sábado, 13 de abril de 2019

LAS DOBLES VIDAS DE ASSAYAS


( en  cafés como éste se encuentran comen, beben y discuten los personajes)

Esta es una película hablada. Se puede pensar ¿no son todas las películas habladas? Pues no. En todas las películas se habla, pero no todas son películas habladas. Dobles vidas de Olivier Assayas sí lo es. Lo es a la manera de Rohmer, como se ha dicho en casi todas las críticas, lo es, menos, a la manera de Allen, como se dice en la publicidad. Pero sobre todo lo es a la manera del propio Assayas o, si me atrevo, a la manera de Hong Sang-soo. Rohmer sin duda está en la memoria de Assayas, pero sus personajes no son los jóvenes que le gustaban tanto al viejo director francés. Los de Dobles vidas son adultos, muy adultos, con una vida detrás. Allen no, Allen no está ni se le espera. Los cuatro protagonistas de Dobles vidas no están neuróticos, no son judíos, ni tienen falsos problemas. No, para nada. En cambio, comen, beben, se emborrachan, hablan, se engañan y aman de una manera parecida a la del director coreano, con el que comparten, además, profesión (los personajes de Sang-soo suelen ser gente vinculada al cine, los de Assayas son gente vinculada a los libros, en ambos casos, intelectuales de clase media sin graves problemas de subsistencia)  y preocupaciones (les gusta el trabajo que hacen, pero saben que está despareciendo: el editor de libros que ve su futuro comprometido por la irrupción del mundo digital, la actriz de teatro que trabaja en una popular serie de televisión, el escritor que no sabe escribir nada que no haya vivido y la mujer que  trabaja para un político que no merece ser votado). Todos hablan sin parar. De dos en dos, de cuatro en cuatro, con más gente, en la(s) cama(s) que comparten, en los bares. Y dicen cosas muy gordas y muy serias con la ligereza de un souflé. Es inútil que intenten quedarse con todas las ideas que generan estos parlanchines, pero es importante quedarse con la idea de que vale la pena escucharlos, verlos y envidiarlos. A pesar de sus pequeñas miserias, son seres de carne y hueso producto de una cultura que se preocupa de que la inteligencia tenga algo que decir. Y además es muy entretenida y está llena de un humor sutil que consigue la complicidad del espectador. Una película hablada que nos hace pensar…y desear volver a Paris¡



2 comentarios:

  1. Hola Nuria,
    Soy amiga de Erika Bornay que me ha enviado la dirección de tu blog. Si fuera posible, me encantaría recibirlo cada vez que lo publiques. Me parece estupendo. Mi dirección: lola.bermudez@outlook.com. Muchas gracias. Saludos cordiales. Lola

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