(la foto del error ¿o del horror?)
Podría ser un cuento de Borges o mejor aún de Adolfo Bioy
Casares. Pero sucedió de verdad. Anoche me mataron. Bueno, dicho así suena un
poco extremo. Pero fue eso lo que pasó. En la Gala de los Goya, en ese apartado
siempre tan poco televisivo y mortuorio, donde la platea no sabe si aplaudir o
quedarse callada, en la que desfilan muertos del cine que nadie conoce (¿serán
ellos de verdad?), me mataron. Estaba viendo la gala tranquilamente, cuando apareció
mi foto y el nombre de Beatrice Sartori. Me quedé helada. ¿Cómo? ¿Me había
muerto y no lo sabía? Y Beatrice ¿dónde estaba?
Mi primera reacción fue de indignación, mucha indignación.
Me empezaron a llamar amigos para comentarme lo que había pasado (por suerte
ninguno llamó para preguntarle a Ramon
si me había muerto) y poco a poco, la
indignación dio paso a una enorme tristeza. Tristeza porque Beatrice no se
merecía esto. Yo tampoco, desde luego. Pero lo mas horrible fue darte cuenta de
lo poco que importaba a la Academia este video In memoriam si nadie había sido capaz de revisarlo y decir: Ojo, ésta no es.
La verdad es que el resto de la gala me pasó sin darme
cuenta, entre llamadas, mensajes y mi propio desconcierto, casi no me enteré de
nada mas. Ni ganas, a pesar de que había muchos amigos míos en danza con
nominaciones.
Lo siento por David Trueba, al que no felicité como hubiera
querido, pero no podía.
Esta mañana, me han llamado de radios y periódicos. Hay que
aprovecharlo todo, todo es carne de noticia inmediata. Mi primera reacción como
ayer ha sido la de indignarme de nuevo. “No quiero decir nada”. Por suerte, he
recapacitado y he pensado que tenía que aprovechar su interés para reivindicar
a Beatrice.
Porque de toda esta historia macabra, lo peor es que Beatrice se ha quedado olvidada. Yo estoy aquí para defenderme: estoy viva¡¡¡¡, pero ella no está aquí para defenderse: estoy muerta¡¡¡ O quién sabe, porque si de verdad estuviéramos en un cuento de Bioy Casares, Beatrice desde una nube se estaría carcajeando de todos nosotros. Menuda era ella para no reírse si podía.
Porque de toda esta historia macabra, lo peor es que Beatrice se ha quedado olvidada. Yo estoy aquí para defenderme: estoy viva¡¡¡¡, pero ella no está aquí para defenderse: estoy muerta¡¡¡ O quién sabe, porque si de verdad estuviéramos en un cuento de Bioy Casares, Beatrice desde una nube se estaría carcajeando de todos nosotros. Menuda era ella para no reírse si podía.
A mi me cuesta mas reírme, lo he intentado, pero no me sale,
por eso he preferido escribirlo. Lo hago mejor.
Solo espero que la Academia enmiende su error de alguna manera. Conmigo
por haberme matado (Judith Colell me ha llamado muy dolida por lo que había
pasado) pero sobre todo con Beatrice por haberla maltratado de esta manera.
(Este texto será un poco incomprensible para los que no
vieran la gala de los Goya, pero lo siento, tenía que hacerlo)
Celebro saber que estàs viva (cosa que, per sort, donava per fet).
ResponderEliminarLa manera com es banalitza la cultura, per molt que es disfressi de progressisme tronat cridant consignes damunt d'un escenari habillats caríssims vestits, provoca aquesta mena d'ignorància funcional que tant et mata com et ressucita.
Una abraçada Núria
Vallbona
Muy de acuerdo con Rafael y con tu opinión. Muy bien explicado de primera mano, como tiene que ser...
ResponderEliminarGracias a los dos por vuestros comentarios
ResponderEliminarHola, Nuria...
ResponderEliminarYo no vi la gala: el domingo noche hacía la maleta, volvía muy temprano a Londres y de nuevo en la rutina, ni siquiera miré el correo. Y tan solo me acabo de enterar viendo tu bloc de hoy y repasando entradas anteriores. Mi sorpresa no ha sido tan grande como la tuya, claro, pero mi tristeza probablemente sea casi, casi similar. entre otras razones porque no sabia que Beatriz había muerto. La había conocido cuando trabajé en el Mundo. Nunca la traté demasiado pero siempre me parecio aquel tipo de personas con las que era muy fácil ponerse de acuerdo en cosas fundamentales.
En cuanto a tu tristeza, ya lo dices bien: parece que la Gala no le importe a nadie si nadie mira con ojos llenos de amor ese video inmemorian. Tristeza, también, imagino, por el maltrecho cine español.
Un beso.
Quim Aranda