(el mar, el cielo, el barco herido...la abstracción de Ramon lo evoca)
Es curioso que en poco tiempo se hayan producido tres
películas de aventuras en el mar: En
solitario, con François Clouzet metido en una regata que es un reto anímico
y físico; La vida de Pi,
fantástico relato (en todos los sentidos) sobre la supervivencia gracias a la
imaginación y este Cuando todo está
perdido, donde Robert Redford se enfrenta al destino en forma de un
contenedor a la deriva en la inmensidad del mar con el que choca de forma injusta e inesperada.
Las tres son películas interesantes, pero mientras la
francesa podemos decir que es como una ilustración de revista bien hecha y el film de Ang Lee es un retablo mágico de gran belleza, la aventura
de Redford es casi un cuadro abstracto, hecho de sensaciones, manchas, evocaciones.
Desde el primer plano del film, extraño, inquietante, sin
referentes, como una abstracción geométrica en la que unas líneas cortan la
pantalla sin dejarnos ver que es ese enorme volumen que intuimos entre el
horizonte y el mar; hasta el plano del final con un círculo de fuego al lado de
una luna plateada, todo evoca una abstracción tan profunda como la de la propia
historia de este hombre perdido en el océano intentando sobrevivir.
La abstracción llega hasta el punto de que aunque la
aventura de Redford pase en el mar, en realidad la película con la que
establece un hilo invisible es con Gravity.
En definitiva el océano y el espacio son dos lugares donde el hombre se
enfrenta a su propia soledad sin mas apoyos que su propia entereza.
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Este año casi no he seguido el Festival de Berlín. Los primeros días estaba en Madrid con el estreno de Stupor Mundi, Una aproximación a la obra de Ramon Herreros, en la Cineteca Matadero. El domingo, los Goya me colapsaron completamente para varios días. Pero de todos modos, aunque no haya entrado en la web del festival para ver ruedas de prensa o entrevistas, si he seguido las informaciones de los periódicos y especialmente el seguimiento mas interesante y variado de Cinema Ad Hoc, donde Martín Cuesta ha hecho un repaso no de lo "que tocaba", sino de lo que le gustaba. Si quieren ver sus crónicas las pueden recuperar en la web cinemaadhoc.info.
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