Habitacciòn
212, Christophe Honoré
Una
matrimonio que lleva mas de veinte años juntos pasa por fuerza por momentos de
cambio, de salto, de nuevas reglas en la relación, Es la única manera de
continuar juntos si el amor se mantiene vivo. Habitación 212 muestra ese momento preciso en la vida de una
pareja, Marie y Richard. Ella, profesora de derecho, ha encontrado la fórmula
para seguir adelante en aventuras sexuales esporádicas, que en realidad nada
significan. Él es músico y se pasa el día en casa. Una tarde, casi por
casualidad, el equilibrio entre ellos se rompe. Es entonces cuando entra en
juego la mágica habitación 212 de hotel que está enfrente de su casa, donde
Marie se refugia para pensar, mientras Richard se queda en el apartamento. Pero en realidad ninguno
de los dos estará solo esa noche, porque los fantasmas, como en el cuento de Navidad,
vendrán a visitarlos. Fantasmas buenos del pasado en forma de un Richard de 20
años que se aparece a una asombrada Marie, o el de una atractiva Irene, el
primer gran amor de Richard,que decide volver a enamorarlo. Con aire
de teatro de boulevard, desenfadado y ligero, sin grandes trascendencias, un humor
muy sutil y una voluntad clara de no dar ninguna lección, Honoré nos hace
pasar esa noche de vodevil con personajes que entran y salen continuamente de la habitación. La noche acabará cuando los dos, Marie y
Richard, vuelvan encontrar el camino para seguir juntos. Si la miras con
ojos cómplices, es una delicia; si la miras con ojos inquisidores, puedes odiarla.
Roubaix
une lumière, Arnaud Desplechin
Una
comisaria en una ciudad fronteriza y empobrecida del norte de Francia, con una
población muy mezclada de inmigrantes y franceses. Este es el espacio donde
sucede la nueva película de Arnaud Desplechin. Podíamos pensar que estamos ante
un nuevo alegato social de las banlieus y sus problemas de miseria e
intolerancia. Pero no. En absoluto. No es exactamente un Polar, ni tan siquiera
un Noir. Ese comisario argelino, inteligente, tranquilo y equilibrado, buen
conocedor de la realidad que le rodea, al que solo le falta una esposa que haga
experimentos en la cocina, a quién nos recuerda es al comisario Maigret de
Simenon. No hay un fotograma que sobre, todo es factible, todo responde a una
lógica narrativa. La primera mitad nos sirve para conocer a los policías, el
nuevo detective pelirrojo que llega a una ciudad desconocida, los habitantes
del barrio. Mas o menos a media película hay un asesinato, gratuito y banal.
Pero tampoco ahí funciona como nos imaginamos. No hay referentes para esta
segunda parte, a no ser, un eco lejano de La
ceremonia de Chabrol, con Léa Seydoux en un papel que la Huppert habría
bordado y Sara Forestier en un rol mas aniñado que el de Sandrine Bonnaire. La
luz del título es la que desprende Roschdy Zem en el papel del comisario Daoud.
Sorprendente.
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