos son músicos y, naturalmente, se llaman George y Anne, como todos los personajes del cine de Haneke.  Su vejez es plácida  y tranquila, hasta que Anne sufre un ataque y empieza una rápida decadencia. George se dedica a cuidarla y a estar con ella hasta su muerte en una prueba de amor total. Contada asi, la historia es triste, pero tiene un punto de ternura y de  romanticismo que la hace absolutamente apetecible. El amor dura toda la vida, cambia, evoluciona y la mejor prueba de tu amor por otra persona es estar a su lado y ayudarla en los momentos más difíciles. Y el más difícil de todos, es el de la muerte.
Pero, ahí entra mi pero, Haneke se enfrenta a esta historia como lo ha hecho siempre, desde la frialdad, la distancia, la sequedad de sentimientos. Su mirada sobre el drama de Anne y George no solo es como un cubito de hielo, es que es de una morbosidad  innecesaria. Haneke “mira” a Anne en su decadencia y deterioro y nos lo enseña sin ninguna piedad. “Mira “  a George y su desapego y nos lo muestra sin ninguna empatía.
Lo siento mucho, quizás ya soy muy mayor, pero cada vez estoy mas convencida que este no es el camino. Me gusta mucho que el cine emocione y conmueva, me gusta mucho que el cine haga pensar y te permita recordar tus propias experiencias en situaciones parecidas. Pero no me gusta nada que la gente salga del cine diciendo “tengo un nudo en el estómago”, “he sufrido mucho”, “que dolor”…
En el libro de Maribel, ella dice una frase que me viene muy a cuento. Estamos hablando de otra cosa, no de muerte, ni de vejez ni de decadencia, pero si de ese cine social que se regodea en mostrar solo lo más sórdido de la vida, lo que el escritor Carlos Granés denomina “pornomiseria”.  “Ya que me vas a destrozar el corazón, por lo menos la vista no” dice Maribel.  No creo que a mucha gente le guste si digo que lo que Haneke hace es “pornosentimiento”.

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