sábado, 4 de abril de 2020

INSIDE-OUT/DEL REVÉS



He pensado mucho en esta película estos días de aislamiento generalizado. He pensado en Inside Out porque creo que en estos momentos estamos completamente Del revés. Nuestras cinco emociones internas deben estar absolutamente trastornadas por lo que nos está pasando. Y he recordado que utilicé la película cuando hice una charla en marzo del 2018 (una eternidad y ¡solo hace dos años!) sobre Cerebro y cine, organizada por la Fundació Pasqual Maragall. Recojo aquí algunas de las cosas que dije, antes de continuar con el post.
“Antes de seguir me van a permitir una pequeña digresión personal: Cuando yo era pequeña, mi madre, que era una gran narradora de historias inventadas, me contaba que dentro de nuestro cuerpo había unos enanitos que se ocupaban de que todo funcionara bien. Había enanitos que recibían la comida, otros se encargaban de que la sangre no se perdiera entre los miles de caminos que tenía que recorrer, los enanitos se cuidaban de que no me doliera nada. Cuando me dolía algo yo le preguntaba por qué y me decía: los enanitos están tristes o enfadados, tenemos que contentarlos, vamos a curarte. No sé que me imaginaba yo entonces, pero la idea de que mi cuerpo estaba habitado por esos enanitos buenos que nunca dejaban de trabajar me gustaba mucho. Cuando vi Del revés, sentí que los cuentos de mi madre se hacían realidad. Ahí estaban los enanitos en forma de cinco emociones de colores: alegría, tristeza, asco, ira y miedo. La película de Pixar concebida por John Lasseter y Peter Docter, es extraordinaria y me sumergió en un largo viaje a la infancia, a uno de esos recuerdos dorados de alegría en que estaba sentada al lado de mi madre con dos o tres años, escuchando sus cuentos de Flor de Pan y Raspa, los nombres que mi madre daba respectivamente a la Alegría y a la Ira. No había nombres para Tristeza ni para Asco, tampoco para el Miedo que mi madre intentaba que no sintiera por nada. Acabo esta digresión personal y cuento la película. La historia es la de Riley, una niña desde su nacimiento hasta que deja de ser niña. Pero no es la historia de esa niña desde fuera, sino desde dentro: el inside del título original. Lo que vemos es como las emociones en forma de personajes personalizados en colores, se mueven por el complicado entramado de la mente de Riley: la dorada Alegría, la azul Tristeza, el morado Miedo, la verde Asco y el rojo Ira. Lo más interesante de la aventura mental de estas cinco emociones, es que no solo deben regir los comportamientos y reacciones de Riley en su vida cotidiana, sino que deben ocuparse de almacenar ordenadamente los recuerdos y conseguir un equilibrio en su estado mental, no dejando que ninguna de ellas domine de forma abusiva las demás. Decidir lo que hay que recordar y lo que se puede olvidar, aprender a compensar la felicidad con la tristeza en un balance indispensable para vivir, controlar la ira, pero no apagarla, moldear el asco para saber apreciar las cosas que pueden ser desagradables en una época, pero que pueden serlo menos en otra y sobre todo, y es lo más importante, entender el miedo sin dejar de sentirlo, pero sin darle un lugar dominante en el cerebro.”
Hoy, 1 de abril en que escribo esta entrada, creo más que nunca que hay que pararse a pensar en las cinco emociones. En estos momentos la que domina mi vida es sin duda la tristeza.Tristeza de no ver a la gente que quiero; tristeza de asistir impotente al derrumbe de una forma de vida, imperfecta seguro, pero que permitía la esperanza de salir adelante; tristeza de la gente enferma y que muere sola. Tristeza de mirar por la ventana y ver la lluvia gris y monótona cayendo en unas calles vacías, tristeza y añoranza del mar. Sí, el azul me domina estos días.
Pero antes he pasado por algunas de las otras emociones. He pasado por el verde Asco. Asco hacia la política en general y los políticos en concreto, que intentan manipular la situación en su favor, con intereses inconfesables en aras de ideas absurdas. Asco de algunos medios de comunicación, (no todos, ni mucho menos) que han convertido la pandemia en espectáculo. Asco de algunos comportamientos incívicos y antisolidarios que hacen aflorar lo peor de cada uno (los que acaparan innecesariamente, los que no respetan la cuarentena, los que inisten en irse de fin de semana como si el encierro solo fuera en jornada laboral, los que creen que son superiores a los demás simplemente por que sí y tantos otros). Asco que me acompaña en un segundo plano con la tristeza.
He pasado (y paso aún) por el rojo de la Ira cada vez que leo o escucho las estupideces y fake news que se están difundiendo por las redes sociales y eso que ¡no tengo twitter! Incluso proyecto esta Ira contra mi misma porque minusvaloré durante demasiado tiempo la importancia de la enfermedad, pensando que no era para tanto. Ira que me lleva a pensar en teorías conspirativas de todo tipo (desde la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que sin duda está ganando China) hasta la de que el virus se inventó en un laboratorio (¿a quién beneficia esta situación mundial? La verdad es que no lo sé). Ira roja contra la incomprensión, el abuso, el caos. Ira que se confunde con el Asco y que se diferencia tan solo en que me impulsa a actuar (en una mala dirección, seguro) y que debo contener. Sobre todo cuando veo algún telediario (ni que decir tiene que no veo TV3 desde hace mucho tiempo, pero ahora menos) o cuando leo lo que dicen Trump o Torra, Maduro o Buch, Boris Johnson o Abascal, pasando por algunos holandeses “repugnantes”, Bolsonaro, el presidente de Hungría, Puigdemont o la Consellera de Sanitat de la Generalitat, Pablo Iglesias o García-Page. Ira y Asco juntos, un mal cóctel para sobrellevar estos días
Y llego al morado Miedo, el miedo que se extiende sobre el horizonte como una niebla espesa. Miedo a todo. Al contagio, al aislamiento, curiosamente no a la muerte que es algo natural en el ciclo de la vida, pero si a la soledad de la muerte, a no tener a alguien cerca. Miedo a salir de casa, miedo al vecino, al extraño, al que se cruza por la calle con una mascarilla. Miedo al presente y mas miedo aún al futuro. Miedo a que el después sea mas terrible que el ahora, miedo a un panorama que no acabo de entender. Miedo. Algo terrible, que cuando se apodera de uno, puede con todo lo demás.
Por eso, busco en mi misma la dorada Alegría que es la única que puede contrarrestar todas las otras emociones, puede equilibrarlas. No hacerlas desaparecer, ya lo decía antes que es importante que haya un equilibrio entre todas ellas. Pero sí me gustaría que Alegría se convirtiera en la líder de mis emociones. Alegría de saber que casi todos los que quiero están bien (casi todos, porque tengo gente cercana con el bicho). Alegría de saber que cuento con Ramon y con amigos que, sin vernos, sé que están ahí, alegría de poder celebrar un cumpleaños en la distancia y de forma virtual, pero muy cálida, gracias a la tecnología. Alegría de ver que los mismos que acaparan son capaces de salir al balcón a aplaudir todas las noches en un ejercicio catártico de solidaridad. Alegría de vivir en un país donde los derechos de los ciudadanos todavía existen y se respetan (de momento, aunque están seriamente amenazados) y donde tenemos unos profesionales de la sanidad a los que nunca agradeceremos bastante lo que están haciendo. Alegría de poder ir al super y que haya gente que se ha encargado que no falte nada o a la farmacia donde siempre tienen una sonrisa detrás de la mampara. Alegría de poder seguir escribiendo, leyendo. Alegría dorada que busco y encuentro. Como Pollyanna (película que por cierto se puede ver en el nuevo canal Disney) que intentaba encontrar en todas las situaciones el lado dorado. Alguno hay en todo esto, y seguro que de esta crsisis sanitaria, económica, política, social, cultural, saldrá algo bueno. Estoy segura que el color dorado podrá con todo.
Inside Out se puede ver en el nuevo Canal Disney
(Reviso este texto el sábado 4 por la mañana, con un día de sol y luz que me hace ser un poco mas optimista. Pero lo que me ha hecho gracia al releerlo es la asimilación de los colores a los Partidos Políticos. El PP está teñido del azul de la tristeza;  Vox asume el verde del asco; el PSOE provoca el rojo de la ira; Podemos encarna el morado del miedo. Queda el dorado que me resisto a asimilar al naranja de Ciudadanos. De momento, al menos, no merecen ese color. Nos falta un Partido Dorado.)

EL RINCÓN DE LAS SERIES
(el regalo semanal de una obra de Ramon)

Esta semana quiero recomendar una de las mejores series estrenadas en Netflix. Se titula Giri/Haji que quiere decir algo así como Deber/Deshonor. Es una serie inglesa con protagonistas japoneses, rodada en Japón y en Londres. Definirla rápidamente es fácil: un thriller negro negrísimo en el que un policía japonés, Kenzo, viaja a Londres para encontrar a su hermano Yuto, un yakuza que ha huido de una doble persecución. En esencia, esto es la serie, Pero en realidad es mucho más. El contraste entre los dos mundos, el japonés y el londinense, se extiende a las relaciones de Kenzo con Sarah, una detective escocesa muy poco convencional que investiga una serie de asesinatos de los que se acusa a Yuto. La vida privada de los personajes se va colando en el relato de distintas formas, desde la cotidianidad del policía en su casa con su mujer, su madre y su hija, hasta la extraña relación de la irlandesa con un ex policía; del amor románticamente fou del hermano yakuza, al descubrimiento de su propia sexualidad de Taki, la hija del policía que se fuga de Japón y llega a Londres en busca de su padre. Poco a poco, se va formando una nueva familia con la incorporación de un personaje fundamental, Rodney, un homosexual extrovertido y atormentado, que de alguna manera cohesiona a todos los personajes de la serie. La misma manera de filmar es un sincretismo oriente/occidente, que introduce elementos experimentales, con cambios de formato, de color, de texturas e incluso con alguna secuencia musical completamente fuera de la realidad que al mismo tiempo que distancia, curiosamente permite una mayor empatía con la historia. La serie, hablada en inglés y japonés, tiene un tema central, la redención de ese sentimiento de deber y deshonor en el que se mueven todos los personajes, Giri/Haji es sin duda una de las mas estimulantes series del año pasado y merece ser descubierta en estos dias de aislamiento colectivo.

Una aclaración al post de la semana pasada
El libro de Jaume Figueras y Gemma Nierga SI TIENE traducción al castellano. Se llama El cine que nos abrió los ojos y lo ha publicado la editorial Me gusta leer. Gracias a los que me avisaron de que existía la traducción.

2 comentarios:

  1. Inside Out no es mi Pixar favorita, pero me gustó. La forma de explicar las emociones que rigen nuestros impulsos, acciones y reacciones me parece maravillosa, creíble, fundamentada. Recuerdo especialmente los hilarantes créditos finales, sobre todo cuando se mete en la cabeza de los perros y después en la de los gatos...

    Los perros y los gatos siguen con sus emociones intactas. Duermen, comen, exigen sus paseos, atenciones y necesidades; aman incondicionalmente, pasan de ti cuando les aburres o por encima de ti cuando quieren llamar tu atención. Pero no reaccionan ante el contexto en el que estamos porque no interpretan los signos como lo hacemos nosotros. Es curiosa la correspondencia que anotas entre los colores y nuestros partidos políticos. Quizá hay una emoción a caballo entre la ira y la tristeza que se llama decepción, y es la de esa falta de previsión, ese ver la que se avecina y aquí no pasa nada.

    Está claro que, nuevamente, es la ciudadanía la que se lanza al rescate. Quitando a los tontos muy tontos que se creen más listos que los demás, que se van al chalet de Marbella con su séquito porque quién les va a decir a ellos dónde deben estar y cuánto vino beber antes de ponerse al volante; quitando a esa gentuza que sólo pone palos en las ruedas, somos los ciudadanos los que asumimos plenamente la responsabilidad de minimizar nuestros movimientos, de reducir nuestras excursiones a la panadería de la esquina o al súper del barrio. Nos conformamos con intuir el sol o el mar desde la ventana de nuestro hogar. Somos los que arrimamos el hombro, donamos, ayudamos al vecino, traemos y llevamos la compra a quien no puede salir de casa, le ayudamos con sus problemas informáticos para que pueda hablar con un nieto al otro lado de la pantalla.

    La buena voluntad hará que salgamos de ésta como ya hemos salido de otras. Feliz (lo que queda del) domingo, Nuria.

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    1. Estoy completamente de acuerdo Idoia. Nosotros lo haremos, y saldremos adelante. Seguro. Gracias por completar el texto¡¡

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