(este dibujo de Ramón me sirve para despedir un año complicado y para esperar que el próximo sea un poquito mejor)
“No hay proyecto nacional sin proyecto social y no hay proyecto social sin proyecto nacional”. Son palabras de Artur Mas, President de la Generalitat de Catalunya. Desde la gran manifestación del 11 de septiembre, estos dos conceptos se han unido en el discurso independentista. Lo nacional y lo social se ha puesto de moda en los argumentos de políticos, tertulianos o periodistas. Y yo, la verdad, no puedo dejar de sentir un escalofrío que me recorre la espalda cada vez que las oigo o las leo.
Nacional socialismo es, si mi memoria no se equivoca, la definición del nazismo en estado puro. Hitler y sus adláteres invocaban el nacionalsocialismo para salvar Alemania de las amenazas reales o inventadas. Y a eso suenan esas dos palabras juntas: a exclusión de los diferentes, los no afines, los no leales, los no “nacionales”; a un uso inmoral de la palabra “social” para justificar la pérdida de bienestar y reivindicar los derechos de unos pocos y los deberes de unos muchos.
No creo que nadie de los que se llenan la boca con estas dos palabras unidas,ya sea en esta orilla del Ebro o en la orilla de enfrente, se haya parado a reflexionar en lo que su unión simboliza. O al menos eso espero, porque si las usan sabiéndolo, el nuevo año será realmente malo, muy malo.
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