El 21
de febrero moría Stanley Donen. No se si mucha gente se acuerda de quién era.
Pensaba que sí, que el director de títulos inolvidables como Cantando bajo la lluvia o Dos en la carretera, era de sobras
conocido para todo el mundo. Pero el hecho de que en la ceremonia de los Oscar no
dijeran nada y ni siquiera lo incluyeran en el siempre penoso In Memoriam, me
hace pensar que los que montaron el sarao de Hollywood este año no saben quién
era Stanley Donen. Yo si lo sé. Tuve el honor de conocerlo en persona y de
hablar con él gracias a Jaume Figueras. Bueno, para ser justos, gracias al
Festival de Valladolid que dirigía Fernando Lara el año 1989, cuando le
dedicaron una completa retrospectiva que él vino a presentar. Figueras le hizo
una entrevista espectacular para Cinema 3 y yo estuve presente, incluso le pude
hacer un par de preguntas. Fue una lección de cine y de vida, de humor y de
elegancia. Uno de mis mejores recuerdos de la época de los festivales. A raíz
de ese homenaje, la Cartelera Turia, veterana publicación valenciana que creo
que aun sigue saliendo, me pidieron un artículo para un número especial
dedicado a Donen. Como yo era una chica, en ese entonces se puede decir que era
“la” chica, el artículo que querían era sobre las mujeres en el cine de Stanley
Donen. No me costó nada escribirlo, pero no estoy segura que fuera lo que ellos
esperaban. En todo caso, lo publicaron. Lo he releído estos días y la verdad es
que me sigue gustando. Lo copio aquí, como recuerdo de un hombre estupendo y de
un entrevistador también estupendo.
Chicas con suerte
Lo
primero que llama la atención al pensar en las mujeres en el cine de Stanley
Donen es su absoluta libertad. ¿Libertad en el cine americano de los años
cincuenta, en plena caza de brujas y con el Código Hays a cuestas? Pues sí,
libertad, una libertad de comportamiento sin ataduras, sin compromisos. Es
cierto que todas ellas buscan el amor como meta final, y digo el amor y no el
matrimonio, con una excepción, la Elizabeth Taylor de Love is Better Than
Ever. Pero en el camino para alcanzarlo, demuestran ampliamente estar
absolutamente libres de prejuicios. Si no, piensen en las tres protagonistas de
Un día en Nueva York, donde tanto la taxista maravillosa, como la
intelectual del museo o la Chica del mes, aceptan una relación que no se
explicita, pero se sobreentiende. O Cyd Charisse en Siempre hace buen tiempo,
ejemplo de mujer independiente que organiza su vida como quiere. Las mujeres,
incluso en un film tan poco “moderno” como Siete novias para siete hermanos,
son personajes que deciden por su cuenta, como queda claro en la última
secuencia, cuando todas las jovencitas virginales asumen la posible maternidad
del bebé de Jane Powell.
Pero
la mujer por excelencia en el cine de Stanley Donen es la que encarna Audrey Hepburn
en tres de sus mejores títulos. Audrey decide todo por si misma. En Una cara
con ángel, es tan libre que no duda en dejar su trabajo en Nueva York para
irse a París a vivir una aventura en los sótanos vanguardistas de la época del
existencialismo. En Charada, su personaje se mete en una historia llena
de sobreentendidos al lado de un hombre completamente desconocido. ¿Y qué decir
de su Joanna Wallace en Dos en la carretera? Su historia de amor y
desamor, amistad y convivencia con Albert Finney, es la mejor radiografía que se
ha hecho nunca de la vida de una mujer en un matrimonio convencional y burgués.
Hay
más tipos de mujeres en el cine de Stanley Donen. Por ejemplo Lola en Damn
Yankees, interpretada por Gwen Verdon, entrañable en su papel de vampiresa
seductora y adorable como simple diablesa desconcertada; Doris Day haciendo una
imposible líder sindicalista en Pajama Game sin que se le mueva un rizo
de sus rubios cabellos; y no podemos olvidarnos de Kay Kendall en Volverás a
mí, donde la capacidad de elección de la mujer se lleva hasta el absurdo de
necesitar casarse para ser realmente libre. Esta es sin duda una visión
apresurada de los personajes femeninos en el cine de Donen, pero nos permite
hacer una reflexión en comparación con el cine americano más reciente, que
resulta un poco espeluznante. Porque ahora, casi a finales del siglo XX, estas
mujeres han desaparecido del cine llamado comercial para dar paso a madres,
hermanas, hijas, esposas, personajes siempre pensados en función de sus
relaciones y no en función de sí mismas. A lo mejor porque, como decía Donen, el
cine no es la verdad a 24 imágenes por segundo, sino la mentira a 24 imágenes
por segundo. Y tanto antes como ahora, se vive una gran mentira.
(Cartelera
Turia/Extra Stanley Donen, noviembre, 1989)
Goyi, la mujer de Eduardo Rodriguez, me ha mandado una foto de la visita de Stanely Donen a Valladolid en 1989. Está todo el equipo de entonces. !Cuántos amigos!. La publico como un excelente complemento de este texto. Gracias Goyi¡
Inolvidable Stanley Donen y su paso por el Festival de Valladolid. Yo también estaba ese año en el festival. Toda su estancia fue memorable.
ResponderEliminarNuria, muchas gracias por recordarlo.Buen domingo. Goyi
Gracias, Nuria. No conocía tu artículo y me ha encantado. Pero sí conozco a Stanley Donen (¿cómo no hacerlo?), que es el autor de mi película favorita (“Dos en la carretera”) y la base de mi amor por el cine; porque pasé mi adolescencia en la transición de la tele en blanco y negro al color, disfrutando de todo el cine que se emitía en TVE en la época: mucho, variado, para todos los gustos y plagado de obras maestras.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con tu análisis del papel de la mujer en el cine de Donen, incluso las "malas" de su cine, y pienso en la Lina Lamont (maravillosa Jean Hagen) de "Cantando bajo la lluvia".
Parecía que Donen iba a estar ahí para siempre y se nos ha ido. Pero, qué demonios, seguirá ahí para siempre mientras sus películas se sigan proyectando. Hay que hacer lo imposible por que la gente joven se enganche al universo de Stanley Donen (y al de tantos otros directores clásicos, irrepetibles y vigentes pese al paso del tiempo).
Un beso (Idoia)
Gracias a ti, Nuria. Es verdad, ¡cuantos amigos!. Algunos ya no están, pero los mantenemos vivos en nuestros corazones.
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