(Pandora
es una gata negra muy importante en la película. Nuestra Negrita podía haber
sido la protagonista del film, aunque era mucho mas pequeña que la gorda
Pandora)
Esta
mañana cuando me he despertado me he quedado un rato en la cama. Hoy sábado 24 es
fiesta en Barcelona, La Mercé, y no tenía ninguna urgencia en levantarme. Me he
quedado pensando en el porvenir. La palabra porvenir según el diccionario tiene
dos acepciones: Tiempo o suceso futuro.
Situación o desenvolvimiento profesional de una persona en el futuro.
Futuro, esa es la clave. El porvenir es algo que aún no ha pasado pero pasará. A
esa definición general yo añadiría una matización personal. El futuro es
colectivo, común, lo haremos entre todos; el porvenir es privado, personal, lo hará cada uno como
pueda.
Todo
esto venía a cuento de El porvenir, la preciosa película de Mia Hansen-Love que se acaba de
estrenar con Isabelle Huppert como protagonista central y casi única. La
Huppert se llama en la película Nathalie, es profesora de filosofía en un
instituto en el que los alumnos están en permanente revuelta indignada, tiene
sesenta años, un marido con el que lleva casada casi treinta años, una madre posesiva
y desequilibrada a la que quiere y dos hijos estupendos. El porvenir de
Nathalie parece claro: jubilarse, leer, viajar con su marido, aguantar a su
madre hasta que se muera, tener nietos. Un porvenir que no encierra sorpresas
para una mujer como ella. Pero el porvenir tiene sus propias reglas y ha
decidido que Nathalie tenga otro muy diferente. ¿Puede una mujer así empezar de
nuevo, tener otro porvenir? Si, si puede. Y Nathalie lo tiene. La delicadeza
con que el tándem Mia Hansen-Love –Huppert dibujan este personaje es lo que
hace de esta historia que podía ser un
melodrama una comedia moral rohmeriana en el mejor sentido de la palabra.
Nathalie nunca cae en la tentación de hacer algo que no deba hacer (por ejemplo
liarse con su alumno favorito) ni se comporta como una mujer celosa o
abandonada cuando su marido le dice que la deja por una mujer mas joven, sino como una adulta que entiende que
la vida, por algo es profesora de filosofía, tiene muchas maneras de vivirse. Me encanta esta película.
(cartel de Los 7 magníficos de John Sturges)
Los siete samuráis de Akira
Kurosawa, Los 7 magníficos de John
Sturges, Los Lobos de Calla, (1) de
Stephen King, Los 7 magníficos de
Antoine Fuqua. Una misma historia, distintos paisajes, diferentes épocas. Del
Japón medieval, al México de los bandidos, pasando por Calla el pueblo donde El
Pistolero y sus amigos libran una gran batalla y acabando, de momento, en este
reducto norteamericano. Común denominador: la explotación de los poderosos
sobre los indefensos; la incapacidad de la colectividad de defenderse frente al
avasallamiento; la necesidad de buscar salvadores. Aunque sea pagando. Entre la
película de Kurosawa y la de Sturges pasaron seis años, los que necesitó
Hollywood para traducir el film japonés al cine americano. Yul Bryneer, Steve McQueen,
Charles Bronson, James Coburn y Eli Wallach como el malo de la película forman
parte de la educación sentimental de varias generaciones que tienen la música de
Elemer Bernstein en la cabeza. Quizás por eso ha tenido que pasar 56 años para
que alguien se atreviera a hacer un remake de
esta historia. En estos 56 años no solo ha cambiado el mundo, también ha
cambiado el cine y las dos cosas se hacen evidentes en la versión de Fuqua.
Ahora los oprimidos y humillados no son un pequeño pueblo mexicano, sino una
ciudad de auténticos americanos pobres. Ahora los malos no son unos bandidos
desarrapados que roban mas por necesidad que por avaricia, sino un capitalista
que explota las minas que hay en el pueblo y que quiere apoderarse de los campos y sembrados
para construir, construir, construir (¿les suena de algo?) y ampliar su
negocio; ahora los buenos no son siete desarraigados que unen sus fuerzas en
cierto modo para redimirse, sino siete representantes de minorías marginadas y
despreciadas que necesitan reivindicar su peso en la historia: un negro, un
irlandés, un chino, un indio, un mexicano, un hombre de las montañas… y un
americano normal.
Los
cambios son superficiales en realidad, imprescindibles para adaptar los
personajes de un western clásico a la mirada del siglo XXI. Pero lo más notable
son los cambios en el propio cine, los que van de rodar en 35 mm a rodar en
digital, los que van de la luminosidad y calor de las imágenes del celuloide a
la frialdad de las imágenes
digitalizadas (basta mirar los carteles para ver el contraste). La misma historia tenía que hacerse más oscura para justificar
la oscuridad de las imágenes y de los personajes.
Confieso
que me impresiona la película de Kurosawa y me encanta la película de Sturges.
Pero también me gusta esta versión contemporánea de los tiempos políticamente correctos que nos toca vivir.
(1)
Los Lobos de
Calla
es el quinto volumen de La Torre oscura de Stephen King que bebe directamente
en la película de Sturges para algunas de sus situaciones.
(2)
https://www.youtube.com/watch?v=9iteRKvRKFA
este es el enlace a la música de Bernstein por si alguien quiere escucharla y
recordar.
(cartel de Los 7 magníficos de Fuqua)
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