sábado, 2 de marzo de 2019

STANLEY DONEN



El 21 de febrero moría Stanley Donen. No se si mucha gente se acuerda de quién era. Pensaba que sí, que el director de títulos inolvidables como Cantando bajo la lluvia o Dos en la carretera, era de sobras conocido para todo el mundo. Pero el hecho de que en la ceremonia de los Oscar no dijeran nada y ni siquiera lo incluyeran en el siempre penoso In Memoriam, me hace pensar que los que montaron el sarao de Hollywood este año no saben quién era Stanley Donen. Yo si lo sé. Tuve el honor de conocerlo en persona y de hablar con él gracias a Jaume Figueras. Bueno, para ser justos, gracias al Festival de Valladolid que dirigía Fernando Lara el año 1989, cuando le dedicaron una completa retrospectiva que él vino a presentar. Figueras le hizo una entrevista espectacular para Cinema 3 y yo estuve presente, incluso le pude hacer un par de preguntas. Fue una lección de cine y de vida, de humor y de elegancia. Uno de mis mejores recuerdos de la época de los festivales. A raíz de ese homenaje, la Cartelera Turia, veterana publicación valenciana que creo que aun sigue saliendo, me pidieron un artículo para un número especial dedicado a Donen. Como yo era una chica, en ese entonces se puede decir que era “la” chica, el artículo que querían era sobre las mujeres en el cine de Stanley Donen. No me costó nada escribirlo, pero no estoy segura que fuera lo que ellos esperaban. En todo caso, lo publicaron. Lo he releído estos días y la verdad es que me sigue gustando. Lo copio aquí, como recuerdo de un hombre estupendo y de un entrevistador también estupendo.

Chicas con suerte
Lo primero que llama la atención al pensar en las mujeres en el cine de Stanley Donen es su absoluta libertad. ¿Libertad en el cine americano de los años cincuenta, en plena caza de brujas y con el Código Hays a cuestas? Pues sí, libertad, una libertad de comportamiento sin ataduras, sin compromisos. Es cierto que todas ellas buscan el amor como meta final, y digo el amor y no el matrimonio, con una excepción, la Elizabeth Taylor de Love is Better Than Ever. Pero en el camino para alcanzarlo, demuestran ampliamente estar absolutamente libres de prejuicios. Si no, piensen en las tres protagonistas de Un día en Nueva York, donde tanto la taxista maravillosa, como la intelectual del museo o la Chica del mes, aceptan una relación que no se explicita, pero se sobreentiende. O Cyd Charisse en Siempre hace buen tiempo, ejemplo de mujer independiente que organiza su vida como quiere. Las mujeres, incluso en un film tan poco “moderno” como Siete novias para siete hermanos, son personajes que deciden por su cuenta, como queda claro en la última secuencia, cuando todas las jovencitas virginales asumen la posible maternidad del bebé de Jane Powell.
Pero la mujer por excelencia en el cine de Stanley Donen es la que encarna Audrey Hepburn en tres de sus mejores títulos. Audrey decide todo por si misma. En Una cara con ángel, es tan libre que no duda en dejar su trabajo en Nueva York para irse a París a vivir una aventura en los sótanos vanguardistas de la época del existencialismo. En Charada, su personaje se mete en una historia llena de sobreentendidos al lado de un hombre completamente desconocido. ¿Y qué decir de su Joanna Wallace en Dos en la carretera? Su historia de amor y desamor, amistad y convivencia con Albert Finney, es la mejor radiografía que se ha hecho nunca de la vida de una mujer en un matrimonio convencional y burgués.
Hay más tipos de mujeres en el cine de Stanley Donen. Por ejemplo Lola en Damn Yankees, interpretada por Gwen Verdon, entrañable en su papel de vampiresa seductora y adorable como simple diablesa desconcertada; Doris Day haciendo una imposible líder sindicalista en Pajama Game sin que se le mueva un rizo de sus rubios cabellos; y no podemos olvidarnos de Kay Kendall en Volverás a mí, donde la capacidad de elección de la mujer se lleva hasta el absurdo de necesitar casarse para ser realmente libre. Esta es sin duda una visión apresurada de los personajes femeninos en el cine de Donen, pero nos permite hacer una reflexión en comparación con el cine americano más reciente, que resulta un poco espeluznante. Porque ahora, casi a finales del siglo XX, estas mujeres han desaparecido del cine llamado comercial para dar paso a madres, hermanas, hijas, esposas, personajes siempre pensados en función de sus relaciones y no en función de sí mismas. A lo mejor porque, como decía Donen, el cine no es la verdad a 24 imágenes por segundo, sino la mentira a 24 imágenes por segundo. Y tanto antes como ahora, se vive una gran mentira.
(Cartelera Turia/Extra Stanley Donen, noviembre, 1989)

Goyi, la mujer de Eduardo Rodriguez, me ha mandado una foto de la visita de Stanely Donen a Valladolid en 1989. Está todo el equipo de entonces. !Cuántos amigos!. La publico como un excelente complemento de este texto. Gracias Goyi¡






3 comentarios:

  1. Inolvidable Stanley Donen y su paso por el Festival de Valladolid. Yo también estaba ese año en el festival. Toda su estancia fue memorable.
    Nuria, muchas gracias por recordarlo.Buen domingo. Goyi

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  2. Gracias, Nuria. No conocía tu artículo y me ha encantado. Pero sí conozco a Stanley Donen (¿cómo no hacerlo?), que es el autor de mi película favorita (“Dos en la carretera”) y la base de mi amor por el cine; porque pasé mi adolescencia en la transición de la tele en blanco y negro al color, disfrutando de todo el cine que se emitía en TVE en la época: mucho, variado, para todos los gustos y plagado de obras maestras.

    Estoy completamente de acuerdo con tu análisis del papel de la mujer en el cine de Donen, incluso las "malas" de su cine, y pienso en la Lina Lamont (maravillosa Jean Hagen) de "Cantando bajo la lluvia".

    Parecía que Donen iba a estar ahí para siempre y se nos ha ido. Pero, qué demonios, seguirá ahí para siempre mientras sus películas se sigan proyectando. Hay que hacer lo imposible por que la gente joven se enganche al universo de Stanley Donen (y al de tantos otros directores clásicos, irrepetibles y vigentes pese al paso del tiempo).

    Un beso (Idoia)

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  3. Gracias a ti, Nuria. Es verdad, ¡cuantos amigos!. Algunos ya no están, pero los mantenemos vivos en nuestros corazones.

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