La noticia de la bajada del IVA a las transacciones
artísticas y las reacciones que ha producido en medios de comunicación y en
redes sociales me ha hecho pensar dos cosas.
La primera es lo terriblemente cortos de miras que son
algunos de los comentaristas y desde luego muchos de los opinadores de las
redes que, en lugar de alegrarse de que baje este IVA y celebrarlo como síntoma
de que las cosas, quizás, estén efectivamente mejorando o como el primer
eslabón de una cadena de rebajas para otros sectores de la cultura, se lanzan
en plancha a atacarlo, denigrarlo y considerarlo un “regalo” para las clases
pudiente, para los ricos, para “los amigos del gobierno”.
Esta falta de visión del conjunto de la sociedad y sobre
todo esta falta de solidaridad me lleva a la segunda reflexión. La de la enorme
carencia en educación artística y cultural en nuestro país, donde nadie nos ha
enseñado a disfrutar del arte como algo a lo que tenemos derecho como
ciudadanos.
No existe en España ni en Catalunya una tradición de comprar
pintura o escultura. En las casas no hay cuadros, como tampoco, es verdad, hay
libros. La gente no tiene reparos en gastarse dinero en una comida, en un fin
de semana esquiando, en ropa. Pero ni se plantea comprar un cuadro o un dibujo.
“Eso es para los ricos”. Mentira. Una de
las cosas que demuestra el nivel cultural de un pueblo es precisamente su
capacidad de disfrutar con las cosas que le pueden ayudar a vivir.
En otros países de Europa, con una mayor cultura democrática
y artística, son las clases medias e
incluso las clases medias bajas las que compran obras de arte. Y no lo hacen
para especular o pensando en su revalorización, lo hacen porque les gusta tener
algo hermoso en casa y vivir con ello. Algo que perdura a lo largo de toda su
vida; algo que además, se puede dejar en herencia a los hijos o a los nietos
que, si han crecido viendo ese cuadro, esa escultura, sabrán apreciarlo mas
allá de su valor económico.
Hay otra manifestación de esta falta de educación del gusto
y del disfrute del arte: la idea de que todo es dinero. Es cierto que en el
mundo de las subastas internacionales se mueve mucho dinero (negro y
fraudulento, especialmente el dinero ruso y chino que se ha dedicado a la gran
especulación haciendo subir artistas de una manera artificial igual que el lobo
de wall street hace subir acciones de empresas ruinosas). También es cierto que
hay algunos, muy pocos, artistas que cobran mucho dinero por su obra. Pero eso
es solo la punta de un iceberg que esconde mucha gente que intenta vivir de su
trabajo. Artistas sobre todo, pero también galeristas y coleccionistas,
empeñados en conseguir que el arte sea verdaderamente democrático y llegue a
todo el mundo. Un cuadro se puede comprar a plazos o en pequeñas cuotas que
cualquiera se puede permitir si realmente lo quiere. Este tipo de comprador,
este pequeño coleccionista es el que había desaparecido con el incremento del
IVA al 21%. Un incremento que no beneficiaba a nadie: ni al artista, ni al
galerista, ni al comprador. Un incremento que por suerte el gobierno se ha dado
cuenta que era un error que le perjudicaba mas que le beneficiaba y lo ha
corregido como primera medida para corregir muchos otros.
Y de eso deberíamos alegrarnos todos. TODOS, pero
especialmente los que vivimos del mundo de la cultura en cualquiera de sus
manifestaciones.
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