No creo que las cosas y las personas normales sean
muy interesantes para hacer una película. De alguna forma cuando algo va mal se
produce una especie de iluminación. En otras palabras, cuando algo no funciona
puedes apreciar mejor lo que sí funciona. Por eso es bastante normal que
dramáticamente te intereses más por las situaciones conflictivas y las
situaciones conflictivas se manifiestan siempre con el cuerpo. El cuerpo
manifiesta siempre los desajustes psicológicos, todos nuestros estados
emocionales se muestran de una forma física. Esa relación entre lo físico y lo
psíquico me fascina. (1)
La semana pasada, poco antes de irme a Nantes, tuve una
experiencia muy extraña y sugerente. Me explico. Fui a ver la última película
de Paco León Kiki, el amor se hace,
mientras estaba acabando de leer la novela de David Cronenberg Consumidos. ¿Cuál fue la experiencia? La
de encontrarme en dos lenguajes distintos, cine y literatura, una manera muy
parecida de acercarse al sexo y al placer. Las dos a través de supuestas
enfermedades; las dos utilizando la ironía y el humor.
La verdad es que no me sorprendió en ninguno de los dos
casos.
De Cronenberg puedo
esperarme cualquier cosa. Ha demostrado en casi todas sus películas una
capacidad inaudita de crear historias, personajes, imágenes y situaciones aberrantes
que sin embargo están llenas de una extraña belleza y seducción. Inseparables y Crash no están lejos de esta inquietante y divertida novela donde se
habla de enfermedades tan raras como La Peyronie, la enfermedad de Roiphe, Apotemnofilia,
contractura de Dupuytren, todo ello mezclado con un uso casi (para)normal
de las nuevas tecnologías y una enorme carga de humor sobre el cine y lo que él llama el kimunismo.
Con el libro de Cronenberg hay que hacer lo que se hace con los prospectos
médicos, no leerlos jamás antes de tomar una medicina. Pues con el libro hay
que hacer lo mismo, no leer la contraportada
porque te puede echar atrás y el posible lector se perdería uno de los mas
hilarantes y delirantes libros sobre algunas de las para(filias) y para(noias)
contemporáneas.
En cuanto a Paco León, de alguien que había sido capaz de “desnudar”
a su madre en dos ocasiones sin que le temblara el pulso, no me sorprendía en
absoluto que se atreviera con una película tan libre, tan positiva, tan tolerante,
tan absolutamente abierta como este Kiki,
el amor se hace. A Paco León no le da miedo llamar a las cosas por su
nombre. Y si hay que hablar de parafilias, pues se habla. El diccionario define
las parafilias como “un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente
predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o
actividad que lo acompaña…” Harpaxofilia, erotolalia, dacrifilia, dendrofilia,
somnofilia., elifilia... son algunas de las que aparecen en esta alegre y
calurosa película que enlaza cinco historias distintas en un Madrid veraniego.
Con la complicidad de sus actores, entregados a la diversión de explotar
elementos poco normales hasta el límite, Kiki
produce un auténtico sentimiento de liberación. ¿Será también una parafilia el
sentirse feliz viendo que la gente asume sus contradicciones, las expone, las
acepta y acaba disfrutándolas? Porque eso es lo mejor de todo. No solo no hay
ni una gota de moralismo en la historia, no solo no hay ni un solo acento en la anormalidad, todo lo contrario. Kiki afirma con rotundidad que hay que
ser feliz con lo que se es. Y punto. Y además lo hace con elegancia (algo no
tan sencillo teniendo el cuenta el tema que trata), con mucho humor (las risas
y las sonrisas no desaparecen en todo el metraje) y con un enorme respeto. A lo mejor por eso
en el telediario de TVE no hablaron de la película cuando comentaron los
estrenos de la semana; a lo mejor por eso en algunos diarios no se le ha dado
espacio ni a una pequeña crítica.
Consumidos
y Kiki, el amor de hace,
son dos productos liberadores que hay que leer y ver sin prejuicios.
(1)
La cita es de David Cronenberg en una entrevista que le hice
en Sitges en 1988 y que aprovecho para colgar el en otro blog)
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