No es que solo se estrenen estas dos, como siempre hay
muchas otras. Pero solo me apetece hablar de estas.
Edith Piaf cantaba una canción de amor sublime. La
vie en rose. En ella decía: « Il
ma dit des mots d'amour. Des mots de tous les jours. Et ca me fait quelque
chose. Il est entré dans mon cœur. Une part de bonheur. Dont je connais la cause. C'est lui pour
moi. Moi pour lui dans la vie.
Il me l'a dit, l'a jure pour la vie. »
(una traducción mas o menos literal diría: “Me ha dicho palabras de amor. Palabras
de todos los días. Y eso me ha hecho algo. Ha entrado en mi corazón una especie
de alegría. De la que se la
razón. Es él para mi. Yo para él toda la vida. Me lo ha dicho, lo ha
jurado por su vida »)
No se si Spike Jonze pensaba en estos versos cuando se le
ocurrió el look para esta preciosa historia de amor en rosa. Pero seguro que
aunque fuera inconscientemente ahí debían estar. O en todo caso a mi me gusta
pensarlo al ver como se conocen y se relacionan el solitario y triste Theodore
y la sensual y atractiva voz de Samantha. Historia de amor de los tiempos
presentes donde las relaciones personales pasan invariablemente por las
máquinas con las que pasamos mas tiempo que con las personas. Y si es así, ¿por
qué no vamos a enamorarnos de una voz que nos contesta, nos consuela, nos
quiere, nos ayuda? Ciencia ficción, si, quizás. Pero menos de lo que parece.
Amor en rosa, entre un hombre que vive los amores de otros (que hermosas son
las cartas de amor que escribe Theodore¡¡¡) y una voz que le reconoce aunque no
le vea con esos pantalones increíbles de cintura alta y patas de elefante.
Theodore y su vecina Amy, de carne y hueso, están condenados a encontrarse.
Pero no será lo mismo. Hay algo en esta película de cinco estrellas que va más
allá del amor. Una sensación de pérdida dolorosa cuando las cosas cambian. No
quiero extrapolar, pero en definitiva Her
cuenta de alguna forma ese desamparo que se produce cuando te cambias de
ordenador y no entiendes nada del nuevo programa. Sientes que te han quitado
algo que ya controlabas e incluso querías, que entendías y manejabas y de
pronto, alguien decide que ya no sirve y tienes que empezar de nuevo a
enamorarte. Una cosa, por favor vean esta película en versión original. No es
lo mismo sin la extraordinaria voz de Scarlett
Johansson.
MONUMENTOS (Monuments
Men)
Desde su proyección en Berlín, “la crítica” o ese ente
ficticio e invisible que conforma “el pensamiento crítico”, decidió que la última
película de Clooney era mala. ¿Por qué? No lo sé. Pero fue así y así sigue
siendo. Cuando la vi me sentí un poco desconcertada ante esta furiosa reacción
en contra de Monuments Men. Probablemente
no es la mejor película de Clooney; seguramente tampoco es una gran película.
Pero la verdad es que cumple su cometido de entretener con una aventura basada
en un episodio bélico poco conocido y, sobre todo, permite reflexionar sobre un
tema que sigue siendo tan vigente ahora como lo fue en la segunda guerra mundial
o en cualquier guerra desde la
de Troya. ¿Es el arte (en cualquiera de sus manifestaciones)
algo que se deba salvar por encima de las personas? Es decir, ¿vale la pena
morir por salvar un Leonardo Da Vinci? O planteado de otra forma. ¿Es el arte
un patrimonio de la humanidad que debe protegerse frente a la barbarie de los
que lo desprecian y lo destruyen en nombre de religiones o ideologías
fundamentalistas aunque sea a costa de pérdida de vidas humanas?
La película de Clooney intenta dar una respuesta a las dos
preguntas. A la primera argumentando que los que mueren en el intento de salvar
una escultura de Miguel Ángel sentirían que su muerte no ha sido en vano al saber
que se ha evitado su desaparición. A la segunda, recuperando tesoros de la historia
y restituyéndolos a sus legítimos dueños.
Recuerdo que hace años, en marzo del 2001, el mundo se
estremeció ante la destrucción de los Budas de Bamiyan, grandes estatuas de mas
de 1500 años que los talibanes afganos mandaron derribar por ofender las enseñanzas
del Corán. La barbarie no ha desaparecido del mundo y las dos cuestiones que
plantea Monuments Men siguen estando
vigentes. Que Clooney lo haga a través de siete personajes un poco pasados de
edad y de peso; con aires de comedia bélica de Blake Edwards en algunos
momentos o de drama bélico de J. Lee Thompson en otros; sin gran respeto a la
veracidad histórica pero si a la Historia, es algo que hasta cierto punto hay
que agradecerle. Para contar la verdad ya existe un documental Tras los tesoros robados de Hitler. Los
verdaderos Monuments Men. Clooney
nos cuenta una película.
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